El club de los raros

Capitulo XIV — Yo nunca he...

 

 

Me siento fatal, salgo de la habitación y la madre de Lauren está haciendo lo que parece ser el desayuno. —Buenos días. —Saludo sin ánimos.

 

—¿Estás bien? —Pregunta con preocupación.

 

—No, me voy a morir... ¿Mi padre no dejó un tarro con píldoras? —Revisa en la gavetas y me las da. —¿Tienen mascotas?

 

—Sí, doggy... Es tan lindo, pero mi hermano se lo llevo a la finca, deberías verlo es el cachorro muy hermoso. —Contesta la madre de Lauren.

 

—Mejor no... Los perros y yo no nos llevamos muy bien que digamos. —Me encojo de hombros.

 

—¿Y para qué son las píldoras? —Sale a la luz su curiosidad.

 

 —Para mis alergias. —Baja mi amiga por las escaleras. —Es que son muchas y cuando me dan me vuelvo como una mora azul. Lo cual es curioso porque las moras azules no son de ese color, sino morado... Es tan raro...

 

—¡Necesito café! —Ordena Lauren, mientras masajea su sien. —La resaca me va a matar.

 

—Dramática. —Interviene un joven a su espalda. —Es un simple dolorcito. —Le golpea la cabeza y ella se queja.

 

—¡Cállate, Tómas! —Clama molesta. Miro la escena confundida. —Mi hermano. —Aclara.

 

—Son igual de... Cómo lo digo sin ofender a nadie aquí... ¿Especiales?, sí, especiales. —Sonrío intimidada por sus expresiones.

 

—¿Quién es ella? —Pregunta señalándome. 

 

—Soy un unicornio extraviado de las antiguas tierras de Luxor, pero acogí una forma humana. Para huir… —Siempre huyes… —De su molesta presencia, igual que de la tuya. —Sonrió victoriosa.

 

—¿Estás loca? —Me interrumpe.

 

—Prefiero el termino "Desquiciada mental" Es que loca suena muy feo, igual que tú. —Amo tus conversaciones... Lo sé... Es sarcasmo... Lo sé...

 

—El desayuno. —Informa la madre de Lauren. Lo mejor del mundo cereal, pequeñas almohadas de galleta rellenas de chocolate, flotando sobre la leche.

 

-¿Y por qué está aquí? —Cuestiona Tómas.

 

—Su padre no quiso dejarla sola, aparentemente no es muy responsable. Pero no me parece. —Sus dulces palabras me alegran.

 

—Soy responsable, solo un poco compulsiva. —Hablo con esfuerzo. Aunque me hace falta el "No molestes Amelia".

 

...

 

—Te vi en la fiesta muy cercana con los chicos. —Lauren me da un suave empujón.

 

—Ah, ¿sí? —Estoy muy concentrada en un ejercicio que no me sale, estoy que estrello mi cabeza contra la pared.

 

—¿Y a cuál prefieres? —Se sacude muy emocionada.

 

—No sé, no me llaman la atención. —¿Y sí?... Ríndete, es imposible... Para mí, nada es imposible...

 

—Claro, es mejor el desconocido ese... —Todos en la fiesta eran desconocidos para ella.

 

—Ahhhh, ¿Nícolas?, no es un desconocido, nos conocemos hace como dos, tres años más o menos. —No, creo que hace más tiempo, pero no estoy segura.

 

—¿Son novios? —Me sobresalto.

 

—¿Qué te pasa? —Pregunto molesta. —No, no lo somos y no lo vuelvas a decir... Tenemos un vínculo especial y dejémoslo ahí... —Me pongo en pie. —¿Tú hermano está en la universidad y estudia ingeniería? —Asiente. —¿Dónde está?

 

—En su habitación, creo pero... —Corro en dirección a su habitación. —¡Es una mala idea!

 

Toco la puerta pero no abren, como persona extremadamente insistente, entro por mi cuenta. —Necesito tú ayuda.

 

—Para lo que quieras, preciosa —¿Qué está haciendo?... Te está coqueteando... ¿Eso hace?... Deja de lado lo obvio, si no me doliera te tiraría por la ventana...

 

—Mira esto. —Muestro la pantalla de mi teléfono. —¿Cuánto da? —Examina la información asombrado.

 

—Si quieres mi teléfono sólo pídelo. —No sé la razón, pero su tono me molesta.

 

—Es en serio. —Digo fastidiada por su patética actitud. —No tengo tiempo para tus estupideces, es de vida o muerte.

 

—No lo sé, no entiendo lo que dice... No lo he visto... —Se encoje de hombros.

 

—Entonces, ¿Qué enseñan? —Salgo desilusionada por su incompetencia y llegando a las escaleras, caigo por ellas. En esos breves segundos en los llegué al final, tuve un momento de iluminación, es como si la respuesta viniera sola a mi cabeza.

 

Me quedo allí, para no perder la inspiración y tocan el timbre. Lauren me observa curiosa en el piso y luego abre. —¿Y qué hacen aquí?

 

—Venimos a saludar a Amelia. —Es Manuel, debe querer algo.

 

—¿Para qué soy buena? —Pregunto aún en el piso.

 

—Pues... Fíjate que... —Inicia Felipe.

 

—¿Necesitan esconder un cuerpo?... Porque un buen amigo te ayuda a cometer el crimen; pero un buen, buen amigo te ayuda a... —Esconder el cuerpo…

 

—Nada de eso y ponte en pie, me incomoda. —Hago lo que piden.

 

—Fiesta el viernes en la noche, sin excusa alguna, en casa de Julián... No te puedes negar. —Suelta apresuradamente.

 

La semana me pareció una eternidad, cuando se llego el viernes celebraba por no tener que aguantar más al hermano de Lauren y su incompetencia olímpica. En conclusión, fue una semana muy agobiante. Nos alistamos para ir a la fiesta y con permiso de mi padre, asistiré. Ellos llegan hoy en la noche y los veré mañana en la mañana. Ahora me doy cuenta que necesito vacaciones.

 

Llegamos a la casa de Julián y no me deja de sorprender lo lujosa que es. En cuestión de segundos todos se pierden, la música retumba mis oídos, es muy insoportable, no sé por qué razón me dejé convencer. Pero es parte de la vida salir a fiestas y disfrutar la vida, o eso dicen, realmente no me consta. Manuel y Felipe me dirigen al segundo piso, donde esta Lauren, Thiago, Julián y unas tres personas más.

 

—Juguemos “Yo nunca he…”. —Dice Thiago con picardía, ya veo de dónde lo sacó Lauren.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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