El club de los raros

Capítulo XXI - Un trébol

Mi paciencia tiene límites y ellos los están cruzando todos. Lo que menos quería hacer hoy era levantarme de la cama, pero llegó Nicolás llegó y mis planes se vieron afectados. Se queda a almorzar, mi padre y él han estado peleando la última hora por cualquier cosa. Al principio los ignore, no funcionó, pues siguen peleando.

 

—¡Ya basta!— Golpeo la mesa — Creo que ya están lo suficientemente grandes para este tipo de comportamientos...— Me muestro más molesta de lo que realmente estoy— ¿Hay postre?— Pregunto más calmada.

 

—¿Me acompañarias a hacer algo?— Cuestiona Nicolás 

 

—No quiero— Digo con evidente cansancio

 

—Por favor, hace tiempo que no hacemos algo... Además es importante —Aclara 

 

—Esta bien... Pero primero me cambio, estoy aún en pijama

 

Subo a mi habitación y tomo una ducha un poco más larga de lo habitual, para que así cuando esté lista sea tarde y no tenga que salir. Últimamente prefiero quedarme en casa, es como mi lugar seguro; lamentablemente no he podido encontrar un lugar seguro de mi misma.

 

Opto por un jean claro, una camisa corta y una chaqueta. Voy lo más casual que se puede. En mi baño no hay espejo así que asumo que me veo aceptable y bajo. Cambie el vendaje hace unos segundo y ya se ve sucio. Por eso odio el blanco, hace notar hasta el mínimo defecto; en cambio el negro tiene esa gran habilidad de camuflarlo. 

 

—¿Vamos?— Pregunta Nicolás cuando me eñve en l primera planta

 

—Ya que...— Me despido de mi padre y de Mandy, prometiendo llegar temprano, bueno antes de las 8. Está más permisivo de lo habitual, pues hasta ahora son como las cuatro. Salimos de casa y lo sigo, vamos lado a lado— ¿A dónde vamos?— Pregunto un poco animada

 

—Pareces Dora la exploradora...— Mientras ríe, por su comentario lo miro seria — Necesito un nuevo tatuaje... Me lo haré justo aquí...— Señala en costado derecho de su cuerpo, entre la espalda y en pecho.

 

—¿Todo está bien?— No es una buena señal que se quiera volver a tatuar— La última vez fue porque las cosas no salieron como querías. Que bueno que evité que te lo hicieras en la cara... Hubieras quedado más feo...

 

—Mis padres están peleando, se quieren separar...

 

—No entiendo, nunca te he afectado algo así...

 

—Yo estoy en el medio y cuando pelean dicen " ¿Cierto Nico?"— Se ve molesto. Toco su hombro con delicadeza intentando darle el apoyo que busca.— ¿Y qué me dices de tí, todo bien?— Pregunta dándole final al momento deprimente— Esa venda indica lo contrario...

 

—Me conoces muy bien, para mi desgracia...— Sonrio forzosamente —Mi madre...

 

—¿Tienes madre?— Pregunta sorprendido, para después reír 

 

—JA JA— Río con sarcasmo — El cuento es que me golpeó y no lo he tomado muy bien que digamos...

 

—¿Qué le hiciste?— Pregunta serio

 

—Ese es el problema, no sé con exactitud. Hay un lapso de tiempo que no tengo en mis recuerdos... Es raro...¿Falta mucho?— Intento cambiar de tema

 

—No, ya casi... Pero ¿Estás bien?— Se ve preocupado 

 

—Sí, estoy bien, siempre he estado bien y siempre lo estaré. En fin, estoy segura que todo estará bien con tus padres...

 

—No lo creo, están más intensos que siempre. Ya no me dejan ni un segundo solo, con eso de que quieren ser "Buenos padres"— Hace comillas aereas, acompañadas de una voz chillona— Si no lo fueron antes, porqué ahora sí, ya es tarde...

 

— Nunca es tarde para intentar cambiar. Es cierto que te hicieron daño, pero debes dejar ir el pasado, para que tú presente no se vea afectado...

 

—¿Y tú qué? ¿Acaso lo haces?— Agacho la cabeza, esta molesto y es entendible. Quiere desquitarse y en este caso lo hace conmigo, pero no me iré, me necesita— No tienes idea de qué fue sufrir su abandono, me detestaban y ahora se echan la culpa entre ellos. ¡Nunca me han querido!— Grita eso en medio del centro comercial, aún así lo abrazo.

 

Creo que necesita escuchar un par de mentiras— Todo estará bien, dale tiempo al tiempo. Y si eso no funciona siempre puedes decirles lo que piensas, recuerda que a nosotros nunca nos callan...— Susurro en su oído y lo último de causa gracia

 

—Tienes razón... Pero igualmente quiero un trébol de 12 hojas, para la buena suerte...

 

—Es algo exagerado, pero si eso es lo que quieres, no me opondré. Es un país libre...— Levanto los brazos 

 

—Y pensar que dicen que eres una mala influencia para mí. Creo que es al contrario...—Entramos en el lugar donde se tatuará y nos sentamos en la sala de espera

 

—No existen en sí las mala influencias, las personas solo te proponen cosas, tú decides si aceptas o no. Si alguien comete un error es porque así quiso, nadie tiene la culpa, él se dejó convencer ¿No crees?— Pregunto, pero no responde porque una señorita se nos acerca

 

—¿Les puedo ayudar en algo?— Pregunta cortésmente 

 

—Sí— Me apresuro a contestar — Un trébol de doce hojas aquí— Señalo donde él lo había hecho con anterioridad —Y que le duela— Aclaro y él sonríe. Lo hace porque le duele y así alivia su pena. En ocasiones creo que estamos mal de la cabeza

 

—¿Entonces sin anestesia?—Pregunta con cara de ¿Enserio?

 

—Si señorita— Concluye Nicolás 

 

Se quita la camisa y ella inicia. Antes de todo le cambia la aguja y eso me tranquiliza, no quiero que se le infecte y le pase algo. Siempre lo he acompañado a este tipo de cosas, es como nuestra tradición. En ningún momento se queja o se mueve, se mantiene calmado mirándome de vez en cuando. Mientras yo curioseo los dibujos en la pared. Nicolás tiene la mayor parte de la espalda tatuada, se los hace en lugares que no se pueden notar a simple vista. En varias ocasiones ha querido que me haga uno, pero suficiente con el que tengo.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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