El club de los raros

Capítulo XXII - La feria

 

 

Dylan quiere desaparecer y lo entiendo, le dijo que le caía mal. Además, imagino que su intención es agradarle y se odian mutuamente. Su hermana nos mira especulante, como esperando una respuesta, pero nada sale de Dylan. Ella es muy bonita y me sorprende que Julián tenga más familia, siempre parece estar solo. 

 

Tomo aire bruscamente y las miradas se centran en mí, al parecer ella es muy importante para él. Necesitaré de toda mi imaginación para que algo coherente salga de mi boca. También de mi conciencia, pero hace tiempo que no se pronuncia, debe estar igual de perdida a yo.

 

—No entiendo ¿Se conocen?— Le da final la hermana de Julián, al silencio que nos atormentaba.

 

—Sí— Aquí vamos espero y salga bien— Julián y yo estudiamos juntos, de hecho hoy íbamos a hacer un trabajo, pero se presentó este pequeño detalle...

 

—¿Esa es la chica con la que...?— La golpea con el codo y parecen dar una señal entre ellos— ¿Hacen tonterías?

 

—Prefiero el término, hacer aventuras, suena mejor. En fin, nosotros nos conocemos...

 

—¿Eso no explica qué hacen ustedes dos aquí?—Interviene Julián molesto

 

—Para allí voy... Nuestros padres estuvieron casados, cuando yo tenía 8 y él 12. Su matrimonio no funcionó como se esperaba y después de dos años se separaron. Ni siquiera sé pueden ver, evitan que tengamos contacto, más que todo mi padre. Al principio no nos llevábamos muy bien, pero una vez que fuimos familia, quedó así para siempre...—Sonrio, con miedo a sus reacciones

 

—Siempre ha sido mi hermanita, la favorita— Me abraza levemente y susurra— Gracias...

 

—Soy tú única hermana...— Digo un poco ofendida

 

—Entonces ustedes dos no...— No logro descifrar la expresión de Julián con que lo dice,  mucho menos la intención. 

 

—No, es...— Dylan se queda pensando por unos cortos segundos — Amelia, ella no...

 

—Me perdí...— Digo confundida— ¿Cómo te llamas?— Le pregunto a ella

 

—Lizbeth, pero me puedes decir Lizz... Es un gusto, Amelia...— Es cortés y agradable, un punto a su favor

 

—¿Y qué vamos a hacer?... Porque ya me aburrí. El gusto es todo mío...— Hablo rápido, casi no se entiende lo que digo o yo no lo entiendo.

 

—Pues si quieren vamos a la feria... Hace tiempo que quiero ir, pero la universidad me ha tenido un poco ocupada. Que bueno que nos dieron un descanso, en cualquier momento colapsaría... — Propone Lizz

 

—Me encanta la idea, vamos...— Esa emoción por hacer algo en Dylan es un poco extraña.

 

Llegamos y hay miles de luces que le dan vida al lugar. Ya está anochesiendo y no me siento intimidada por la oscuridad entre tanta alegría y diversión. Dylan cortésmente paga mi entrada al notar que no traigo efectivo conmigo, es lo mínimo que podría hacer después de que me obligo a mentir.

 

Caminamos hacia la primera atracción y se perdieron mi supuesto hermano y Lizz. Nos abandonaron, que triste. Sin embargo, caminamos hacia los carritos chocones y nos adentramos. La adrenalina es adictiva y me siento súper acelerada y cansada. Pero el cansancio es lo último que me importa, necesito más. 

 

—¿Vamos a la montaña rusa?— Pregunto aún agitada

 

—¿No prefieres descansar?— Dice tomando asiento en una banca cercana

 

—No, tengo suficiente energía para correr un maratón... Si no vienes, iré sola... Ya vuelvo...

 

Se queda sentadito y yo me subo una y otra, y otra vez en la montaña rusa. Me subiría eternamente, es demasiado extremo, me encanta. Al tocar el suelo, todo me da vueltas.

 

—Creo que es suficiente...— Mis sentidos están desorientados, me toman por el brazo y me sacan de la multitud 

 

—Otra y ya...—Suplico 

 

—Eso se consideraría un suicidio...— Dice Julián 

 

—De hecho hay una montaña rusa con ese fin, tiene tantas vueltas que al final mueres...— Se queda serio y me dirijo a un basurero cercano y vomito como si no hubiera mañana.

 

Sostiene mi cabello— Debes controlarte un poco...

 

—Lo siento— Sonrio— Es que nunca había venido a un lugar así, porque no me comportaría. Pero salió bien, sigo viva y es lo importante...

 

—¿Quieres comer algo?— Pregunta con una media sonrisa

 

—Te hace falta sonreír más, al parecer no eres tan serio. No, no tengo hambre, mejor vayamos a hacer algo...

 

—¿Y si primero comemos? Toma en cuenta que acabas de vomitar...

 

—Si, mi cuerpo perdió alimento necesario, bueno agua. Hoy no comí mucho...

 

—Con más razón, vamos por una hamburguesa...—Intenta convencerme

 

Lo asesino con la mirada, pero no funciona y lo sigo a una especie de restaurante. Aún me siento enérgica y es raro, porque creo que estoy deshidratada. Nos sentamos en la mesa que están Dylan y Lizz.

 

—¿Tan pronto se aburrieron?— Pregunta Lizz sonriendo ampliamente

 

—Se subió cinco veces a la montaña rusa y vomitó. Y aún quería seguir subiendo, parece no tener límites. Además, esta toda pálida, parece un fantasma...

 

Paso mi cabello para mi cara y estiendo mis brazos, como un zombie —Y vengo por tú alma...— Reimos por mis ocurrencias 

 

Piden hamburguesas y bebidas para cada uno. Comienzan a hablar, pero me desconecto de la plática. Cuando como no puedo mantenerme enfocada en otra cosa, es una lucha, contra mi propio organismo. El me dice basta y yo lo llevo al extremo, para no tener que volver a una sala de emergencias. 

 

Cada día me enfrento a un plato de comida que tiene todas las de perder, si como el 40% es mucho, aveces siento que no puedo. Pero me obligo a comer, despacio, saboreando cada bocado. No quiero fallarle a mi padre, prometí comer y así lo haré, aunque sea como un sacrificio.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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