El club de los raros

Capítulo XXVII - Sorpresa

 

 

Aarón frota su cara. Yo continuo sin poder ver a Camile con claridad, mis ojos aún no se acostumbran a la luz. Lentamente puedo distinguirla, está de brazos cruzados. Froto una vez más mis ojos y ya estoy bien.

 

—¿Y bien?— Pregunta ella.

 

—¿Y bien qué?— Sigo medio dormida y no entiendo muy bien qué hacen. Solo sé que mis piernas se encuentran en el regazo de Aarón. —Aparentemente es el día de estar molestos...— Inquiero con ingenuidad.

 

—Ni siquiera la puedes tener en tú habitación... Ten dignidad...— Ella pone sus brazos como jarras.

 

—Hey, hey...— Digo haciendo un ademán con la mano. —Aquí yo soy la única que puede decirle eso y más respeto, que ni siquiera...— Bostezo. —Eres la dueña...

 

—¡Niñita estúpida, cállate!— Exclama.

 

—¿Perdón?... ¿Por qué todo el mundo me trata mal cuando me conoce?— Pregunto en voz alta. —Es cierto, no me importa lo que crean. Pero sin embargo... No permitiré que te refieras a mi así, te dejaré los dientes en la nuca...

 

Antes de poder lanzarme sobre ella Aarón me Toma de la cintura. —Oye calmate...

 

—No puedo, no le bastó con despertarme, ahora me insulta. Y realmente yo no tengo mucha paciencia que digamos, así que te pido encarecidamente que me sueltes, para así borrarle esa sonrisa de hipócrita...

 

—Intentalo niñita...— Me desafía.

 

—Mejor nos vamos...— Aarón me carga por las escaleras.

 

—Estás muerta...— Digo señalando la y pasando mi pulgar por mi cuello.

 

Al llegar al segundo piso intento calmarme, pero aún quiero ahorcarla, de preferencia ya. —¿Por qué tan irritada?— Pregunta él frotando su cara.

 

—Espera... —Analizo la situación. —Ella ya llegó, lo que significa que soy libre... ¡Soy libre!— Exclamo alzando los brazos.

 

—Hey, no me puedes dejar solo en esto...

 

—Sí, si puedo... —Asiento efusivamente. —Además, ya estás grande, tú puedes solo... Tú puedes solo... —Golpeo su brazo dándole ánimos y entro en la habitación. 

 

Empaco desesperadamente rápido mis pertenencias, simplemente las embutí en mi maleta. Voy a la habitación de Amber a despedirme. Golpeo y abre. —Hola... ¿Qué hacemos hoy?... Quiero...

 

—Oye, Amber. Debo irme, pero puedes jugar con Camile... Solo paso a despedirme. Pero no me olvidaré de tí...— Le aclaro al ver cómo se ponía triste. —Vendré, pronto, a visitarte...

 

—Bueno, pero si vienes...— Habla haciendo un puchero. —Vamos, te acompaño a la puerta...

 

—Ok, vamos...— Toma mi mano y caminamos hacia las escaleras. 

 

—Amelia... ¿Te podría pedir algo?— Se pronuncia Aarón, me asutó.

 

—Es posible... Habla...— Empiezo a sacudir mi pie con impaciencia.

 

—¿Esperas abajo Amber?— La pequeña asiente y baja, me sorprende que reciba órdenes de él. Aunque lo dijo en un tono atento y comprensivo. —¿Finjirias ser mi novia? —Esa pregunta me hace sobresaltar. —Por media hora, te doy lo que quieras...

 

—Que bueno que ahora hablemos mi idioma. Lo haré, pero te pasas de listo y algo malo podría pasarte... Ya sabes este mundo es muy peligroso...

 

—¿Es una amenaza?— Pregunta cruzándose de brazos.

 

—Tomalo como quieras, aunque yo lo veo como un concejo...— Es solo media hora, solo media hora.

 

Bajamos y dejó mi maleta cerca a la salida. Me mentalizado para soportar la tortura y sonrio de lo más normal, como si nada. Me siento a desayunar y siento la mirada de Camile en mí.

 

—¿Decidiste quedarte?— Pregunta Amber muy feliz.

 

—Por un rato...— Sonrie y siguimos comiendo.

 

—¿Quién es?— Interviene Camile.

 

—Mi novia...— Dice Aarón de lo más normal. Esa palabra me aterra, siento la tención del momento, además de ganas de vomitar. 

 

La única valiente para hablar es Amber. —¿En serio?— Su emoción me asusta más. 

 

No logro vocalizar nada o mejor dicho no quiero, supongo que puedo arruinar la mentira. Pero hablando de no verdades yo soy experta, locas cosas pasan por mi cabeza.

 

—Así es enana, creo que era el momento oportuno de decirte... —Habla él extremadamente bien. Me sorprende su cambio de actitud, debe estar enfermo.

 

—¿Novia y yo qué?— ¿Tenían algo? Escondo mi cara de sorpresa. Pienso en lo que haré primero cuando llegue a casa, definitivamente dormir, lo necesito.

 

—Nada... No la escuches amor...— Se me acerca y deposita un beso en mi mejilla.

 

—Recordar lavar mi mejilla derecha con ácido, preferiblemente...— Susurro para mí. —Claro cariño, es una resentida...— Sonrio falsamente y agacho la mirada. —Lavar mi boca igual. Que asco...— Susurro.

 

—¿Resentida yo?— Su insistencia con el tema es desesperante. —Ya quisieras...

 

—No, creo que no quiero... —Me apresuro a contestar. —Sé cuando perdí o al menos me retiro con honor... 

 

—¿Qué pensarías si te dijera que nos acostamos?— La miro con cara de "¿En serio?".

 

—No me importa... No me importa en absoluto su pasado está conmigo y a diferencia de tí si lo puedo hacer feliz... Porque lo único...

 

—¿Feliz?— Se pone en pie. —No sabes nada, niñita estúpida...— Y dele con "Niñita".

 

—Es cierto, no conozco nada de la vida, mucho menos la felicidad en sí. ¿Por qué?— Ya me exaspera.— Porque soy miserable desde que me pongo en pie hasta que me voy a dormir. Intento llenar este vacío que dejaron con el paso de los años... ¿Y si crees que has sufrido? Te aclaro, que no tienes ni idea de lo que es...

 

—Claro que sí... No todos nacemos en una cuna de oro...— Me Interrumpe. 

 

—Yo no lo hice, mis padres tenían 18 cuando nací yo... No tenía un plan... Tu has luchado por sobrevivir. Yo he luchado por no morir. Porque estoy condenada a vivir en mi pasado, refundida en lo más oscuro de mi conciencia, porque allì se alojan los peores demonios existentes... Enfrentandome a mis demonios... ¡Así que no me vengas a hablar de sufrimiento!...— Me posiciono de pie fente a ella.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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