El club de los raros

Capítulo XXXI - Mitología griega

 

 

Salimos del hospital, porque sí es un hospital; es de lo más obvio. Aunque parece también como un geriátrico, es una especie de institución mounstro-hibrida. No sé cómo exactamente responder a las preguntas de Julián, o mejor dicho no sé por qué parte empezar.

 

—Tuve un extraño momento de iluminación... —Empiezo a explicar, de inmediato me mira atento. Como un agente esperando alguna declaración. —En el que no estaba en sí, bueno en fin... El cuento es que me colocaron esposas y en menos de dos segundos estaba en la estación con un problema del tamaño de Saturno...

 

—¿Por qué no llamaste a tú padre? —Interrumpe. Prácticamente frenó en seco mi relato.

 

—No estaba y ya tiene suficiente con Mandy... —No solo demuestra intriga  tambien confusión. —Su madre murió, está mal. Lo extraño es que su hermano no estaba por ningún lugar. —Me quedo mirando el suelo.

 

—¿Y tú cómo estás? —Dirije sus ojos al punto vacío que yo observo. 

 

—Siempre me han hecho la misma pregunta, pero a nadie le agrada la respuesta, aunque siempre es la misma. Es complicado, pero no estoy mal, tampoco bien. Estoy en un estado inconscientemente medio. 

 

—No entiendo...

 

—No hay que hacerlo, es como si todo a tú alrededor se cayera el mundo y a tí no te alarmara, pero tampoco te alegrará. Piensalo como en la película "2012"...

 

—¿La del fin del mundo? ¿Eso que predijeron los Mayas? —Inquiere.

 

—Exacto. Eso nos da una idea de lo que puede suceder, es una de las millones de posibilidades de las cuales el mundo llegará a su fin. Pero muchas personas estaba esperando que en ese año ocurriera una catástrofe, sin embargo...

 

—No ocurrió... —Interrumpe. —Aún no entiendo por qué te refieres a ello. ¿Tiene alguna relación con tú visita al psicólogo?...

 

—Tu insistente curiosidad es de admirar, pero hay cosas que me cuestan decir. Y lo sé, es difícil ya que hablo hasta los codos, pero en fin... Vengo al psicólogo porque mi padre no confía en mis capacidades mentales, tampoco el juez o las personas que conviven conmigo...

 

—¿Por que actúas como si estuvieras loca? Porque a mi no me parece...

 

—Aveces creo que "En un mundo de locos no tiene sentido tener sentido..." Parece confuso, pero no lo es. Lo que intento decir es que soy incomprendida para mi época...

 

—¿Te crees mejor?

 

—No, creo que todos son mejores que yo. Realmente no quiero ser mejor que nadie, quiero tener la satisfacción de que lo que digo no sea erróneo, porque la que hago ya lo es...

 

—Todos cometemos errores, no es de preocuparse...

 

—Si tan solo supieras... Sentirías lástima por mí y ese es un sentimiento el que me molesta...

 

—¿Por qué crees que sentiría lástima?

 

—Cada uno conoce su ser, no a la perfección, pero lo conoce. Y yo sentiría lastima por mí... ¿Y si mejor hacemos otra cosa? Me siento incómoda y eso es malo, actúo raro. Y no raro-normal, más bien raro-anormal...

 

Achina los ojos y me observa con detenimiento. —¿De qué quieres hablar? Pero antes... —Hace una pausa y nos detenemos. —No debes ocultar lo que sientes, eso no te hace más fuerte...

 

—No lo oculto, solo no sé expresarlo. No es mi culpa... Bueno es posible, pero Shhh... —Llevo mi dedo índice a mis labios. —Nadie debe saberlo... —Susurro, como si fuera un secreto. Es posible que esté paranoica últimamente por falta de dormir.

 

—Ok... —Asiente temeroso. —Quiero mostrarte algo...

 

—¿Algo? ¿Por qué? O sea, no me gustan las sorpresas... —Aclaro. —Por si no lo había notado...

 

—Si lo he hecho... Hablando de eso, ¿A dónde fuiste?... —Pregunta, de una forma misteriosa. 

 

—No lo sé, caminé en línea recta, después tomé un desvío de la principal y ya... Debo ir al cementerio, la van a enterrar... —Le recuerdo. —¿De qué tamaño tienes el cerebro?

 

—No lo sé. ¿Por qué preguntas algo así? —Fruce el ceño confundido. 

 

—Touche. —Al llegar al cementerio quedamos en silencio. 

 

A la distancia localizo el féretro acompañado por Mandy, mi padre y su hermano, del cual aún desconozco el nombre. Rodeados por muchas personas, imposible acercarse. Observo la escena desde la esquina en la que me ubico, tal cercanía es suficiente. 

 

—Oye... —Llama mi atención Julián. —El lunes iremos a un campamento, todo el ultimo año, ¿Irás?...

 

—¡Ahora un palabras! —Indica un hombre de avanzada edad con una sotana. Tiene hasta un micrófono para que todos escuchen, es extraño. 

 

—¿Campamento? —De reojo lo veo asentir. —¿Por qué?

 

—Mi madre fue una excelente persona... —Inicia Mandy con el micrófono en las manos. —Con un corazón muy grande, no puedo explicar el dolor que me ha dejado tú partida... —Toca el ataúd con los restos de su progenitora. 

 

—Algo sobre trabajo en equipo y así. —Hace que mi atención se centre en él. Se encoje de hombros. —Para mejorar nuestra convivencia...

 

—Yo sé que está en un mejor lugar... —La voz de ella se quiebra con cada palabra. —Pero fue injusto que me dejara sola...

 

—La injusticia hubiera sido atarla a este mundo... —La corrijo, aunque no me escucha es cierto y no lo puede negar.

 

—¿Ahora hablas de injusticias? —Se cruza de brazos y yo lo miro confundida. —Es una broma. —Aclara.

 

—Si... —Sonrio. —No fue gracioso. Deberías dedicarte a otra cosa. Es cierto que eres un payaso, pero no en ese sentido... —Río.

 

—Enseñandole a maestro... —Le añade un tono de superioridad. 

 

—No solo te podría enseñar eso... —Me encojo de hombros.



#347 en Joven Adulto
#1818 en Otros
#480 en Humor

En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.