El club de los raros

Capítulo XXXVI - Psiquiatra

 

 

Salgo inmediatamente del salón y vomito en un arbusto cercano, al parecer el viaje no me hizo bien. Llevo mis dedos al puente de mi nariz, intento aclara mis ideas. —De esta no se salva... Nota mental, ahorcar a Nicolás cuando tenga oportunidad. —Susurro.

 

—Das asco. —Habla a mis espaldas Mike. —Además que forma de reaccionar es esa... Deja mucho que pensar si te besan y vomitas luego... Dramática. —Dice la última palabra entre una tos.

 

—¿Qué? —Me quedo pensando en lo que dijo y por fin lo comprendo. —Oh, no. Esa es otra historia, lo malo es que mi desayuno se mudó con el arbusto... —Hago un puchero mirando el mismo. —Soy muy mala anfritiona... En fin, hoy tenemos aún dos clases más...

 

—Es cierto. —Añade Julián recargado en el marco de la puerta. —Ya es tarde, vamos.

 

—No eres tan desesperante como todos creen... —Inteviene Mike de camino a clase. 

 

—Es que la gente inventa tantas cosas, que ya no se puede direfenciar la verdad de la no-verdad... —Me encojo de hombros.

 

—¿La no-verdad? —Pregunta Julián confundido. —¿O es verdad o es mentira? No creo en un punto medio... —Mike lo apoya asintiendo.

 

—La mayoría de cosas dichas no estan comprobadas, lo que significa que es una no-verdad. Si se tuviera la comprobación se podría definir su hostil naturaleza... —Frunzo el ceño recapitulando si lo que dije tiene sentido. —¡Huy! Azucar... —Compro una barra de caramelo masticable.

 

El resto de las clases estuvieron algo productivas, excepto la de química, el maestro nos abandona con un taller y ni siquera se entrega hoy mismo, me parece un descuido total, igualmente ocupo ese tiempo para hacerlo. La mayoría está jugando o en lugares sospechosos. El mejor lugar que encontré fue la biblioteca y la señora a cargo no me quita la mirada de encima. En los aposentos del club todo se ve normal y esta mi mochila en la banca que la dejé ayer. Organizo las sillas en torno al tablero acrílico y preparo los grafos borrables. Anoto a un costado nuestros nombre, uno debajo del otro.

 

Entra Lauren, se posa en una silla, dejando sus cosas a un lado. —¿Debemos hacer algo hoy? —Pregunta desanimada y de mala manera. No le presto atención hasta que el resto llega y toman asiento.

 

—¿Qué vamos a hacer? —Cuestiona Felipe especulante a mi respuesta.

 

—Ni te esfuerces, está ignorando a todo el mundo. —Se apresura a contestar Lauren irritada. 

 

—Bueno, jugaresmos... —Hago una pausa dramática . —Pictionary... —Las quejas no se hacen esperar. —Como directora y miembro activa del club... ¿Lo harían? Please. —Sonrio entusiasmada y ceden a regañadientes. —Están peor que yo... —Bufo.

 

Empezamos el juego y a medida que avanza le van poniendo más emoción al asunto. Nos hemos reído un montón, por las respuestas tan descabelladas que han dicho; al final hasta pelean por pasar. Manuel me empuja haciéndome caer y todos ríen, ninguno de los cuatro se digna a ayudarme a parar. Ya es tarde y debo pasar a visitar a mi psiquiatra, ya que ayer no pude ir. El último en pasar el Felipe.

 

—Perro... —Dice emocionado Julián. La verdad no le encuentro forma a el dibujo, tiene como cuatro deformidades.

 

—No es un gato... —Felipe mira a Manuel como si no entendiera. —¿Gato?... Un gato... —Vocaliza Manuel exageradamente, pero niega.

 

—¿Es un animal?... —Cuestiona Lauren observando desde varios ángulos. —Deberías aprender a dibujar, toma cursos...

 

—Manatí... Azul... Cangrejo... Naranja... Negro... —Hablo rápidamente. Todos me voltean a ver. —¿Qué? Sus respuestas fueron peores...

 

—Pero tenían sentido... —Interviene exasperado Manuel. —A veces creo que tú no... ¿Como podría dibujar el azul? —Se rien al unísono de su comentario, mientras yo lo fulminó con la mirada.

 

—No, saben qué. Yo creo que solo intenta llamar la atención, siempre sale con algo... —Dice Lauren de una forma un tanto sospechosa, parece juzgarme o una indirecta. Los chicos se miran entre sí con cara de querer huir.

 

—Lo dudo... —La interrumpe Felipe. —¿Y si no puede evitarlo?... Digo, nadie la entiende del todo... Puede ser que su forma de pensar sea... —Centro mis ojos en él diciendo: "Cállate", parece comprender, pues desiste de esa idea.

 

—Asumo que es más simple... —Habla Julián. —Está loca, punto. —Evita mirarme, parece molesto.

 

—Creo que no saben que estoy aquí... ¿Acaso no me ven?. —Suspiro con resignación, tomo mi mochila, me despido con la mano y salgo. ¿Eso lo pensé o lo dije?... Todos oyeron...

 

—¡Era un chiste! —Me gritan. 

 

—¡Lo se!... ¡Nos vemos luego! —Respondo. Tal vez si sea así y esté medio loca. —Solo diré que los grandes locos llegan lejos...

 

Esto de caminar no se me da, pero no tengo opción. Al llegar entro como si fuera mi casa. —¡Hey!... ¿A dónde vas? —Me detiene la recepcionista. 

 

—Con doctor... Ayer cancelar cita y sentir mal... —Hablo como si fuera un cavernícola y sonrio insistiendo.

 

—Un segundo... —Me mira mal y continuo mi camino sin ponerle atención a lo que me dijo, cuando señaló en pasillo me desconecté.

 

—Doctor... —Abro la puerta, recuerdo que no golpee y la vuelvo a cerrar. 

 

—Pase... —Añade el doctor antes de tocar, sin embargo lo hago y paso. —¿Por qué no te presentaste ayer? 

 

—Tan sutil como una escopeta... A lo que vinimos vamos, al parecer no perderemos tiempo con cortesías. —La severidad en sus ojos me hace desviar la mirada hacia el techo. —Se presentó algo... Y de ahí en adelante solo empeoró...

 

—¿Qué fue? —Vasilo en contarle. —Mi ética profesional me prohíbe que lo que me diga salga de esta habitación. —Me recuerda, igualmente niego. —Ok... —Suspira frustrado.

 

—Casi me ahogo... —Quiere saber y debo darle algo para que se entretenga. —Fue extraño...



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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