—¿Qué haces aquí? —Interrumpe mi padre la calma del momento. —Te he estado esperando por más de veinte minutos. Fui a buscarte al salón y resulta que te habías ido de la nada... —De cruza de brazos. —Explicame...
—Mira, hice una grulla de papel. —La pongo frente a mí padre. Me la quita bruscamente, su mirada de centra en mí, es acusadora. —Pues todo iba bien, enserio. Me divertí, pero la segunda vez que vine al baño pasé por casualidad por el salón de manualidades y... Se me olvidó que tenía que volver... —Me encojo de hombros.
—Vamos, Mandy hizo el almuerzo con mucho esfuerzo y más te vale que digas que está delicioso. —Me advierte.
—¿Lo está? —Pregunto incredula. —Porque no cocina muy bien qué digamos... —Siento escalofríos de solo pensar en sus platos anteriores.
—Realmente no está bueno, pero si comestible y creo que con eso es suficiente. Además, ella no debe saber que es pésima en la cocina. —Nos subirmos al auto.
—¿Está bien mentir? —Mi padre niega mientras arranca. —Interesante la doble moral que tienes, mientes y me haces mentir para tú propio beneficio. Eso se ve muy mal...
—No es mentir, se llama empatía... ¿A dónde quieres llegar con esto? —Desvia la mirada del camino hacía a mí, intenta saber qué es lo que quiero.
—No lo sé... Estoy últimamente muy pensativa. Lo cual es raro, estoy prestando atención a los pequeños detalles. —Me encojo de hombros. —Oye, una pregunta. ¿Sabes cuál es tú propósito de vida?... Digo ya estás viejo... —Aclara su garganta. —Es decir, ¿Has vivido muchas cosas, tienes más experiencia?. —Sonrio. —Debes haber hayado por lo menos la mitad del propósito de tú vida...
—Realmente no... O pues, no pienso mucho en eso. Y me asusta que pienses en cosas tan profundas y complicadas. —Me ofrece una mirada llena de preocupación.
—¿En serio?... ¿Qué edad tienes?... —Hago los cálculos rápidamente. Si cuando él tenía 18 cuando yo nací y tengo 17, eso significa que tiene... —¿35?... ¿Más, menos?
—A veces es muy difícil que lo tuyo sean las matemáticas. ¿Por qué no elegiste otra cosa?... No sé... ¿Un instrumento? —Esa forma tan sutil de desviar la atención yo se la enseñé.
—Creo que algo así no se puede elegir. Aeemas, no es mi culpa... Es tuya. —Se ofende de inmediato. —Fueron tus genes los que contribuyeron con este defecto de la naturaleza... —Me señalo.
—Oye... —Cierto, no le gusta que me refiera a mí de esa forma.
—Bueno, una en un millón. ¿Así? —Ruedo los ojos.
...
—¿Y?... —Le pregunto a Julián luego de invitarlo a pasar. Estamos sentados es el sofá, estaba viendo una serie, llegó en un mal momento, pero ya qué.
—Primero que todo... Lo siento. —Agacha la cabeza. Parece una sincera disculpa, esto complica un poco el hecho de ignorarlo.
—¿Sabias que en una pelea la primera persona en pedir perdón es la que más aprecia a la otra? —Niega. —Lo imaginé. Te disculpo y pido disculpas por gritar y desesperarme. No fue mi intención... Sé que estuvo mal y no lo volveré a hacer. —Lo digo de una forma muy monótona, me he disculpado tantas veces que ya no es igual.
—Una cosa... ¿Me evitaste toda la semana? —Sip.
—¿Yo? —Me hago la ofendida. —¿Cómo se te ocurre?... Bueno, está bien... —Digo al ver que no cede. —Tal vez, pero estaba muy molesta. —Ofrezco una excusa rápidamente.
—Mejor dejemos el pasado atrás... —Hace un ademán con la mano restandole importancia.
—No podemos, el pasado y las ediciones que tomamos nos hacen lo que somos. —Paso saliva, a veces me sorprendo de tantas cosas que salen de mi boca.
—Tienes razón. En fin... Te traje esto... —¿Un libro?... ¿Por qué solicitaría un libro tan extraño?. —Es el álbum fotográfico... —Aclara al notar mi cara de desconcierto.
—Interesante... ¿Por qué? —Ni me acordaba de esto, que distraída soy.
—Porque me pareció correcto que lo tuvieras y sacamos diez. —Lo abrazo impulsivamente.
—¡Sacamos diez!... ¡Qué emoción!... —Me paro sobre el sofá y empiezo a bailar con la música de mi cabeza.
—Te vas a caer... —Me hala del brazo para que me siente.
—Es posible. —Lo miro mal. —¿Lo hiciste solo?
—No, Lizz me ayudó. Ella hizo el diseño y yo lo mandé imprimir y compactar en el libro. —Era de esperarse, está realmente muy bonito el diseño.
—Me encanta la portada. Más la mezcla de todos los colores. —En cursiva se leen nuestro nombres y debajo "Colores" con negrita. Paso mis dedos por la tapa, parece tener algo de relieve. —Que bueno que fue Lizz, porque tú tienes gustos cuestionables...
—Y que lo digas. —Me sonríe. —Ella encantada me ayudó... —A pesar de todo, por la sonrisa de idiota que trae, puedo apostar que pasaron tiempo de calidad los dos.
Lo abro, la portada es igual que carátula. Al inicio una foto mía; "Negro", como título. —¿Por qué inicia con está?... Fue una trágica historia... —Señala las palabras debajo. —"En el principio todo era oscuro y de repente..."
—Aún no superó que te hubieras golpeado con la puerta... —Recuerda el momento y empieza a reír.
—No fue mi culpa, el flash de la cámara me aturdió y una cosa llevo a la otra. Además, yo llevé la peor parte, y la oscuridad de ni habitación no ayudó. —Sobo el área en el que me golpee, recordar el momento hace que mi frente vuelva a doler.
—Eres un caso... Y de los malos... —Paso la página.
—"Y se hizo la luz..." ¿Está complementa la página anterior?... Si no estoy mal y es obvio que no lo estoy, supongo que es de la Biblia. —Asiente.
—Así es... Y obvio tenía que ser el blanco, además ese es mi color, parezco un angel... —Utiliza un tono desesperante, uno muy egocéntrico.
Editado: 21.06.2021