El club de los raros

Capítulo XLVIII - Evaluar el club

 

Termino de hablar con Nicolás, dejo el teléfono a un lado y sigo concentrada en el techo. Al menos mi habitación brilla sin necesidad de encender las luces. Reviso la hora y ya es más de media noche, poco tiempo después el reloj marca la una y siete de la mañana, el tiempo está corriendo como un desquiciado.

 

Unos extraños ruidos me despiertan, aparentemente están teniendo algo de acción mi padre y Mandy. No quiero seguir escuchando, es muy perturbador, así que me coloco unos tenis, tomo mis llaves y bajo por la ventana. Casi caigo, por suerte mís habilidades arácnidas me ayudan.

 

Vago por la ciudad, apreciando la bella y calmada oscuridad. Camino sin rumbo fijo, olvidandome completamente del reloj. Visualizo a lo lejos un autoservicio, así que me dirijo allí. Está haciéndo frío un infernal, lo cual es raro, porque en el infierno argumentan que hace mucho calor. Además, mi buso no me calienta lo suficiente, entro y hay un joven de aproximadamente 25 años en el mostrador.

 

—Bienvenida al... Sabes qué, solo toma lo que quieras... —Dice de mala gana. Esperaba un lindo recibimiento, que decepción.

 

—Gracias por la actitud tan cortes. —Espeto sarcásticamente. —Créeme que me siento mejor... ¿Tienes algo caliente? —Tiriteo del frío.

 

—Hay café... —Supongo que de cierta forma me esta ofreciendo, asiento y sirve dos vasos, tomo la humeante taza.

 

—No soy de tomar café, pero bueno. ¿Qué horas son? —Le doy un sorbo a la deliciosa bebida caliente.

 

Revisa su reloj. —Tres y cuarenta y... Dos... Disculpa que soy entrometido pero, ¿Qué haces aquí, a estas horas?

 

—Es una historia un poco incomoda de contar... —Giro levemente mi cabeza y veo muchos chocolates a mi alcance. —Y sí, eres entrometido.

 

—¿Huiste porque no cumplieron tus caprichos? —Me sigue con la mirada mientras tomo el delicioso chocolate blanco, lo destapo y le doy un mordisco. 

 

—¿Qué? ¿Esto?— Señalo mi cara de no he dormido. —No, lo que pasa es que mi padre y su esposa estaban teniendo sexo y... —Hasta ahí logro hablar sin que me den escalofríos. 

 

—Ahhhh... —Agrega con incomodidad. —No debí preguntar... —Ahora si cae en cuenta de su terrible error.

 

—Sí, así es... ¿Tienes nombre? —Examino el mostrador con detenimiento, hay mucho para comer, pero de ver tanta comida ya me siento algo llena.

 

—Anderson, ¿Y tú? —¿Por qué las personas no mencionan su apellido?... Menos posibilidades de encontrarlos fácilmente... No, no es por eso.

 

—Amelia White. —Sonrie cansado. —¿Por qué el turno de noche? ¿Haces algo productivo durante el día?... No es por nada, pero yo no trabajaría en la noche, no es lo mío. En la noche ocurren escenas del crimen... Y las más macabras y perturbadoras. 

 

—Estudio ingeniería mecánica... Pero el dinero no me alcanza para vivir y conseguí este trabajo, la paga es buena... ¿Y por qué escenas del crimen? —Pregunta algo temeroso de la respuesta. 

 

—¿Un universitario? —Asiente. —Me agrada... Y la noche es el escenario perfecto para crímenes. Es como el acompañante perfecto para un asesino.

 

—Aún no sales del colegio ¿Cierto? —Rasca su nuca, ignorando lo que dije.

 

—Pues es algo complicado, aprobé el colegio con 11 años... Técnicamente, porque legalmente no... —Me quedo mirando una mancha en el piso. —¿La mancha de dudosa procedencia, es sangre?

 

—Eres una chica muy extraña y no sé por qué me cuentas tantas cosas de tí, no nos conocemos... —Se encoje entre hombros. —Y no, no es sangre.

 

—Es posible que nunca vuelva y no sé, creo que me caes bien... Generalmente soy un libro abierto... Aunque como muchos, oculto cosas... —Debería callarme, si, es un muy buen momento para hacerlo.

 

—¿Entonces sí huiste de casa? —Alza una ceja especulante a mi respuesta. 

 

Lo miro mal —No, no sé... No he tenido últimamente las cosas fáciles... —Aprieto los labios.

 

—¿Y cómo es eso? —Su confusión me confunde. —Cuando te toque valerte por si sola, mantenerte, verás lo realmente difícil. —Espeta algo molesto, fue cambio radical. —La vida nunca va a ser fácil.

 

—Al parecer estoy condenada que todo sea complicado, que toda mi vida sea asi. Igualmente me queda casi un mes para volver al mundo real... —Ya no quiero hacer tal cosa.

 

—¿Al mundo real? —Para ser mayor que yo, no comprende rápidamente lo que digo.

 

—En menos de ese tiempo me graduo, lo que significa universidad. Porque no tengo más opciones, además ni he pensado qué quiero de verdad. Pero ignorando todo eso, es un buen plan. —Sonrío convencida. 

 

—¿Qué carrera?... —Al parecer hoy es el día de entrometerse en mi existencia. 

 

—Supongo que matemática pura, siento una singular atracción por las ciencias exactas. —Me encojo de hombros de lo más casual. —Digamos que tengo talentos especiales, que me hacen más rara de lo que ya soy... Aprendo rápido, es un don excepcional... —Por favor, que alguien la caye.

 

—¿Eres una chica súper dotada o algo así? —No muestra impresión alguna, me agrada.

 

—Podrías ponerlo de esa forma... Nunca he tenido una vida normal y quiero disfrutar lo que comprende mi normalidad. —Aunque de por sí, es demasiado extraña.

 

—Hablas como si te fueras a morir...—Agrega algo perturbado.

 

Río por su expresión. —Bueno, me voy Anderson..— Me despido con la mano y abro la puerta de la tienda. —Ojalá y nos crucemos nuevamente en un escenario más agradable.

 

—¿A dónde irás? —Me detiene con la pregunta.

 

—No lo sé... No siquiera sé qué hago aquí... Además, tengo miles de caminos que puedo recorrer. De hecho, todo el mundo, y si deseara, podría recorrer todo el universo. —Quisiera ir más allá de lo conocido, mucho más allá.



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En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

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