El aula de historia era el campo de batalla personal de Lucas. Mientras los demás estudiantes anotaban diligentemente sobre la Revolución Francesa, Lucas peleaba una guerra épica contra el sueño, su lapicera actuando más como un arma de defensa contra sus párpados que como una herramienta para aprender. Su mente vagaba entre la incursión espectacular que planeaba esa noche en "Guardianes de Eldoria" y la adorable camada de cachorritos Golden retriever que su vecina había tenido hace poco.
Un codazo disimulado en las costillas lo trajo de vuelta a la realidad de golpe. Carla, sentada a su lado, lo miraba con una mezcla de fastidio y diversión. Su cuaderno estaba impecable, lleno de anotaciones ordenadas y subrayados estratégicos. Lucas, en cambio, tenía una página llena de dibujos de dragones y una frase suelta sobre "impuestos injustos" rodeada de un círculo dudoso.
"Lucas, ¿estás prestando atención?" susurró Carla, frunciendo un poco el ceño. "El profesor acaba de mencionar algo importante sobre el Reinado del Terror."
Lucas parpadeó, tratando de enfocar su mente. "Eh... ¿terrorífico? ¿Como un jefe final con mucha vida?"
Carla suspiró, llevándose una mano a la frente. "No, Lucas. Terrorífico en el sentido de... ejecuciones masivas y un ambiente de paranoia generalizada."
"Ah," dijo Lucas, perdiendo el interés otra vez. "Suena menos emocionante que un dragón de fuego."
La clase siguió, con Lucas haciendo esfuerzos sobrehumanos para no dormirse y Carla ocasionalmente lanzándole miradas de reprobación mezcladas con una sonrisa divertida. Ella parecía haber aceptado su particular forma de estudiar, aunque no dejaba de intentar guiarlo por el buen camino... a su manera.
Al sonar el timbre del final de la clase, Lucas suspiró aliviado. "¡Libertad!" exclamó, estirándose con entusiasmo. "Ahora, la verdadera batalla comienza: ¡conquistar el nivel 50!"
Carla negó con la cabeza, juntando sus apuntes perfectos. "¿No deberías repasar un poco para el examen de la semana que viene?"
Lucas hizo una mueca. "El examen es la semana que viene. Tengo mucho tiempo para eso... y para entrenar a mi mago de nivel 48."
Mientras salían del aula, se encontraron con Javier, que estaba mostrando orgullosamente una foto de su nuevo hámster. Lucas se acercó de inmediato, con los ojos brillando de entusiasmo.
"¡Qué copado, Javier! ¿Cómo se llama?" preguntó, examinando la pequeña criatura peluda en la pantalla del celular.
"Bolita," respondió Javier con orgullo. "Es un poco escurridizo, pero muy simpático."
"¡Me encantan los animales!" exclamó Lucas. "Siempre quise tener un perro, pero mi vieja dice que ya causo suficiente quilombo por mi cuenta."
Carla sonrió al escuchar su comentario. "Tiene razón, Lucas."
Lucas le lanzó una mirada divertida. "¡Oye! Soy un caos organizado."
Mientras caminaban por el pasillo, Lucas vio un cartel anunciando las pruebas para el equipo de fútbol del colegio. Sus ojos se iluminaron.
"¡Las pruebas! ¡Tengo que anotarme!" exclamó, saliendo corriendo hacia el tablón de anuncios.
Carla y Javier se miraron con una sonrisa. Sabían de la pasión de Lucas por los deportes, donde su energía y su agilidad eran mucho más útiles que su capacidad para memorizar fechas históricas.
Más tarde, durante el recreo, Lucas estaba practicando tiros a una canasta improvisada con una lata arrugada. Carla lo observaba desde un banco cercano, leyendo un libro.
"¡Mirá este triple, Carla! ¡Pumba! ¡Derecho al aro!" exclamó Lucas, lanzando la lata con una puntería sorprendentemente buena.
"Impresionante, Lucas," respondió Carla sin apartar la vista de su libro, aunque una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
Lucas se acercó al banco, secándose la frente con la manga de su camiseta. "¿Qué lees?"
"Una novela de misterio," respondió Carla. "Está bastante interesante."
"¿Misterio? ¿Como resolver un acertijo? ¡Me gustan los acertijos!" dijo Lucas, sentándose junto a ella.
Carla cerró el libro, mirándolo con curiosidad. "No es exactamente un acertijo. Es más sobre... intriga psicológica y giros inesperados."
"¡Suena genial! ¿Me lo contarías después?" preguntó Lucas con entusiasmo.
Carla dudó un instante, luego sonrió. "Quizás... si prometés intentar concentrarte un poco más en historia."
Lucas hizo una mueca exagerada. "Trato hecho... más o menos. Pero no esperes un análisis profundo del feudalismo."
Pasaron un rato juntos, Carla contándole pedazos de su libro y Lucas interrumpiéndola con comentarios ocurrentes y preguntas inesperadas. Había una onda natural entre ellos, una ligereza en su charla que iba más allá de la simple amistad. A Carla parecía divertirle la energía caótica de Lucas, y él se sentía inexplicablemente atraído por su inteligencia tranquila y su sonrisa amable.
En un momento, Lucas vio a un grupo de chicas acariciando a un perro que había entrado al patio. Sus ojos se iluminaron y corrió hacia ellas, olvidándose por completo de Carla y el misterio literario.
Carla lo observó con una sonrisa tierna. Sabía que la atención de Lucas podía dispersarse fácilmente, pero también apreciaba su entusiasmo genuino y su buen corazón. No era el estudiante más brillante, pero era leal, divertido y tenía una capacidad asombrosa para encontrar alegría en las cosas más simples.