El Color de la Lluvia

El Sabor de una Nueva Cita

Unas semanas después, el ambiente en el grupo había recuperado gran parte de su ligereza habitual. Los moretones de Mateo eran solo un recuerdo descolorido, aunque la punzada ocasional en la mandíbula servía como un recordatorio tangible del oscuro episodio con Sebastián. Los agresores, gracias a la rápida intervención del director y la evidencia proporcionada por varios testigos (incluidos unos cuantos estudiantes impresionados por la entrada de "ángel de la guarda" de Lucas), cumplían una suspensión considerable y sus padres lidiaban con una multa que, según los rumores, había afectado seriamente sus planes de vacaciones.

Sofía había vuelto a ser la Sofía de siempre: parlanchina, enérgica y con ese brillo travieso en los ojos que Mateo encontraba cada vez más encantador. Su coqueteo, aunque sutil, era innegable. Bromas con doble sentido, roces "accidentales" al pasar, miradas que se sostenían un segundo más de lo necesario... todo contribuía a mantener una agradable tensión en el aire entre ellos.

En la cafetería, el grupo estaba reunido alrededor de su mesa habitual. Lucas contaba con entusiasmo los detalles de su último triunfo en "Guardianes de Eldoria", moviendo los brazos y haciendo efectos de sonido ridículos. Carla lo escuchaba con una sonrisa divertida, mientras Javier mostraba orgullosamente las nuevas habilidades de "Bolita", su hámster virtual.

Mateo observaba a Sofía mientras ella reía con la ocurrencia de Lucas. Su pelo ondulado caía sobre sus hombros con cada movimiento, y sus ojos brillaban con una alegría contagiosa. Sentía una calidez agradable en el pecho, una sensación de normalidad que había temido perder después del incidente.

"¿Y vos, Mateo? ¿Alguna nueva aventura en el mundo de la física cuántica?" preguntó Sofía, girándose hacia él con una sonrisa pícara.

"Solo intentando entender por qué un gato puede estar vivo y muerto al mismo tiempo," respondió Mateo con una media sonrisa. "Aunque a veces creo que mis apuntes tienen ese mismo estado."

Sofía soltó una risita. "Hablando de estados extraños, ¿notaste la nueva obsesión de Lucas con Camila?"

Lucas se atragantó con su refresco. "¡Oye! Solo estoy siendo... amable. Es una chica inteligente."

Carla arqueó una ceja. "Inteligente y, casualmente, muy impresionada por tu valentía en el callejón."

El rubor de Lucas fue evidente. "Bueno, no es para tanto. Cualquiera habría hecho lo mismo."

"Claro, cualquiera se habría lanzado contra cuatro tipos como un berserker," comentó Javier con sarcasmo.

La conversación siguió en tono ligero, con bromas y comentarios sobre las peculiaridades de cada uno. Mateo se sentía parte de algo sólido, un grupo de amigos que se apoyaban mutuamente, incluso en los momentos difíciles. La sombra de Sebastián parecía desvanecerse cada vez más, reemplazada por la luz de la camaradería y la creciente cercanía entre él y Sofía.

Más tarde, en clase de literatura, la profesora asignó un trabajo en parejas sobre un poema romántico. Las miradas entre Mateo y Sofía se cruzaron al instante, acompañadas de una pequeña sonrisa cómplice.

"Supongo que el universo insiste en que analicemos más metáforas lluviosas juntos," susurró Sofía mientras se acercaba a su mesa.

Mateo sonrió. "O quizás simplemente tenemos buen ojo para elegir compañeros de análisis."

Mientras trabajaban en el poema, sus hombros se rozaban a veces, y sus miradas se encontraban sobre las páginas del libro con una frecuencia cada vez mayor. La tensión romántica, aunque suave, era palpable, un recordatorio constante del beso bajo la lluvia y la promesa de más momentos compartidos.

Al salir del colegio, Mateo y Sofía caminaban juntos, dejando atrás a Lucas, Carla y Javier que se habían quedado discutiendo sobre la mejor estrategia para derrotar a un nuevo jefe final en su videojuego. El sol de la tarde proyectaba sombras largas en el suelo.

"¿Tenés planes para el fin de semana?" preguntó Sofía con una casualidad fingida.

Mateo sintió una punzada de anticipación. "Nada en particular. ¿Por qué?"

"Estaba pensando... quizás podríamos ir a ese café nuevo del centro. Dicen que tienen unas tortas increíbles."

"Me encantaría," respondió Mateo sin dudarlo. La idea de pasar más tiempo a solas con Sofía, en un ambiente más relajado que el caótico parque de su primera cita, lo llenaba de una agradable expectativa.

Sofía sonrió, su mirada brillando con un ligero coqueteo. "Genial. Entonces, es una cita."

La palabra flotó en el aire entre ellos, ligera pero cargada de significado. Mateo sintió una oleada de felicidad. Las semanas posteriores al incidente habían traído consigo una sensación de renovación, una vuelta a la normalidad que ahora se sentía aún más dulce gracias a la promesa de un nuevo capítulo con Sofía. La sombra de Sebastián se desvanecía en el pasado, y el futuro, aunque incierto, brillaba con la posibilidad de más momentos compartidos, más risas y, quizás, más besos bajo un sol mucho más brillante.




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