El color de tu Recuerdo

Capitulo 5

AURA

Cuando terminé la clase, me dirigí a mi trabajo de medio tiempo en la Pasteleria del señor Mauro. Conseguir ese empleo no fue fácil; prácticamente tuve que rogarle que me dejara trabajar a cambio de un poco de dinero o al menos comida. Al final, accedió a pagarme lo justo, aunque solo podía trabajar cuatro horas diarias, ya que aún era menor de edad. Sin embargo, dentro de un mes cumpliría dieciocho, y en unos meses terminaría la preparatoria. Con suerte y algo de dinero, me iría de este pueblo, lejos de mi madre y su esposo.

—¡Hola, señor Mauro! —saludé al llegar.

—Buenas tardes, Aura —respondió con una sonrisa—. Hoy tendré que salir un poco antes. Mi esposa quiere ir a cenar y ya sabes… a las mujeres hay que darles lo que piden —soltó una carcajada.

—Siempre y cuando sea amor, no hay problema —comenté.

—Bueno, nos vemos mañana. Me iré ahora, que quiero comprarle unas flores. Estos días ha estado de mal humor. Hasta luego.

—Señor, antes de que se vaya… quería pedirle un favor —dije con la cabeza baja, sintiéndome avergonzada por abusar de su confianza.

Él me miró con una expresión comprensiva.

—¿Otra vez quieres un adelanto, Aura?

Levanté la cabeza de golpe. ¿Cómo lo sabía?

—No tienes que decírmelo, niña. Conozco tu situación en casa y créeme que lo lamento mucho. No mereces lo que estás pasando. Pero no puedo adelantarte el sueldo cada semana. La pasteleria no está en su mejor momento, y con lo poco que gano tengo que cubrir muchos gastos…

Bajé la mirada, resignada, pero entonces él sonrió.

—Aunque hoy tienes suerte. Te daré una parte, pero después ya no podré hacerlo.

—¡Gracias, señor! De verdad se lo agradezco. Me quedaré más tiempo para…

—Calma, niña. No lo hago para que trabajes más. Mejor concéntrate en tus estudios. Ya cuando seas toda una empresaria me lo pagas.

El señor Mauro se acercó a la caja, sacó el dinero y me lo entregó. No pude evitar abrazarlo y, sin darme cuenta, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas. Él y su esposa eran lo único bueno que tenía en mi vida.

—Gracias, señor… prometo pagarle algún día.

—Está bien, nos vemos mañana —dijo antes de salir.

Me quedé ahí, con el dinero en la mano, pensando en lo agradecida que estaba…

Casi al final de mi turno, entró un grupo de chicos de la secundaria. Como siempre, venían juntos y, al frente de ellos, estaba Katy, vestida como una muñeca Barbie.

—Hola… ¿cuál era tu nombre? Perdón, es que no suelo recordar el de las pobretas —dijo con su voz melosa. Todos rieron.

Mantuve la calma y respondí:

—Aura.

—Bien, Aura. Quiero tres cajas de donuts y dos porciones de cheesecake de fresa. Son para Asher. Como su novia, sé exactamente lo que le gusta —comentó en tono altanero, como si necesitara que todos la escucharan.

Pero yo sabía que Asher no soportaba el cheesecake de fresa. Su favorito era el de chinola. Lo recordaba bien, porque más de una vez lo había visto apartar el de fresa y escoger el otro.

Sin decir nada, preparé el pedido. Sabía que lo llevarían a la práctica de baloncesto del equipo del colegio. Siempre lo hacían, y aunque todos peleaban por las donuts, no había dudas de que les encantaban. Después de todo, la mayoría de las veces las hacía yo.

—Son cuarenta dólares —informé.

Katy me miró con desdén, sacó el dinero de su cartera y, como siempre, me lo tiró en la cara.

—Ahí tienes —dijo con su típica expresión de superioridad—. Y unos centavos extra para que comas algo, muerta de hambre. Aunque, con ese cuerpo, parece que ya comes más que suficiente.

Las chicas que la acompañaban rieron a carcajadas antes de salir.

Me agaché, recogí el dinero y no pude evitar que las lágrimas rodaran por mis mejillas. Me sentía débil e insignificante. Solo quería que llegara el día en que pudiera irme de aquí… y dejarlo todo atras.

No soporto a Katy...Esa ingreida no sabe los gustos de mi Asher.(JIJIJIJIJI)




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