Asher
Odiaba haberla tratado así, sobre todo porque no se lo merecía. Cuando vi sus ojos a punto de derramar lágrimas, me dolió. Estaba siendo un idiota. Esos ojos marrones no estaban hechos para llorar, sino para contemplar cosas hermosas… igual que ella.
Ella no tenía la culpa de la vida complicada que llevaba. Pero aun así, yo la había tratado como todos los demás: como alguien insignificante. Me convertí en uno más de los que la hacían sentirse miserable. No fui la excepción… y eso me dolía.
Subí a mi auto para volver a casa. Mi padre quería hablar conmigo sobre un asunto importante de la empresa. Algo que pasaría este fin de semana y en lo que, aparentemente, debía involucrarme. Tenía algo de tiempo antes de llegar, así que decidí hacer una parada. Mi estrés estaba por las nubes, y solo un buen cheesecake podía bajarlo.
Entonces la vi. Aura salía de la escuela, con la cabeza gacha y su ropa vieja y ancha. Aun así, se veía hermosa. Su ropa escondía un cuerpo que sin duda era precioso, pero lo que más me llamaba la atención era su esencia… tan distinta, tan pura.
La ignoré. No me importaba qué iba a hacer o a dónde iba. O al menos eso me repetía. Pero recordé que trabajaba en esa panadería. Y yo quería mi cheesecake.
—¡Súbete! —le grité, deteniéndome a su lado.
—Puedo caminar, gracias —respondió sin mirarme, siguiendo su camino.
—¡Súbete! —insistí—. O me bajo y te meto a la fuerza en el auto.
—Ok, ok, ya voy —cedió, con resignación.
Se subió al asiento del copiloto y agachó la cabeza, abrazando su mochila vieja como si pudiera esconderse dentro de ella.
—¿Qué haces? —pregunté—. ¿Por qué te escondes?
—No quiero que me vean contigo —susurró, intentando cubrirse con su mochila.
—¿Sabías que desde afuera no se ve nada, verdad?
—¿Oh? ¿En serio?
—Sí, Aura. En serio.
Hubo un silencio breve.
—¿Vas a la pasteleria? —pregunté mientras arrancaba.
—Sí —respondió sin emoción.
—¿Por qué me hablas así después de lo que pasó? A veces no te entiendo. Un día me hablas bien, y al otro… parece que me odias.
—Lo siento —murmuré, con la culpa aún clavada en el pecho.
—Tranquilo. Me imagino que estás estresado, ¿verdad?
—Mucho. Por eso te llevo. Quiero un cheesecake. Es lo único que me calma cuando me siento así.
—Lo sé —dijo, y enseguida se apresuró a justificarse—. Digo… lo sé porque me lo dijiste una vez. No es que esté pendiente de ti… o algo por el estilo.
Sonreí un poco. Qué adorable.
—Tranquila, Aura. Respira. Te vas a asfixiar con tus propias palabras.
—Lo siento —murmuró de nuevo, bajando la mirada.
—Pero tienes razón. El cheesecake es lo único que me calma.
—Te daré el mejor cheesecake de chinola que tenga la pasteleria —dijo con una pequeña sonrisa.
—Gracias —susurré.
Y fue ahí, en ese momento simple y sincero, que entendí algo: Aura era mucho más de lo que la gente decía de ella. Mucho más de lo que yo mismo había querido ver. A pesar de cómo la había tratado, seguía siendo amable. No creo que Aura esté hecha para odiar a nadie.
Y quizás por eso… me preocupa. Porque este mundo, el mío, es cruel. Y ella aún no lo sabe.
SE QUE LOS TENIA ABANDONADOS PERO VOLVIMOSSSSSSS....
Editado: 03.05.2025