El color de tu Recuerdo

Capitulo 12

Capítulo 12

Asher

Al llegar a casa esa noche, noté algo extraño desde la entrada: el comedor principal estaba iluminado, y las voces de mis padres se mezclaban con otras más agudas y fingidamente suaves. Al entrar, me detuve un segundo al ver a los padres de Katy sentados a la mesa, junto a los míos. Katy estaba ahí también, por supuesto, con una sonrisa que parecía pintada.

—Siéntate —ordenó mi padre sin levantar la vista de su copa de vino.

Me deslicé en la silla más cercana, justo al lado de Katy, porque no hacerlo habría sido una provocación. Ya no estaba de ánimo para discusiones.

—Nos hemos reunido aquí —empezó mi padre con su tono ceremonial de siempre— para hablarles de los planes venideros. Como ya saben, quedan solo unos meses para que terminen la secundaria, y es tiempo de que empiecen a asumir sus responsabilidades como adultos.

Katy me tomó la mano con fingida dulzura. Su perfume era empalagoso y su tacto, frío.

—Asher, como ya está estipulado, serás mi sucesor al frente de Corporaciones Kotyum. Katy, como tu futura esposa, será la directora general. Por supuesto, bajo tu liderazgo.

Los padres de Katy asintieron satisfechos. Su madre, siempre cubierta de joyas como si cada centímetro de su piel tuviera precio, sonrió con exageración.

—Nos honra unir nuestra familia a la suya, señor Kotyum —dijo ella con una voz tan falsa como sus pestañas.

—Y yo también lo deseo —añadió Katy, radiante—. Le prometo que como futura señora Kotyum haré todo lo necesario por la empresa… y por nuestro matrimonio.

Me miró esperando reciprocidad, pero no le ofrecí ni una palabra ni una mueca.

Mi padre carraspeó.

—Espero lo mismo de ti, Asher.

Clavé la vista en la mesa.

—Eso también espero —respondí, seco.

Me levanté sin pedir permiso.

—Si me disculpan, estoy cansado. Me iré a mi habitación.

—Asher... —comenzó mi padre.

—Con permiso —dije con frialdad. Me fui sin esperar respuesta. El aire me faltaba y, por dentro, la rabia hervía.

En mi habitación, me quité la chaqueta con rabia contenida. Todo en mi vida parecía un guion escrito por otros. Sacrificaba cada minuto por una excelencia que no era para mí, sino para una empresa, una imagen, una familia obsesionada con el control.

Desde la muerte de mi hermano, me convertí en el proyecto perfecto que nunca pedí ser. Un hijo moldeado a partir de la culpa.

Escuché la puerta abrirse sin tocar.

—Ash... —dijo Katy suavemente, entrando sin permiso, como si le perteneciera el lugar.

—No, Katy. No tengo cabeza para ti ahora. Quiero estar solo.

Ignoró mis palabras. Se acercó lentamente, se sentó en mi cama y comenzó a desabrochar mi pantalón con lascivia.

—Yo puedo darte ánimos… —susurró, mientras su mano bajaba con intención.

La detuve firmemente.

—Katy, no. Basta.

Ella me miró, fingiendo ofensa.

—Sabes muy bien que solo estoy contigo por el capricho de nuestras familias. No hay amor. Ni siquiera te respeto. Tu actitud es repugnante, y deberías enfocarte más en ti que en mantener esta mentira.

Su expresión se endureció.

—¿De verdad vas a decirme eso, tú? ¿El hijo perfecto que hace todo lo que su papi quiere?

—¿Y tú? ¿Acaso me amas? No. Te revuelcas con Austin a escondidas, y vienes aquí a fingir fidelidad.

Sus ojos se abrieron un poco. No por culpa. Por orgullo herido.

—Ay, por Dios. Fue solo un desliz, mi amor. Tú eres el que me importa, a ti te amo. No seas tonto. El poder que vamos a tener juntos...

—Puedes irte —la interrumpí.

—¿Por qué? ¿Porque no quieres admitir que te gusta? ¿Que al final seré tu esposa quieras o no?

—No. Porque tu presencia me asfixia. Porque te odio y odio esta farsa. Eso es razón suficiente.

Ella se quedó quieta unos segundos, luego se levantó con altivez.

—No tienes escapatoria, Asher. Estás atado a mí quieras o no.

Me fulmino con la mirada y se volteo enojada, Cerrando la puerta de un portazo.

***

A la mañana siguiente, el sol parecía brillar con más fuerza de lo habitual, pero todo me resultaba gris. Al llegar al convento, todo estaba en orden: decoraciones sobrias, sillas perfectamente alineadas, arreglos florales… y, por supuesto, cámaras discretamente ubicadas para que los donantes fueran vistos.

Mi padre me presentó a varios socios y subdirectores. Habló con palabras que sonaban vacías para mí: progreso, compromiso, alianza estratégica. Todo lo que yo no quería.

Mientras fingía interés, mi mirada vagó hacia el patio trasero. Vi una figura familiar de espaldas. las dos coletas y esa ropa que la conocias desde lejos incluso sin mirar su cara… era ella. Aura.

Ella giró. Y detrás, como una sombra venenosa, estaba Katy.

No. No, no, no...

Me aparté de los empresarios como pude. Corrí hacia el jardín, pero llegué tarde. Vi justo el instante en que Katy, con su copa en mano, vertía el líquido espumoso en el rostro de Aura.

Aura se quedó quieta por un segundo. Respiró hondo, como conteniendo las lágrimas, y se giró hacia los niños que la miraban confundidos. Les sonrió. Continuó como si nada.

Esa fuerza… esa dignidad me rompieron por dentro.

Busqué a Katy quien se dirigia a donde su familia con cara de victoria.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté alcanzandola y agarrandola por la muñeca, conteniendo el enojo que me hervia la sangre.

—¿No lo viste? Esa basura me faltó al respeto.

—Tú empezaste me imagino. Siempre lo haces.

—¿Y qué si lo hice? ¿Acaso vas a defenderla? ¿A ella? Ten cuidado, Asher. Recuerda quién eres. Y lo que seremos tú y yo. Serás el presidente de Kotyum, y yo, tu esposa. Si se te olvida, puedo recordárselo a tu papá… con detalles. Como tus paseos a escondidas. o acaso crees que no me di cuenta que la llevaste a su casa el otro dia?




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