Aura
Había sido un día lindo. Uno de los mejores que había tenido, podría decir. Asher era tal como siempre lo había visto: inteligente y guapo. Su cabello rubio, en pequeños rizos desordenados, brillaba con la luz del atardecer, y sus ojos azules me hacían querer mirarlo siempre un poco más. Y cuando sonreía… se le marcaban esos diminutos hoyuelos que lo hacían parecer perfecto. Aunque para mí, ya lo era.
Después del incidente en el lago, Asher me prestó su abrigo. Yo temblaba de frío, pero más que eso, temblaba porque lo tenía cerca. Lo miré, tratando de adivinar qué pensaba, pero su expresión era imposible de descifrar. No sabía si estaba molesto o simplemente sorprendido de lo torpe que había sido al caerme al agua. Regresamos al lugar, debajo del gran árbol, y continuamos trabajando en el proyecto. Pero algo había cambiado. Asher estaba más callado, más distante… y sentí que todo era mi culpa.
Pasamos la tarde entre apuntes, risas cortas y silencios largos. Cuando el sol empezó a caer y el cielo se tiñó de naranja, Asher dijo que me llevaría a casa. Durante el trayecto, ninguno de los dos habló casi nada. Yo solo miraba por la ventana, nerviosa y triste. No quería que un día tan bonito terminara así… por mi torpeza.
De pronto, rompí el silencio: —Lo siento.
Asher giró un poco la cabeza, sin entender. —¿Por qué lo sientes?
—Por caerme al lago… y porque, bueno, arruiné el momento.
Él sonrió apenas, con ese gesto tranquilo que siempre tenía. —No tienes que disculparte por eso. Fue divertido, en realidad.
—¿De verdad? —pregunté, un poco aliviada. —Sí. Créeme, he pasado días mucho peores. Reí suavemente.
—Está bien, gracias. El resto del camino volvió a quedarse en silencio, pero ya no dolía tanto. Era un silencio suave, como si ambos estuviéramos procesando lo que había sido el día. Cuando llegamos frente a mi casa, respiré hondo antes de hablar.
—Gracias por traerme… y por el día. —Fue bueno pasar el día contigo, Aura —respondió con una sonrisa leve—. Ya sabes… por el proyecto. Mi corazón se encogió un poco. —Oh, sí… claro, el proyecto —dije, fingiendo naturalidad mientras el calor me subía al rostro. —Vale, nos vemos el lunes.
—Asher… —lo detuve antes de que arrancara—. No creo que sea buena idea que nos vean juntos en la escuela. Ya sabes… podrían decir cosas, y tú tienes a Katy No quiero causar problemas ni rumores. Él me miró por un instante, serio, pero su voz fue suave cuando respondió: —Está bien, Aura. Como te sientas más cómoda. Nos vemos el lunes. Asentí, bajé del auto y cerré la puerta con cuidado.
Mientras caminaba hacia la entrada de mi casa, escuché cómo el motor se alejaba hasta que se perdió por completo. Me quedé quieta un momento, con el abrigo de Asher aún sobre mis hombros, respirando el perfume que había quedado impregnado en la tela. Fue un día hermoso con el chico que me gustaba… Pero supongo que ese sentimiento solo existía de mi parte. Y así se quedó: en silencio, guardado como un secreto que nadie debía descubrir.
Cuando abrí la puerta y mi corazón se detuvo. Ahí estaba ella, mi madre, tirada en el suelo de la sala , bebiendo y fumando. El olor a alcohol y tabaco me golpeó.
—¡Hasta que llegas! Ya eres toda una zorra. Su voz era un rugido arrastrado que siempre me hacía encogerme. —¿Quién fue el que te trajo? ¿Con quién pasaste el día? Me aferré al abrigo de Asher. —Es solo un compañero, mamá. Estábamos haciendo un proyecto de ciencias de la escuela. Se rio. Una risa seca y horrible.
—¿Y crees que te voy a creer? Se acercó a mí. El cigarrillo humeaba peligrosamente cerca. De repente, comenzó a jalar con violencia el abrigo que llevaba puesto. —¡Mamá, para, por favor! Lo juro, es solo un compañero… —¡A mí no me mientas! Ya eres una zorrita buscando chicos para follar. ¿Eso es lo que quieres? ¿Eh? Intenté alejarme, sintiendo las lágrimas de impotencia.
—¡Mamá, para, por favor! Y entonces lo sentí. Un dolor terrible y agudo que me hizo gritar. Me había quemado con el cigarrillo en el brazo. —¡Mamá, duele! ¡Por favor, basta! Me soltó, dejándome temblando. —Espero que quien sea ese chico parece que tiene dinero, consigue el dinero y ahora, vete a tu cuarto y no salgas. No quiero verte.
Con el brazo ardiendo y el corazón latiendo desbocado, recogí el abrigo de Asher del suelo. Subí las escaleras, el dolor de la quemadura opacado por la sensación de vacío. Un día que había empezado hermoso, ella lo había arruinado. Lo había arruinado, como había arruinado todos mis sueños y mi vida.
Editado: 09.11.2025