El color de tu Recuerdo

Capitulo 25

Aura

Al llegar el lunes estaba más feliz que una niña con su primer helado, con esa sensación en el pecho de que, por fin, había conseguido algo de dinero y podía decir que tenía un pequeño ahorro. Era poco, sí, pero para mí significaba mucho. Por primera vez en mucho tiempo, no me sentía atrapada del todo. Sentía que estaba dando un paso, por pequeño que fuera, hacia algo mejor.
Me levanté temprano. El cielo todavía estaba gris, con ese tono suave que tienen las mañanas tranquilas. Me hice dos trenzas y me puse el vestido azul claro de mangas largas, el que tenía pequeñas flores blancas bordadas en la tela. Era sencillo, pero me gustaba cómo se movía cuando caminaba. Por lo menos hoy quería sentirme algo linda, aunque sabía que aún me faltaba mucho para verme así. A veces, solo bastaba intentarlo.
Tomé mi mochila y salí rumbo a la escuela. En el camino, respiré el aire fresco, y por unos minutos imaginé cómo sería mi vida si pudiera mantener esa paz siempre. Pero la realidad me alcanzó en cuanto crucé el portón de la escuela.
Apenas di unos pasos, vi que Kevin —el amigo inseparable de Katy— venía hacia mí. Por instinto, me tensé. Pensé que, como siempre, iba a burlarse o hacerme alguna broma. Pero su expresión era diferente. Se veía... serio. Casi incómodo.
—Hola, Aura —dijo, con una sonrisa tímida—. ¿Cómo estás?
Lo miré confundida. —Hola, Kevin… —respondí con cautela, sin saber si debía seguir caminando o quedarme.
—Lo siento —dijo de repente. Me quedé en silencio. —Por cómo te he tratado… —añadió, bajando un poco la mirada—. A veces creo que mis bromas y las de Katy se pasan.
Lo observé con el ceño fruncido. ¿Kevin pidiendo disculpas? Eso no era algo que pasara todos los días.
—Está bien —dije finalmente, aunque mi voz sonó más fría de lo que quería—. No pasa nada.
—No, en serio —insistió—. Estoy tratando de cambiar. —¿Cambiar? —pregunté, incrédula. —Sí —afirmó, caminando a mi lado—. Quiero dejar atrás todo eso. No me gusta en lo que me estaba convirtiendo, y pensé que podía empezar contigo… pidiéndote perdón.
Me detuve. Lo miré, intentando encontrar alguna burla escondida en su tono. Pero no la había. Por primera vez, Kevin se veía sincero. O al menos, eso creí notar.
—¿De verdad estás disculpándote conmigo? —pregunté, cruzándome de brazos. —Sí —dijo con un suspiro—. Y no es una broma. Te lo prometo.
Sus ojos reflejaban algo que nunca antes le había visto: culpa. —Bueno… está bien —dije al fin—. Te perdono.
Él sonrió levemente. —Gracias. De verdad, Aura.
Por un instante, sentí algo parecido a alivio. Quizás sí podía cambiar. Tal vez todos merecían una segunda oportunidad.
Pero ese pensamiento duró apenas unos segundos.
—Kevin. —Esa voz me hizo girar automáticamente.
Asher estaba parado detrás de él. Su expresión era seria, y su mirada… intensa.
No sé por qué, pero me puse nerviosa. Asher me miraba fijo, sin decir nada. Y, por un momento, juraría que estaba molesto.
—¿Necesitabas los apuntes de matemáticas o no? —preguntó, con un tono seco.
—Sí, claro —respondió Kevin rápido, casi sobresaltado.
—Pues entonces vamos —dijo Asher, sin apartar los ojos de mí—. No tengo todo el tiempo del mundo.
—Ya te sigo, Asher —respondió Kevin. Luego volteó hacia mí—. Ah, por cierto, me estoy disculpando con Aura… ya sabes, por las bromas y todo eso. Hizo una pausa, sonriendo nervioso. —Quiero dejar eso atrás y… no sé, tal vez ser su amigo. ¿Verdad, Aura?
Me quedé muda un segundo. La mirada de Asher me atravesó como una flecha. —¿Eh? Sí, claro… —respondí torpemente.
—¿Amigos? —repitió Asher, alzando una ceja. En su voz había algo difícil de descifrar. No sonaba molesto… pero tampoco indiferente.
—Ya veo… —añadió finalmente. Luego le lanzó una mirada a Kevin—. Sígueme.
Asher se dio la vuelta y comenzó a caminar con pasos firmes. Kevin, antes de irse, me miró una última vez. —Adiós, Aura —dijo, dándome un abrazo rápido.
No supe cómo reaccionar. Me quedé quieta, mirándolo alejarse con Asher. El contraste entre ambos era tan fuerte que dolía. Kevin sonreía, ligero, despreocupado. Asher, en cambio, caminaba tenso, con las manos en los bolsillos y los hombros rígidos, como si algo lo incomodara.
Cuando desaparecieron entre los pasillos, me quedé mirando el suelo. ¿Había hecho bien en perdonarlo? ¿O solo estaba cayendo otra vez en el mismo círculo de siempre, esperando que las personas cambiaran cuando en realidad nunca lo hacían?
Suspiré, intentando sacudirme el pensamiento. Tal vez debía simplemente dejarlo ser. No pensar tanto. Pero era imposible. Porque cada vez que Asher estaba cerca, todo se complicaba. Su mirada, su forma de hablar, la manera en que su presencia cambiaba el ambiente… todo me afectaba.
Cuando sonó la campana, me dirigí al aula. Las conversaciones y las risas de los demás se mezclaban a mi alrededor, pero yo solo pensaba en una cosa: la forma en que Asher me había mirado. Había algo detrás de esa expresión, algo que no supe entender. ¿Celos? ¿Molestia? ¿O simplemente decepción?
No lo sabía. Pero algo dentro de mí me decía que ese lunes, más que feliz, iba a ser el inicio de algo que no podría controlar.




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