Isaac esta sentado en una fría banca de una plaza próxima a su casa, sus ojos arden como jamás en su vida, su mirada vacía no logra enfocar nada mas allá de los cigarrillos que yacen a sus pies, se pregunta cuantos llevará, 12 o 13 en las ultimas 2 horas, su cabeza no para de dar vuelta no se detiene y no puede controlar el impulso de morder su labio inferior para controlar su llanto, esta cansado, pero la idea de mirar a su familia, de ver su cara de compasión es lo que menos desea en estos momentos.
el nunca pensaría que todo terminaría de esta forma, cuando la conoció fue una casualidad, ellos eran completamente incompatibles. El tranquilo, sereno, racional y casi maduro, ella en cambio era un huracán todos los que estaban cerca de ella lo sabían, no podías estar mucho tiempo con ella sin que te cambiara, sin que te vieras arrastrado por su deslumbrante personalidad, su segundo nombre era impulso, hacia lo que quisiera, era su lema, y nadie estaba dispuesto a ir en su contra.
ahora Isaac solo sentía dolor en su pecho, su garganta seca, deseaba gritarle al mundo, al asqueroso mundo que jugaba una desagradable broma, una de las que te destroza la vida y te cambian para siempre. Apretaba en su mano un viejo regalo que ella le había entregado, aferrándose a su imagen que aun seguía viva en su mente, las cosas ya no podrían ser como hace unas semanas, todo se había arruinado, y el no podía encontrar un culpable...
habían sido unos caóticos 6 meses, llenos de distintas emociones, pero el no cambiaría nada de las decisiones que tomo...