Unos meses han transcurrido ya desde el fallecimiento de la señorita Daisy. He vuelto a mis labores como parte de la servidumbre de Lady Raven, y es agradable mencionar que nuestra relación se ha vuelto cada vez más estrecha. Día tras día ella deposita cada vez más su confianza en mi persona, lo que ha provocado que muchos de sus sirvientes lleguen a pensar que hay algo oculto entre nosotros. Hemos sido precavidos en ello, por lo que establecimos un límite para evitar este tipo de situaciones; sin embargo, esto no evita que malas lenguas hagan correr ciertos rumores malsanos sobre nosotros.
El día anterior una impactante noticia corrió hacia nuestros oídos, misma que dejó a todos desconcertados y llenos de dolor.
Sucedió que la sirviente personal de Lady Raven, la señora Narciso, había tomado ese día libre debido a que su sobrina estaba por contraer matrimonio, y ella quería ayudarle en lo que fuera necesario.
Durante la mañana, la señora Narciso caminaba en compañía de su sobrina por las calles de una de las zonas más concurridas del centro de la ciudad. El lugar estaba repleto de personas que caminaban a pie y otras que avanzaban en sus vehículos.
Quisieron las circunstancias que uno de los conductores de uno de los vehículos perdiera el control y este comenzara a correr a altas velocidades justo hacia donde la señora Narciso y su sobrina se encontraban. Con la determinación de proteger a su familia, la señora Narciso empujó a su sobrina hasta una posición segura, y acto seguido ella hizo lo posible por evadir el vehículo, en lo que tuvo gran éxito. Por desgracia, su acto heroico no le permitió ver que, desde otra dirección, otro vehículo grande que transportaba personas se dirigía hacia ella, y fue este el que acabó por golpearla con gran fuerza.
Horrorizada, su sobrina solicitó ayuda inmediata, y en breves instantes llegó hasta ellos una pequeña brigada de médicos Azul en un vehículo especial desde el hospital, pero ya era demasiado tarde. El impacto que la señora Narciso recibió del vehículo fue lo que provocó su muerte en un instante.
La joven mujer, traumatizada por lo sucedido, fue trasladada de inmediato a un hospital cercano para ser atendida, y en cuanto pudo se dirigió al palacio para informar lo sucedido.
Hoy fue el servicio funerario. Lady Raven se presentó para expresar sus condolencias a la familia de la señora Narciso y lamentar su pérdida junto a ellos. Regresó esa misma noche, luego de que su placa fuese colocada en el cementerio local, y se encerró en su habitación. La escuchamos llorar con fuerza, pero no ha permitido que nadie más ingrese para darle consuelo
Me acerco hacia la puerta y toco, pero ella solo pide que me retire.
—Soy yo, Flint —menciono, y escucho como ella deja su cama y se acerca hacia la puerta. La abre un poco, y entonces puedo ver su rostro ensombrecido, además de que percibo que sus ojos no tienen ese brillo que les caracteriza.
—Adelante —masculla, y abre la puerta para que pueda pasar y, luego de ingresar a su habitación, la cierra de nuevo.
Acto seguido, ella deja caer su rostro sobre mi pecho y comienza a sollozar con gran fuerza, así que la rodeo con mis brazos y coloco mi mano y mi mejilla sobre su cabeza.
—Lo lamento —susurro mientras ella deja salir toda su pena.
Unos minutos después, cuando ya se siente un poco mejor, pasamos a sentarnos sobre su cama. Entonces le entrego un pañuelo para que limpie su rostro y ella lo agradece.
—La señora Narciso cuidó de mí desde que era pequeña —confiesa—. Jamás conocí a mi madre, pues murió cuando nací, y la señora Narciso ha sido como una figura materna. Fue mi confidente, mi fuente de consejos, y mi mejor amiga —expresa nostálgica—. Dime, Flint; ¿has perdido a alguien cercano?
—Sí —respondo, y trato de pasar un poco de saliva por el nudo que se me ha formado en la garganta—. Perdí a mi padre —agrego, y de inmediato el rostro de Lady Raven se llena de pesadumbre—. Él era lo único que tenía. Sacrificó todo y dejó atrás una vida de lujos en el palacio solo para cuidar de mí —concluyo, y hago todo el esfuerzo que me resulta posible por contener mis emociones y evitar derrumbarme ante ella.
—¿Lo extrañas? —curiosea Lady Raven, quien en ese momento me contempla compasiva y un poco preocupada por mi persona.
Cuando ella pregunta esto, mi corazón llega a su límite, y evoco recuerdos de mi infancia en compañía de mi padre. Recuerdo cuando le ayudaba a preparar alimentos para que él los vendiera, recuerdo las noches de invierno en las que él iba a mi cuarto para cubrirme con la única manta que teníamos, recuerdo sus palabras, sus enseñanzas, los juegos… Nuestra vida no fue sencilla, pero él trató de hacerla lo más feliz posible.