El color del cambio

18

Ni bien entro al salón de eventos del palacio, me encuentro con la escena de una zona de desastre. Por todas partes hay heridos, mujeres que lloran, los sirvientes van y vienen con artículos de curación, recipientes con agua y cuanto artículo sea necesario.

Comienzo mi búsqueda por uno de los corredores, y la primera persona con la que me encuentro es Cyan.

—¡Flint, amigo! Necesito tu ayuda —solicita con presteza.

—¿Qué sucede? —indago con algo de preocupación.

—Necesito que me ayudes con ella —explica, y me hace una seña para que le siga.

A unos pasos de allí se encuentra la oficial Rojo que nos salvó de morir asesinados por ese soldado Marrón. Tiene una herida en el costado izquierdo y otra sobre su ojo derecho.

Cyan y yo pasamos a trasladar a la mujer hasta una habitación cercana, y entonces salgo para buscar un poco de material de curación que nos permita darle un poco de auxilio mientras llega el equipo médico para hacerse cargo de la emergencia.

Entregado el material de curación, dejo a Cyan para que se haga cargo de ello pues posee mayores conocimientos en lo que respecta a medicina y curaciones. Mientras tanto, salgo de allí en busca del señor Admiral.

Conforme avanzo por el corredor, tomo del bolsillo de mi pantalón el extraño brazalete que pertenecía al soldado Marrón y me dedico a examinarlo con mayor profundidad. Se trata de un objeto curioso que recuerda a los relojes que se llevan en la muñeca. Tiene una correa de metal con ocho cuentas, cada una de ellas tiene el color que corresponde al de los ciudadanos de Croma. Además de ello, posee una pequeña caja metálica con un botón.

Lleno de curiosidad, coloco el accesorio sobre mi muñeca y lo ajusto un poco. Luego de ello, presiono el pequeño botón y, al instante, las ocho cuentas comienzan a brillar con intensidad.

—Interesante —musito, y observo mi muñeca con detenimiento. Luego, con la misma curiosidad que me llevó a presionar el botón antes mencionado, toco una de las cuentas que brilla en un color azul intenso, y lo que al instante sucede me deja paralizado y lleno de asombro.

Contemplo mis manos con incredulidad, por delante y por detrás. Luego, veo mis prendas de vestir, e incluso tomo un mechón de mi cabello para analizarlo.

Alarmado, corro hacia uno de los baños más próximos y me asomo al espejo. No hay duda: mi cuerpo entero está iluminado de un vibrante color azul intenso y puro.

Toco mi rostro con mis manos, palpo mis prendas de vestir, incluso reviso mis ojos y, en efecto, luzco como uno de los Azul.

—¿Está todo bien, señor? —inquiere un recién llegado al baño. Es un sirviente Amarillo, uno de tantos que no tolera mi presencia en el palacio. Sin embargo, esta vez no me reconoce.

—Estoy bien, gracias —respondo, y no logro evitar sonreír un poco por la ironía. Si en lugar de ser un Azul fuese yo mismo, tal vez me hubiese dicho algo más hiriente o me hubiera ignorado por completo.

—De acuerdo. Si necesita algo, no dude en pedirlo —añade.

—Está bien —digo, y el sirviente abandona el baño.

Ahora lo comprendo todo. Los Marrón crearon este aparato para poder ingresar a Croma y pasar desapercibidos. Disfrazados como uno de nosotros, se infiltraron al palacio y realizaron sus atrocidades. Quien sabe qué otros horrores hayan cometido fuera del palacio mientras aparentaban ser alguien más. Solo de pensar en ello me llena de inquietud.

Es por eso que decido salir del baño a toda prisa para buscar al señor Admiral y mostrarle el artefacto. Sin embargo no me retiro el dispositivo ni lo desactivo; después de todo, podría resultar útil, y tal vez sea una solución a muchos de mis problemas.

Busco en todo el sitio, e incluso busco en el interior del palacio, pero no hay rastro alguno de su presencia. Llego hasta el departamento donde todos los consejeros reales se congregan, y encuentro a un gran número de ellos enzarzados en una discusión.

—Disculpen —interrumpo, y todos ellos vuelven su rostro hacia mí—, ¿se encuentra el señor Admiral aquí?

—¿No se ha enterado de ello? —habla uno de los consejeros—. Admiral fue raptado por los Marrón.

—Solo dejaron esto —señala un segundo consejero, y me muestra su gorro sucio por el polvo—. Lo vimos cuando lo llevaban escoltado por una puerta trasera y lo hicieron subir a un vehículo que luego partió y desapareció.

La noticia me deja petrificado. Todo en mi interior cae al suelo en ese mismo instante, y el desespero y la inquietud se apoderan de mi ser. Incluso algunas pequeñas lágrimas intentan brotar de mis ojos, lo que intento evitar a toda costa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.