El color del cambio

20

 

He realizado un juramento que no puedo romper.

No es una encomienda sencilla, pero el voto que he realizado ante una autoridad superior debo cumplirlo, o de lo contrario habrá que pagar graves consecuencias.

Pero ahora me enfrento a un pequeño dilema todavía más preocupante: ¿debo hacerlo yo solo, o me veré en la necesidad de buscar el apoyo de alguien más?

Una vez que el señor Cuervo y yo dejamos la habitación de Lady Raven, me dediqué a meditar en ello con profundidad. No quisiera arriesgar la vida de alguno de mis amigos o de cualquier persona que decida acompañarme, pero tengo que admitir que no puedo cumplir esta misión por mi cuenta.

Luego de pasar algunas horas encerrado en mi habitación llegué a la conclusión de que debía formar un equipo. Ahora, la pregunta es: ¿quiénes formarán parte de este?

Hay una persona que cruza por mi mente al instante, mismo a quien acudo de inmediato.

Lo encuentro allí, en una sala educativa donde se imparten lecciones a los pequeños príncipes. Habla con gran entusiasmo y maestría y enseña a su clase un poco de la historia de Croma.

Conozco el relato del que habla: nuestro origen y la historia de nuestra ciudad, además del surgimiento del conflicto contra los Marrón y la razón de la existencia de la ley en contra de las mezclas.

Escucharlo hablar de esa historia me remonta a mi niñez, cuando mi padre me habló de ella, e invade de nostalgia y dolor mi corazón.

Pero no es momento para sentimentalismos, pues hay otro asunto demasiado importante que debo resolver, así que interrumpo un poco su clase.

Llamo a la puerta y Cyan se vuelve hacia la entrada.

—Disculpen un momento —señala, y entonces se dirige hasta donde me encuentro—. Hola, Flint —saluda.

—Hola, Cyan. Esto… Lamento interrumpir tu clase, pero necesito un pequeño favor.

—De acuerdo. En cuanto termine de impartir mi lección te prestaré la ayuda que sea necesaria.

—Esto que quiero pedirte es un poco urgente —aclaro, y el rostro de mi amigo muta en uno lleno de extrañamiento, y entonces se vuelve de inmediato para con sus alumnos.

—Es todo por el día de hoy —dice—. Pueden retirarse —ordena, y los pequeños de inmediato abandonan el aula.

—Ya que no hay nadie más en el salón de clases, Cyan se asoma a la puerta, voltea a ambos lados del corredor y luego cierra con llave.

—¿Qué sucede? —pregunta un tanto alarmado.

—Antes tengo que contarte algo importante —señalo, y entonces paso a narrar lo sucedido durante la mañana cuando me encontraba en la habitación de Lady Raven.

Cyan solo se limita a escucharme con sus ojos abiertos desmesurados y cuando termino exhala con fuerza, cierra sus ojos y menea un poco su cabeza.

—Flint, amigo, te has metido en un aprieto como no lo imaginas —suspira con su mano sobre mi hombro—. Siento decirte que en verdad no soy la persona indicada para esta clase de situaciones riesgosas —comenta, lo que me hace pensar que con toda probabilidad no pueda contar con su apoyo—; sin embargo, sería un pésimo amigo si te dejara ir a solas a cumplir con tu misión —añade para mi sorpresa y completo regocijo de mi corazón.

Cyan sonríe un poco, tal vez por los nervios o la inseguridad, pero con ello da a entender que es solidario con mi situación. Yo le devuelvo la sonrisa y lo sujeto de los hombros.

—¡Gracias, gracias mi estimado amigo!

—Pero, si vas a hacer una expedición de rescate, necesitarás un equipo que te respalde.

—Es justo lo que pensaba; por desgracia, no conozco a demasiada gente que me ayude. Sin embargo, hay un par de personas que tal vez tengan deseos de brindarme una mano. Uno de ellos es un amigo que conozco desde hace años, y el otro me debe un pequeño favor.

—Entre más, mejor. Mientras tanto, me dedicaré a realizar un plan de acción y un inventario de lo que podríamos necesitar para la misión.

—Excelente.

Cyan y yo pasamos a retirarnos, él a su habitación y yo a buscar a esas dos personas de quienes hablaba.

Para el momento de la hora del almuerzo me reúno con Cyan en una pequeña oficina que usa cuando trabaja para el señor Admiral, y para ese entonces ya tenía en sus manos una lista de implementos de primera necesidad para nuestro cometido. A mi lado se encuentran las dos personas a quienes solicité el favor, y Cyan solo se limita a observar con cierta incredulidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.