El color del cambio

34

El nuevo día ha llegado.

Lady Raven y yo nos dirigimos hacia el comedor para toma el desayuno.

La costumbre me guía hacia el sitio donde los sirvientes y trabajadores del palacio toman sus alimentos, pero ella, con un gesto de su mano, me pide que la acompañe hasta el comedor de la realeza.

El sitio ya lo conozco, pues en más de una ocasión he estado allí, solo que no como comensal, sino como parte de la servidumbre. Sin embargo, esta vez será diferente pues ahora soy un invitado más.

Al llegar allí, todos los presentes se ponen de pie. Los sirvientes cesan sus labores y voltean a verme. Solo había sentido el peso de las miradas sobre mí en dos ocasiones: cuando los habitantes de Croma conocieron sobre mi existencia y cuando fui juzgado junto a la señorita Perla, y en ambas ocasiones fue para juicio; pero ahora, sus rostros manifestaban alegría y gratitud, diferente del desprecio que antes inundaba las miradas de los demás.

Me sentí mucho más aliviado al ver entre la gente a Cyan, la oficial Scarlett, y la señorita Perla quien hace el siguiente anuncio:

—¡Recibamos con gran orgullo a Flint, hijo de Pitch!

Sus palabras fueron seguidas de un atronador aplauso y un grito entusiasta de mi amigo Cyan. A continuación, soy llevado por Lady Raven hasta una de las mesas. En ella se encuentran la señorita Perla, Cyan, la oficial Scarlett, además de Dijon, la señorita Sol Toscano, León y Floresta, a quienes invitaron para tomar el desayuno.

En la mesa, un gran número de personas me recibe con calidez. Son algunos de los príncipes y princesas de Croma, además de unos cuántos miembros del actual grupo gobernante. Pero lo que me provoca mayor dicha es ver a la señorita Perla de nuevo. Ella me recibe con los brazos abiertos, lista para darme un cálido y amoroso abrazo como el de una madre que recibe a su hijo.

—¡Hijo mío! ¡Cuánto extrañé verte de nuevo! —expresa.

—Yo también anhelaba verla todo este tiempo —respondo con mis ojos al borde de las lágrimas.

—Ven, sentémonos juntos —indica. Entonces ella toma un asiento y deja uno a su derecha, mismo que tomo mientras que Lady Raven toma el siguiente asiento disponible a mi derecha.

—Me siento halagado por todo este recibimiento.

—Lo mereces, hijo. Tú hiciste posible que todo esto fuera posible.

—No fue nada —expreso con modestia, y ella me mira con ternura—. Por cierto, veo que ya no es una empleada de la servidumbre.

—Así es. Es lamentable decirlo, pero en ocasiones las cosas maravillosas llegan con algunos pequeños sacrificios.

—¿A qué se refiere? —indago un poco desconcertado.

—Durante la guerra, Alabaster y gran parte de los integrantes del grupo gobernante de Croma, incluidos algunos de los príncipes y princesas, fallecieron a causa de la poderosa arma del ejército Marrón. Debido a ello, no hubo muchas personas que tuvieran la posibilidad de ascender al poder y restaurarlo, por lo que decidieron reinstaurar mi derecho como gobernante al ser la persona de más edad entre los que poseían esa facultad.

—¿Significa que usted es la reina superior en el grupo gobernante?

—Bueno, no es por querer alardear ni darme ínfulas de grandeza, pero así es, hijo —responde con un aire humorístico.

—Entonces permítame expresarle mis felicitaciones de la manera más apropiada —comento, y paso a efectuar una reverencia con la mano derecha sobre mi pecho, la izquierda extendida hacia atrás; sin embargo, antes de continuar, ella coloca su mano sobre mi hombro y me detiene.

—No, hijo, no tienes por qué hacer eso; no ante alguien que es tu igual.

—Oh, lo siento, yo… Espere… ¿ha dicho que soy «su igual»? —digo, y comienzo a reírme un tanto apenado—. Pero, ¿por qué dice eso? Ni siquiera soy un príncipe o un rey, sino un humilde sirviente del palacio.

—Ya no más, Flint hijo de Pitch —comenta, y mis ojos se abren desmesurados—. Esa es la razón por la que te hemos invitado en esta ocasión a este banquete matutino. Durante estas semanas, hemos deliberado como grupo gobernante, y en vista de que eres descendiente de miembros de la realeza, además de tu gran sacrificio desinteresado y tus nobles actos de valentía, hemos decidido que, a partir de este día, formarás parte del grupo gobernante de Croma.

Pocas noticias han tenido tanto efecto sobre mi persona. La mayoría de esas ocasione son tristes y oscuras, como el enterarme de que mi padre moriría, o que mi mejor amigo en realidad era un traidor; pero en esta ocasión la nueva que recibía era muy buena. La luz de mi vida, antaño oscurecida, ahora comenzaba a irradiar mi camino tan claro como el día.




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