El comienzo de un narco

Cap 7 ⛓️ Bajo su mirada

—Pensé, que no ibas a leer mi nota...

—La leí... Y ahora estoy aquí, enfrente de ti, mirándote.

Sus mejillas se tiñeron de un leve rojo, como si mis palabras la tomaron por sorpresa, fuimos a la banca y por unos segundos, nos quedamos en total silencio, escuchando solamente el sonido del viento moviendo las hojas de los árboles y el canto lejano de las aves.

—Esto... es raro, ¿Sabes? —Dije finalmente, con la mirada baja —Se qué apenas te conozco... Pero al mismo tiempo, siento que te conozco desde hace tiempo... Es como si estábamos destinados a encontrarnos.

Nuestras miradas se cruzaron y el ambiente comenzó a sentirse de una manera la cuál no se explicar.

El momento estaba a punto de avanzar hacia otra cosa, pero de la nada mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo.

Lo saqué con fastidio y al ver el nombre de la pantalla mi cara cambió por completo. Kim Saijin.

—¿Vas a contestar? —Pregunté, mirando su expresión en su rostro.

—Eso debería hacer... Pero no quiero —Murmuré, apretando el celular en mi mano.

El celular siguió vibrando con insistencia, como si mi padre supiera cuando arruinarme los buenos momentos. Al final suspiré y conteste.

—Dime padre —Hable con voz sería, intentando mantener la calma.

—¿Dónde estás Haeseung?

Su voz era grave, autoritaria, no podía simplemente decirle una excusa tonta.

—Sali un momento para despejar mi mente. —Trate de sonar serio, aunque sabía que el no sería fácil de convencer.

—¿Y estás solo? ¿Verdad?

Esa pregunta me heló la sangre por completo

—¿Porque preguntas ? Y si lo estoy. —Menti tratando de sonar lo más relajado posible.

—Tu sabes que no debes llegar tarde... Y mucho menos rechazar mis llamadas o dejarme esperando.

—Lo se.

—¿Recuerdas que dije que no llegarás antes de las 5?

Me preguntó con un tono frío, causando que me ponga nervioso.

—Si lo se ¿Porque?

—Ahora quiero que llegues antes de las 2:15... Tenemos unos cuantos asuntos que atender.

El sonido de esas palabras se sintió peor que cualquier otro regaño o castigo.

—De acuerdo padre.

La llamada se cortó de golpe y me dejó una extraña sensación en el pecho.

¿Qué demonios? ¿Por qué se sintió tan raro eso? Pensé antes de notar que Jiyu no estaba.

—Un momento ¿ Y Jiyu?

Camine entre los juegos, tratando de buscarla.

—¡Jiyu!

El viento movía los columpios, me gire pero no había nadie.

Y entonces unos pasos rápidos se acercaron...

—Haeseung.

Al voltear mire a Jiyu corriendo hacia mi y antes de que pudiera reaccionar, ella me abrazo con fuerza.

—Jiyu...

No pude terminar de hablar. Sus manos buscaron las mías y sin esperarlo sus labios chocaron con los míos.

Sentia como el mundo entero desaparecía, solo existiamos ella y yo. Su beso era torpe, pero lleno de un sentimiento que no había notado hasta ahora, mis ojos se fueron cerrando y por unos segundos, me deje llevar por la intensidad.

Pero entonces, una punzada de realidad me atravesó. Recordé la voz fría de mi padre, sus palabras inquisitivas, la sombra que siempre me vigilaba. Me aparté de golpe.

—Lo... Lo siento, debo irme. —Mormuré con la respiración entrecortada y sin más, salí corriendo del parque hasta llegar al auto.

No sé qué fue lo que más me perturbó, la llamada de mi padre o el beso de Jiyu. Todo ocurrió tan rápido que apenas podía asimilarlo.

Conducía lentamente, no quería llegar a casa, pero tampoco quería llegar "tarde", pues sabía cómo era mi padre.

La casa estaba en silencio, pero no transmitía paz, era todo lo contrario, transmitía tensión. Apenas entré, pude escuchar su voz.

—Has llegado.

Ahí estaba el, sentado en un sofá enfrente de la puerta, como si estuviera esperando mi llegada.

—Perdón... Si te hice esperar padre.

—Eso ya no importa, espero que hayas disfrutado tu salida. Porque ahora vas a hacer algo que sí vale la pena.

—Si te refieres a tu negocio, te informo que no me importa.

—Esto no se trata de que si te interesa o no. Ahora sígueme.

Obedecí sin discutir, aunque en el fondo sabía que le quería decir y hacer muchas cosas.

Caminamos hasta el patio trasero, donde el aire olía a pólvora y hierro.

Y en una mesa descansaba un arma, la cual mi padre tomó y me la dio.

—Aqui está tu arma Haeseung. Te informo que está cargada y no tiene seguro.

Una sensación frío recorrió mis manos al escuchar las palabras de mi padre.

—¿Qué sucede, tienes miedo?

—No... Solo estoy... Sorprendido.

—Que patético —Bufee —Mira ahí.

Al fondo del patio estaban unas dianas clavadas en la tierra.

—Creo que ya sabes por qué te traje aquí.

—Un poco.

—Tu entrenamiento comienza hoy. Y de una vez te digo, que no me importa que tanto miedo tengas o cuanto tiemblen tus manos, tú vas a disparar cuántas veces sea necesario, hasta que te salga perfecto ¿Entiendes?

Mi padre tomo unos protectores de oídos y me lo entrego.

—Los metales que están ahí son dianas y te ayudarán a mejorar tu puntería y lo que te estoy dando son protectores de oídos, lo usarás por ahora, pero más adelante no lo usarás mas.

Suspiro y cambio su mirada, a una más sería.

—Bien dicho esto, comencemos.

Mis dedos temblaron al rodear el gatillo y el metal frío era como si quisiera hundirme en la tierra. Apunte, respiré hondo y disparé.

El disparo se desvío varios centímetros de la diana.y en ese momento sentí como la mirada fría de mi padre se clavo en mi como un cuchillo.

—Fallaste —Dije con voz cortante sin levantar el tono, pero con la firmeza necesaria para destrozarlo. —En este mundo, la imperfeccion te cuesta la vida.

Trage saliva, quería ignorarlo pero me resultaba imposible, volví apuntar, respiré hondo y disparé. Pero el resultado fue todo lo contrario a lo que yo esperaba yo... Volví a fallar.




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