El comienzo de un narco

Cap 11⛓️ Lo que callan las paredes

El día había transcurrido más lento de lo normal. Todo se sentía pesado, como si las horas se estiraran a propósito para incomodarme. Quizá por eso lo único que quería era llegar a mi habitación, cerrar la puerta y olvidarme de todo por un momento.

Así que solo subí a mi habitación y me di un baño para relajarme. Pasé unos veinte minutos bajo el agua antes de envolverme la cintura con una toalla y buscar algo cómodo para ponerme, algo fresco y sencillo.

Estaba a punto de vestirme cuando la puerta se abrió despacio y Taeyeon asomó la cabeza.

—¿Se encuentra bien joven? —pregunté más por preocupación, que por curiosidad.

—Sí, lo estoy, solo necesito despejar un poco mi mente.

Taeyeon entró del todo, observándome con esa expresión cálida que pocas veces dejaba ver.

—¿Necesitas algo?

No quería molestarlo, pero sí que necesitaba una cosa.

—¿Podrías traerme un vaso de agua? Por favor Taeyeon.

—Claro, vuelvo en un momento.

Taeyeon, salió sin decir más y regresó enseguida con el vaso. Lo tomé.

—Gracias... No se lo digas a mi padre, pero la doctora me dio unas pastillas en el colegio.

—Que bueno y tranquilo, no le diré nada a tu padre.

Ingerí las pastillas y suspiré aliviado.

—Muchas gracias Taeyeon.

—No es nada. Recuerde no esforzarse demasiado —murmuré, antes de salir de la habitación. —Sí necesita algo más, puede decirme —cerré la puerta.

Después de vestirme, me senté en el escritorio y comencé a hacer la tarea. El chico no había exagerado: realmente eran demasiados apuntes los que había que copiar. Aprovechando que tenía su libreta, completé lo que me faltaba de días anteriores. Eso me tomó un par de horas, quizá tres. Cuando por fin terminé, miré la hora en mi celular: 7:45, decidí salir de mi habitación.

Al bajar las escaleras, me topé con mi padre esperándome al final de ellas.

—¿Piensas salir?

—Sí, así es, padre.

—¿Y se puede saber a dónde vas?

—Ahh —suspiré. —Voy a una cafetería.

—Últimamente has salido mucho ¿Por qué? ¿Has conocido a alguien?

—No es así. Solamente voy ahí porque me gusta el lugar, es todo —Mentí.

Si realmente supiera que voy ahí, para ver esos ojos azules como el mar y ese cabello rojo como el fuego, ya estaría muerto posiblemente.

—Haeseung, ¿Me crees tan tonto? —Hablé con esa calma, que siempre lo incomodaba. —Sé que estás mintiendo. Pero tranquilo, por esta ocasión, no te haré nada. Solo continúa obedecíendome en casa, lo que hagas afuera, es tu problema.

—Comprendo... ¿Eso significa que me puedo ir?

—Haz lo que quieras. Mientras no me estorbes.

Asentí y lo vi dirigirse hacia la cocina. Salí de casa y caminé hasta el auto. Uno de los guardias se acercó enseguida.

—Buenas tardes joven. ¿Piensa salir?

—Sí, ya hablé con mi padre ¿Hay algún problema?

—Solo necesitaba saber dónde irás. Ya sabes, es parte de mi trabajo.

—Iré a la cafetería nueva, es todo.

—Bien, solamente no tarde mucho.

—Lo sé.

Entré al auto y arranqué. Durante el camino repasaba mentalmente los nombres de la lista anterior; aún los recordaba con claridad. Después de unos minutos llegué a la cafetería. Aparqué y entré.

El lugar estaba casi vacío, justo como me gustaba. La calma del ambiente siempre me ayudaba. Caminé hasta una mesa del fondo y tomé asiento.

Pasaron unos nueve minutos cuando escuché una voz detrás de mí:

—Hola, buenas tardes. Espero que esté muy bien. Yo me llamo…

Al escuchar esa voz, sentí un vuelco en el pecho.

—Jiyu y yo seré quien lo atienda el día de hoy. Aquí tiene el menú.

Cuando volteé, la vi. Esa chica… esa era Jiyu. Tan linda como siempre, con su cabello rojo que parecía fuego bajo la luz del lugar. No pude evitar sonreír, pero al mirar un poco más, noté que Jackson estaba a su lado, y de repente esa sonrisa se desvaneció. No era disgusto ni celos; era que mi atención se dividía, y de alguna forma él me había robado el foco en ese instante.

—Haeseung ¿Estás bien?

La pregunta de Jiyu, logro sacarme de mis pensamientos y volví a prestar atención.

—Oye Haeseung ¿Te gusta cómo me veo? ¿Crees qué está bien?

—Sí creo que sí, te ves muy bien —contesté, notando en ese momento, que el uniforme le quedaba grande.

—¿En serio? Muchas gracias, le pedí a Jackson que me lo prestará, para sorprenderte. Aunque bueno dudé mucho si vendrías a la cafetería hoy.

—Ah, entonces el uniforme es de Jackson… —comenté, observando que no encajaba del todo con ella.

—Así es. El uniforme es mío, pero como Jiyu me lo pidió prestado, se lo di solo por un rato.

—Sí, eso. Afortunadamente, el dijo que si.

—Sí, bueno, honestamente dudé mucho en dártelo —No me molesta que lo haya pedido… pero tengo la sensación de que no me lo devolverá después.

—Pero claro que te lo daré nuevamente, ni que fuera una ladrona.

Pues ladrona, sí es, bueno solo un poco, pues me anda robando a Haeseung —pensé. —Si bueno, confiaré en ti.

—Muchas gracias Jackson, en serio.

—No es nada, me gusta ayudar a las personas. Y bueno ya que tienen el menú, me retiro.

Jackson se apartó un poco, dejándonos más espacio, pero seguía cerca, con su típica tranquilidad observándonos.

Pero mi atención volvió a Jiyu cuando se volvió hacia mí, sus ojos un poco más tímidos.

—Emmm, Haeseung. ¿Te puedo decir algo? —Pregunté con la voz baja, jugando con mis dedos.

—Claro que si Jiyu. Puedes decirme todo. —Sonrei amablemente.

Ella respiró hondo, mirándome a los ojos, y por un instante pareció que le costaba juntar las palabras.

—Es que… no sé muy bien cómo decirlo… —susurré, bajando la mirada—. Solo sé que desde que te conozco, me haces sentir cosas que no entiendo muy bien… cosas que me hacen sonreír sin querer.

Por un momento, todo se detuvo. Su confesión no era perfecta ni recitada; era real, con miedo, emoción y honestidad.




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