El comienzo de un narco

Cap 15 ⛓️ El eco de un golpe

El motor rugió suavemente, y el silencio entre mi padre y yo se volvió más pesado que el aire. Él conducía sin decir palabra, con la mirada fija en el camino, como si el mundo allá afuera fuera más fácil de mirar que a mí. Yo, en cambio, solo veía las luces fugaces que se reflejaban en la ventana. Todo parecía moverse menos yo.

El recuerdo de la reunión seguía repitiéndose en mi cabeza como un eco interminable: “tienes diez días para conseguir esposa" Díez dias... Diez malditos días para resolver algo que ni siquiera quería. Cada vez que pensaba en eso, sentía el pecho apretarse, como si me faltara el aire.

Cuando por fin llegamos a casa, mi padre apagó el motor y bajó sin decir nada. Yo me quedé ahí, dentro del auto, con la cabeza apoyada contra el asiento. Vi la luna a través del parabrisas, pálida y lejana, como si también estuviera cansada de mirar.

Salí del auto y me quedé junto a la puerta, respirando el silencio. No sé cuánto tiempo pasó, pero entonces escuché una voz detrás de mí.

—¿Joven? ¿Qué hace aquí solo? ¿No piensa entrar?

Esa voz… me resultó familiar, aunque en ese momento no quise pensar demasiado en ella.

—¿Haeseung, se encuentra bien?

—Sí, no pasa nada —contesté al instante.

Me acerque a el con calma y con paciencia lo observé, tratando de saber que tenía.

—Pues, tu cara dice otra cosa ¿Estás seguro de que no es nada?

Suspiré antes de contestar a eso.

—Ahh Taeyeon... Tu sabes que no puedo mentirte.

—Lo sé —me senté a su lado y con paciencia lo escuché, prestando a tención a todo lo que decía.

—Esto es raro, nunca antes me sentí tan agobiado. Siento que todo se me viene encima, no se que hacer Taeyeon. Mi padre… el negocio… y ahora esto de tener que casarme en tan pocos días. No quiero hacerlo, ni sé cómo, ni con quién. No quiero esta vida, pero parece que no tengo opción.

—Vaya carga para alguien tan joven —murmuré, mirándome con tristeza—. Pero créeme, Haeseung, vas a salir adelante. No porque te lo impongan, sino porque siempre encuentras la forma de seguir adelante, confío en ti Haeseung.

—¿Y sí no? ¿Qué pasa si fallo? ¿Qué tal si no soy suficiente?

—No digas eso. He visto cuánto te esfuerzas, y sé que serás capaz, incluso si no lo elegiste.

—Tu sabes que yo nunca quise nada de esto.

—Lo sé —sonreí apenas—. Pero sigues avanzando, y eso dice más de ti que cualquier obligación.

No respondí, solo mire a la luna.

Fría, lejana, pero firme. Cómo si ella entendiera el peso que cargaba.

El silencio era cómodo, de esos que no necesitan palabras. Taeyeon y yo estábamos sentados en el porche, mirando como la nube se deslizaba entré las nubes. Por un rato, el no decía nada y yo tampoco. Solo el sonido del viento, llenaba el espacio entre nosotros.

—¿Recuerdas qué te pregunté, que sucede si te gustan dos personas al mismo tiempo? —pregunté, rompiendo el silencio.

—Sí, lo recuerdo —sonreí levemente.

—Tu mencionaste, que te habías enamorado de joven.

Él se quedó pensativo, mirando el suelo. Sus manos entrelazadas, los nudillos tensos.

—Sí... Fue en una ocasión, —mormuré—. Bueno... Dos para ser exacto.

—¿Dos? —pregunté curioso.

—Sí —solte una risa, con un tono nostálgico —. Aunque las dos, fueron algo distintas.

Esperé en silencio. Sabía que hablaría, porque cuando Taeyeon se queda quieto demasiado tiempo, es que está sosteniendo un recuerdo.

—La primera vez que me enamoré, fue hace años, cuando apenas comencé a trabajar... En ese entonces yo estaba cumpliendo los 18 —Baje el tono de mi voz y la volví más pausada —. Él era alguien imposible de olvidar. Tenía ese tipo de presencia que te desarma sin tocarte. Era fuerte, sereno… y al mismo tiempo, tan distante que dolía.

—Suena a una persona muy seria.

—Lo era... Y lo seguirá siendo —supire —. No sé si alguna vez lo supe realmente, pero… me gustaba. Lo admiraba, lo temía y aun así, no podía dejar de mirarlo.

—¿Y qué paso con el? —pregunté, aún cuando ya me lo imaginaba.

—Nada —respondí con una sonrisa triste —. Se fue, como si el destino se lo llevara de golpe. Lo dejé de ver casi un año. Y cuando creí que lo había olvidado… apareció alguien más.

Guardé silencio unos segundos, como si buscara las palabras exactas.

—Era distinta, pero tenía algo del primero. No en la mirada, ni en la actitud… sino en esa manera de hacerte sentir seguro. Ella era todo lo que el otro no fue: cálida, sincera, con un corazón enorme. Esa chica tenía una sonrisa dulce, pero los ojos tristes. Y de alguna forma, me enamoré otra vez. Pero aun así, cuando la vi por primera vez… recordé a ese chico.

—¿Y tú, la amabas? —pregunté despacio.

—Si y al igual que al chico, la perdí... —sonreí, a penas -. La diferencia, es que a ella la perdí por siempre, aún sabiendo que ella me amaba y la perdí por cobarde, por aferrarme a alguien que no me amaba... Y al chico lo perdí, pero a la vez no.

En ese momento, escuché unos pasos acercándose detrás de nosotros. La voz de mi padre, corto el aire de golpe.

—¿Aún siguien aquí, perdiendo el tiempo? ¿Si tienen en cuenta que ya es tarde y en la mañana habran cosas que hacer?

—Perdón jefe, ya hibamos a entrar.

Deje a un lado a Taeyeon y fije la mirada en Haeseung.

—Pasa rápido Haeseung, mañana te espera un día muy agotador.

—Si padre.

Él dio la vuelta y se alejo sin decir más. Y solo cuando el sonido de sus zapatos ya no se escucharon, me atreví a mirar a Taeyeon. Estaba quieto, con la mirada fija en la puerta por donde Saijin había desaparecido. No dijo nada, pero su expresión, parecía decirlo todo.

Me quedé callado. La mirada de Taeyeon estaba perdida, pero sus manos temblaban.

El viento soplo entre nosotros, arrastrando un frío que no venía del mar, sino de lo que no se decía.

No quise preguntar más. Solo me quedé ahí, viendo cómo la noche parecía cerrarse sobre nosotros, hasta que sus ojos se volvieron un reflejo más en la oscuridad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.