El comienzo de un nuevo destino

Capítulo 3

Hoy el día esta muy soleado y hasta podría decir que quizá sienta un poco de calor—quizá porque soy una persona friolenta, y dicen que quizá eso es por las defensas bajas que poseo—pero a pesar de eso el día esta completamente hermoso. Es una lastima que me hayan dejado sola en casa, aunque no me quejo, yo decidí quedarme. Soy una persona casera y mis padres me acostumbraron a eso, —lo mas divertido es que me hacen casera para luego decirme que salgamos a algún lado—ya no se pueden quejar.

Estaba leyendo una historia en Wattpad cuando escuche el ruido de la rejilla de la casa, no me alerte, ya que pensaba que podrían ser mis padres, con mi hermana y abuelo, tenían las llaves al igual que yo para abrirla. Tampoco me sorprendió que tocaran la puerta ya que esta tiene seguro por dentro y no abrimos la puerta con llave—a menos de que todos estemos fuera de casa, obviamente—.

Me levanté de la cama y me dirigí a abrir la puerta que estaba en el primer piso, abrí sin ver que podrían traer o a quién. Sólo abrí y antes de que la puerta se abriera completamente, yo ya estaba caminando hacia las escaleras.

—Tardaron en llegar—dije en un tono neutro.

Al no obtener ni ruido ni respuesta, me comencé a alertar y, antes de poder darme vuelta a ver quien era, ya había un paño entre mi boca y nariz que me empezaba a adormecer rápidamente.

Comencé a patalear y a golpear a aquel tipo, pero fue en vano ya que podía ver sus trabajados brazos y yo... Bueno, yo era un pitufo al lado de el, se notaba que tenia que agacharse para poder adormecerme y bueno, era una debilucha, no tenia ni un solo musculo que me diera fuerza suficiente para soltarme de su agarré.

—Tranquila...—lo que supuse, una voz masculina. Dijo eso y por lo que escuche, su voz estaba algo ronca, quizá era porque no había hablado por mucho tiempo, eso lo sabia porqué a mí también me pasaba. Al final de su primera y última palabra, el tipo hizo un ruido onomatopeya, al final de su única y última palabra.

El líquido de aquel pañuelo que el chico poseía me adormeció completamente, sin ya no poder hacer nada para defenderme de aquel extraño.

(...)

Alexander.

—Diablos, ni adormecida puedes hacer silencio—digo para mi mismo, casi totalmente irritado de los ronquidos inoportunos de Celeste, esos ronquidos eran tan, pero tan inoportunos, que llevaba más de 10 veces que me asustaba por culpa de ellos.

Me concentré mucho más en el camino en vez de seguirla mirando por el retrovisor interior del audi q5 2019, donde claramente nadie podría verla, ya que los vidrios estaban totalmente polarizados.

Después de tratar de vigilarla por meses, decidí que al fin era el momento, Al fin pude hacer lo que espere por meses, al fin.

(...)

Ya habían pasado alrededor de 40 minutos en el auto, para al fin llegar al lugar determinado.

Cargo en brazos a la señorita ronquidos, para adentrarla al interior de la gran mansión que poseía, donde todo era moderno y minimalista.

Una gran mansión que consistía de; una gran piscina; 6 cuartos de invitados con sus propios baños al interior de estas; una cocina grandísima y hermosa; un drawing room muy acogedor, que es lo que mas resalta de la mansión; balcones totalmente inmensos y por ultimo; un sitio para compartir con tus seres queridos.


 


 


 


 


 


Subí las escaleras para dejar a la chica en su habitación correspondiente, la deje encima de la enorme cama, cuidadosa y rápidamente, para al final salir de ahí y dejarla encerrada en aquel.

Bajó hasta la planta baja, dirigiéndome hasta la sala de estar. Tomo un vaso, poniéndole hielos, para luego colocarle un poco de whisky en aquel, tomándomelo de una, sólo sintiendo como quemaba mi garganta al instante.

Dejé el vaso vacío en una de las mesas de la sala de estar, recostándome en uno de los sofás que hay, cierro los ojos para relajarme mejor y soltar un suspiro lleno de cansancio.

¿Qué podría salir mal? Ah, si. ¡Raptar a alguien y que te golpeé!

Esa chica tiene la mano pesada, debo admitirlo, pero esta claro que un golpe de ella no me va a inmutar, por nada del mundo.

(...)

Narrador omnisciente.

Ya era hora de ir a dormir para Alexander y de seguro Celeste despertaría en unas cuantas horas. El no podía conciliar el sueño, no quería que la chica que secuestro ese día pasara hambre—totalmente raro ya que cuando alguien rapta a una persona es para fines de sacar información, por querer, etc. Pero no preocuparse de como este, sólo si es necesario, maltratarle—, eso le preocupaba hasta tal punto de no poder conciliar el sueño, ya cansado de la situación se levanto rápidamente de la cama y a pies descalzo se dirigió a la cocina; tostó unos panes y los dejo ya listos en un plato, al lado de este puso un recipiente con mermelada y al lado de este, otro recipiente con mantequilla. En la bandeja también había colocado un vaso de jugo y otro de leche fría, ya que si le ponía un te o café, se le enfriaría y el no quería que la pobre chica tomara algo frio—o bueno, que se le haya enfriado—.

Con la bandeja en mano subió las escaleras decidido a sólo ir y dejar la comida en uno de los dos veladores que estaban al lado de la cama, pero al parecer eso no le salió como lo planeaba, ya que al abrir la puerta, la cama estaba totalmente vacía.

Dejó la bandeja con comida en el velador del lado derecho de la cama para poder buscar a la chica, pero cuando se iba a dar vuelta, recibió un golpe en su nuca que hizo que el chico callera al suelo, quejándose de dolor.

—Mierda...—dijo aquel, sobándose el lugar adolorido mientras levantaba la vista hacia la chica.

—¡¿Quién carajos eres, por qué me raptaste y qué mierda quieres de mí?!—chilló la ojiazul con una lampara en manos.

El chico se levanto aún sobándose la parte golpeada, acercándose peligrosamente a la chica, que lo miraba atenta a cada movimiento de aquel desconocido.



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En el texto hay: peligro, secuestro, verdades

Editado: 11.06.2021

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