La calidez del amanecer atravesaba las delgadas cortinas para avisarle a Ryan que ya era hora de despertar. Al lado suyo, el hombre encontró una carta de Scarlett, quien esperaba a su amo en los jardines del castillo. Ryan no perdió el tiempo y, después de activar sus poderes como Conde elegante, se dirigió al sitio señalado.
—Si no quieres que los crepusculares y demás monstruos te devoren, necesitas aprender a pelear. Antes de llevar a cabo el designio de la princesa, debes tener dominio sobre tus propias habilidades.
—Comenzaremos con la metamorfosis —añadió Dame.
—Cuando recibas un ataque, deberás agitar tu bastón, lo que generará un escudo capaz de convertir cualquier ataque en mariposas —explicó Scarlett— para dominar esta técnica, practicaremos con estambre.
Sin embargo, esas esferas de estambre en realidad eran piedras envueltas en tela, mismas que Scarlett arrojaba a Ryan para que él no se lastimara. Parecía que la práctica no daba resultado, pues el hombre no lograba esquivar las piedras, hasta que una de ellas se desenvolvió, haciendo que Ryan entrara en alerta y detonara el poder solicitado, convirtiendo esa piedra en mariposas.
Ryan pidió a Scarlett que arrojara más piedras, pero sin el estambre. La mujer decidió hacerle caso, y el éxito de tal prueba se reflejó con las vastas mariposas que coloreaban el ambiente. Completado eso, Scarlett decidió avanzar al siguiente hechizo: la cronoquinesis.
—La segunda fase es sencilla, consistirá en la reconstrucción de un objeto mediante la manipulación de sus restos —explicó Scarlett mientras sacaba una daga, misma que utilizó para acabar con una estatua—. Para invocar este poder, debes agitar tu bastón hacia el cielo y golpearlo contra el suelo.
Ryan siguió las instrucciones al pie de la letra y, durante el hechizo, generó un símbolo dorado que cubrió la zona donde estaba. Los escombros tomaron un brillo dorado, y comenzaron a levitar para reconstruir la escultura. Ryan creyó que así continuarían, así que apartó su bastón del piso, haciendo que los fragmentos dejaran de moverse.
El hombre pensó que debía permanecer en esa posición hasta que la estructura se reconstruyera, así que volvió a hacer el hechizo. Los escombros volvieron a flotar y a brillar, y gracias a la decisión del hombre, la estatua se regeneró.
—Lo has conseguido —respondió Scarlett—. Antes de pasar con el último hechizo, es necesario dominar el ataque de cuerpo a cuerpo. Si bien puedes usar tu bastón como espada, también debes aprender a pelear a puño limpio.
—¿Ahora qué haces? —cuestionó Ryan.
— ¿Qué esperas? ¡Ataca!
—¿Estás loca? No pienso golpear a una mu... —y mientras Ryan hablaba, Scarlett le arrojó una daga, casi rozando con su barba.
—Tu rival puede ser cualquier persona —decía Scarlett, tratando de atacar a Ryan— un hombre, una mujer, un animal... e incluso tú mismo.
Scarlett dio un gran salto, y pasó de estar frente a Ryan a estar detrás de él, cosa que le dio una ventaja a la mujer, pues le arrojó una patada para hacerlo caer.
El hombre quedó hincado en el suelo. Scarlett lo ayudó a levantarse, y mientras el guante negro de la mujer tocaba el guante blanco del caballero, la chica notó que se le había caído el sombrero a Ryan. Sin embargo, al tocar la cabeza del hombre, Scarlett pudo ver sus trágicos recuerdos, donde el hombre era humillado y atrapado entre maliciosas risas.
—Scarlett, ¿te encuentras bien?
—Oh, s-sí... Es todo por hoy. Puedes ir a la biblioteca a hablar con la princesa.
Y mientras Scarlett abría uno de sus portales para retirarse, la sospecha volvía a entrar en las mentes de Ryan y Dame. Sin embargo, decidieron hacerle caso y fueron con Romani, quien tenía varios libros en su mesa de trabajo.
—Sabía que vendrían.
—Alteza, ¿cree que pueda prestarme algunos libros? —preguntó Ryan— Deseo estudiar más acerca de mis habilidades.
—Por supuesto —contestó Romani—. Estoy segura de que tu intelecto te ayudará a analizar estos escritos. Después de todo, nuestro entrenamiento no estuvo nada mal.
—¿Nuestro? — cuestionó Dame.
—Me refiero al entrenamiento que Scarlett y yo te brindamos, ella te ayudará a pelear, y yo a repasar todo esto.
—¿De acuerdo?
—En fin, como les comentaba, tú y Scarlett trabajaron muy bien, pero aún queda mucho por hacer.
—Está bien. Gracias por los libros —dijo el hombre, retirándose de la biblioteca.
—¿En serio no notas lo extrañas que son esas dos chicas?
—Claro que lo veo, pero no sé qué hacer. Literalmente ya no podemos dar marcha atrás.
—No es que piense que son malas personas, es solo que su manera de actuar me incomoda de alguna manera.
—Sí, pero ¿a quién podríamos recurrir? —respondió Ryan— No conocemos a nadie más en este lugar, y dudo que el rey quiera apoyarnos.
—Está bien. Espero estar equivocada.
Durante la noche, Ryan estudió los conocimientos que la difunta reina plasmó en esas páginas. Cada hechizo requería de distintos movimientos, desde hacer figuras en el aire hasta realizar ciertas posturas.
Los días pasaron, Scarlett y Romani continuaron entrenando a Ryan, y él procuraba ejercitarse física y mentalmente. Aunque la desesperación tentaba al hombre, él tomaba un tiempo para descansar. Poco a poco, Ryan se sentía mejor, con mayor salud y fuerza, e incluso con mayor seguridad en sí mismo.
Tras semanas de arduo trabajo, una de las pruebas manifestó grandes frutos, pues mientras Scarlett preparaba sus dagas para liberar un ataque, Ryan invocó un recurso particular.
Editado: 12.10.2024