El Conde elegante

CAPÍTULO 8: Proyecto Okami - Kujaku

El alba iluminaba a Ryan y Romani, y mientras ambos oían el canto de Meg, sentían una gran serenidad al tenerse el uno al otro. Tras levantarse, Ryan pudo caminar sin problema, por lo que se dirigió a los jardines, estando en compañía de Romani.

—Y ahora, ¿a dónde?

—A las tierras de Gardevia —respondió Romani—. Entre sus hectáreas de vegetación nos espera Débora Hydrangea, una aficionada por las flores.

Romani usó sus dagas para abrir un portal hacia Gardevia, y Ryan conjuró su hechizo de máscara para disfrazarse, obteniendo ropas verdes como plantas, y una lanza cubierta de flores, forma que su bastón tomó.

Y es que los habitantes de gardevia vestían de ese modo, con ropajes cubiertos de hojas y plantas de distintos colores, decoración que también compartía la arquitectura de aquel lugar.

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—Ya sabes cómo hallarla, ¿cierto?

—Sí. A explorar.

—Espera —comentó Romani— nadie más debe saber mi identidad como Romani, a los ojos de los demás, seguiré siendo Scarlett, ¿quedó claro?

—Entendido.

En su recorrido, la pareja vio cómo una dama de gris arrancaba unas flores para arrojarlas a una olla de té. Sin embargo, la mujer se veía ansiosa, como si hubiese tomado ríos de café.

—¿Está bien, señorita?

—¡Sí! —gritó la mujer— Oh, lo siento.

—N-no, no es nada, tranquila.

—Usted es Débora Hydrangea, ¿verdad? —preguntó Scarlett.

—S-sí,soy yo —dijo la dama— ¿Se les ofrece un poquito de té?

—No gracias, señorita Débora.

—¡Por favor, no sea modesto!

—Como le decíamos, buscamos su ayuda para...

—¿Para qué? ¿Dinero? ¿Comida? ¡Vamos, el tiempo vuela!

Scarlett sabía que esa no era la Débora que conocía, así que, tras calmarla, tocó su mente para devolverle sus recuerdos sobre su gema y la ubicación de la misma.

—¿Qué pasó? —preguntó Debbie, hasta que, tras ver la olla de té, la pateó para tirar aquel líquido—. Oh cielos ¡No lo beban!

—¿Qué era eso?

—Té de flores eléctricas, te vuelven loco con un sorbo de su néctar.

—¿Y por qué lo estaba bebiendo entonces?

—Recuerdo muy poco desde la última vez que nos vimos, Scarlett, pero algo me dice que...

La aclaración se interrumpió cuando una enorme criatura hizo acto de presencia, un cactus que liberaba varios capullos de flores, mismos que emitieron gases sospechosos.

—Hay que darnos prisa, ¿en dónde está la gema?

—Se encuentra en el fondo de los jardines ¡Vamos!

Con ese dato, los tres personajes acudieron a dicho lugar, una pirámide envuelta en colorida vegetación. Sin embargo, el interior de aquel lugar también carecía de luz, cosa que contrastó con la habitación donde yacía el sello de la sexta gema: Fauna, la mantis.

—Aquí está la gema, pero, ¿y el conde?

—Se encuentra entre nosotros —respondió Romani, mientras Ryan se transformó en el conde elegante.

—¡Señor mío! —jadeó Débora—. Mil disculpas.

—No hay problema. Lo prioritario es tu ayuda —dijo el conde—. Débora Hydrangea, te concedo la peineta de Fauna, la gema de la tierra. Con esta peineta, servirás a un bien mayor.

—Aún recuerdo cómo usar esa gema —dijo Debbie— ahora, a purificar ese aire.

—Ve por ellos.

—¡Fauna, poderosa gema de la tierra, concédeme tu energía!

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Gracias a esas líneas, Debbie volvió a ser quien alguna vez fue: Flora esmeralda. Su vestido gris se convirtió en ropajes verdes con hojas y pétalos, y también obtuvo una lanza dorada con un botón de un lirio como punta.

Tras liberar a la sexta gema, el trío acudió a detener la catástrofe, misma que afectó de manera drástica a los habitantes, pues algunos se golpeaban entre sí, y otros corrían a todas direcciones sin parar. Todos enloquecieron por los gases de los capullos.

—No respiren eso.

—¿Qué haremos?

—Yo descontaminaré el aire —respondió Debbie, creando enormes ramas para que sus amigos subieran—. Destruyan esos capullos flotantes

Y mientras Ryan y Scarlett escalaban, Débora sacudió su lanza para invocar flores capaces de sacudir sus pétalos como molinos de aire, disipando aquellos gases. Resuelto ese problema, el conde y su acompañante se dirigieron a la cabeza del gran cactus, sitio de donde emergían los capullos.

—No nos queda otra opción.

—¿Qué sugieres? —supuso Scarlett.

—Lo haremos juntos —respondió el hombre, tomando la mano de la chica.

Ambos se arrojaron cuesta abajo, destruyendo los capullos que deseaban atacarlos, hasta que se agarraron de una de las lianas para dar un ataque final al cristal, destruyéndolo y acabando con el cactus. Los habitantes de Gardevia no supieron qué pasó tras la desaparición del pole, hasta que vieron a Ryan reconstruyendo la ciudad.

—Ciudadanos de Gardevia, un enemigo pretendió atacarnos con nuestra propia fortaleza.

—Sin embargo, eso no es nada a comparación con la buena noticia que han recibido varios dominios, incluido este —añadió Scarlett.

—Y esa noticia es el ascenso del héroe de la gema de la luz. Con nosotros, el legendario Conde elegante.

Con esas líneas, Scarlett sacó su lira para transmitir otra ilusión de la princesa, de modo que, supuestamente, ella viera el tratado hecho por Débora y Ryan. El progreso del equipo era increíble, pues ya se encontraban en la medianía de su odisea.

Ya en el castillo, Ryan esperó a que Romani terminara de hablar con su padre, así que decidió leer una enciclopedia, hasta que vio en varias páginas una serie de túneles, así como el acceso a una mina, muy similar a la que el hombre halló previo a su ataque. La curiosidad consumió a Ryan, quien siguió leyendo hasta que Romani llegó.



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Editado: 21.09.2024

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