El Conde Vrej [saga Vrej#1]

Capítulo 1

— Vrej — el perro se sienta y sus ojos están atentos a cada movimiento que hago. — No te muevas — pasó mi mano por la lápida de granito, estaba helada tal como estaba mi alma desde ese fatídico día en que me arrancaron de mi lado a mi esposa e hija.

Siento caer gruesas gotas sobre mi rostro, de un manotazo las apartó de mis ojos.

No sé cuánto pase en el cementerio familiar sólo sé que cada día, pasaba más tiempo ahí.

Con paso lento me dirigí hacia la puerta del cementerio que estaba en mi propiedad, levanté la mirada hacia el cielo que estaba gris.

Vrej levantó su cabeza creo él intuía mi ánimo decaído ya que acercaba su hocico a mi mano y soltaba pequeños gemidos como si llorará conmigo.

Cuando llegué abrí la puerta y detrás de ella, quite mis botas llenas de barro y con cuidado entré, Vrej me miraba y pegaba su cuerpo al mio, me dirigi al pasillo y busqué una toalla para secar el cuerpo de Vrej, mientras la lluvia caía él no se había movido ni un instante.

Era como si él supiera que cuando estaba en el cementerio mi dolor se hacia más grande al estar frente a la prueba de que ellas ya no estaban más en mi vida.

Busque mis suaves pantuflas, una vez me las calce caminé lentamente hacia la chimenea, el fuego danzaba, la madera crepitaba, todo seguía su rumbo de una manera natural, el hecho de que mi hija y esposa no estuvieran más en el mundo no había cambiado nada... sólo a mi, ese día que fueron asesinadas, Stefano Giles dejó de vivir y fue enterrado junto a ellas.

—¿Qué tal tu paseo? — no respondó a lo inmediato, sabía que Ibran trataba de ser amable para que yo pudiera exteriorizar mi dolor contándole todo lo que sentí al llegar frente a sus tumbas.

— Alimento mi odio — apoyo ambas manos en la chimenea y bajó el rostro —¿Qué esperas? ¿Qué regresé con una cesta llena de flores de colores y saltando de aquí y allá?

El silencio ha invadido la sala, de repente es interrumpido por el sonido de la madera al crepitipar.

— Stefano — miró sobre mi hombro a Ibran.

—¿Es en serio? Comenzarás con lo mismo de todos los dias.

— No miento, tu esposa e hija están bien.

Niego con un movimiento de cabeza y me inclinó para mover la madera en la chimenea.

— Quieren que sean feliz... — resopló.

— ¡La única manera en que yo pueda ser feliz es que ellas no estuvieran muertas!

— Stefano, se que es duro por lo que has pasado,  pero debes dejar ir el pasado— niego.

— ¡No sabes lo que es el amor! No te imaginas el dolor que siento al recordar a Olivia con sólo 16 años y con tantos sueños rotos, ella adoraba tocar el violin.

— Stefano... — me giré y observé a Ibran duramente.

— Él murió... — no iba a discutir más así que busque a salir de la sala y dirigirme hacia mi habitación.

— Creo que el amor será tu salvación — me detuve en medio de la sala y miré sobre mi hombro a Ibran.

— ¿Amor? — suelto una risita sin nada de humor — El amor por ellas me ha consumido ¿cómo rayos me salvará?

— Me refiero a uno nuevo —la voz de Ibran a subido una octava, su mirada se ha vuelto indecifrable y misteriosa, el turbante que usa me ha parecido que le ha hecho sombra a su mirada.

— ¿De qué carajos hablas Ibran?

— Eres participe de una maldición de amor — cruzó mis brazos, ruedo los ojos y separó las piernas.

— ¿Maldición?

— Si, sólo que aún no sé como se activa la maldición, pero mi querido Stefano, el amor te golpeara también — niego con un movimiento de  cabeza por que me doy cuenta que Ibran cada día está muy loco. Solo falta encontrarlo en medio de la sala con una flauta tocando mientras una serpiente sale danzando de un recipiente.

Él sonríe y sale de la sala, enarcó una ceja y miró a Vrej quién se ha sentado junto a mi y las orejas las tiene hacia atrás.

— Definitivamente tanto juntarse con muertos lo han vuelto loco.

Suelto una carcajada... la primera desde hace mucho tiempo ¿amor? ¿de dónde rayos saco esa locura? Quizás no había una lápida y una tumba en el cementerio, pero también yo había muerto y mi corazón estaba seco.
 




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