El Conde Vrej [saga Vrej#1]

Capítulo 5

— ¿Puedo saber que rayos significa esto? — Ibran sonrie y continua en lo que sea que este haciendo, esta sentado como lo hacen los indios para fumar una pipa, el gran turbante está de medio lado y sus manos juntas.

— Estoy meditando — continua en su meditación y lo veo fruncir el ceño — No puedo alcanzar la plenitud... — sigue hablando cosas que no sé a que rayos se refiere.

— Luego que medites, abre las ventanas para que se vaya ese olor a rayos del salón.

— Es incienso nada de rayos, nunca he atrapado uno — enarco una ceja y siento aquel deseo de ahorcarlo — He perdido la concentración, no podre ascender.

— ¿Ascender? — asiente y me lo imaginó volando en mi alfombra, inconscientemente pongo un pie en la alfombra por si acaso se movia para volar con Ibran.— Estoy ocupado, ¿Para que querias verme?

—Ah, hoy necesito revisar tu mano y probar una nueva técnica de cura.

— Será cuando Irina tenga un dia libre — Ibran se pone de pie y quita el turbante, lo veo coger algo de ahi. Doy un paso hacia atrás al ver la araña — ¡Matala!.

— ¿Por qué? No le está haciendo daño a nadie.

Resoplo molesto, si de Ibran dependia tendria la casa llena de alimañas, lo escuchó soltar una carcajada.

— El temible conde Vrej, le teme a las arañas — apreté los manos en un puño.

— No inventes Ibran — enarco una ceja cuando lo veo poner a la gran araña que de donde yo estaba parecia que se reia y aplaudia con sus patas.

—No importa — se coloca el turbante — Te veo en tu habitación a las tres de la tarde, ten limpia las manos y secas. La medicina es nueva, espero no haya algún efecfo alérgico.

— ¿Que pasara con Irina?

— ¿Crees que ella se aparecerá justamente a las tres en tu habitación? — niega — ¿ Cuantas veces ha entrado en ella, cuándo estas tú? — medito.

— Ninguna, siempre limpia cuándo he salido de la habitación.

— Entonces a las tres — resoplo.

— Lava bien tus manos por que has tocado a ese bicho.

— Seguro — ruedo los ojos y viro hacia la salida. Iria a ver el nuevo lugar que estaba construyendo para las jaulas. Muchos dirán que soy malvado por construir esas estancias de tortura pero en mi opinión debian pagar el daño causado.

Monte a mi caballo y recorri aquel terreno tan grande, me volvi a preguntar ¿a quién le heredaria mi fortuna? Tenia primos lejanos pero no nos relacionabamos. No los conocia pero sabia de su existencia por medio de mi abogado.

Mis sueños estaban puestos en mi hija, en que un dia seria la heredera de mi fortuna pero ella ya no estaba.

Baje del caballo y pude ver a los hombres trabajando. Los grandes muros de bloques estaban prácticamente terminados, claro que ellos no sabrian que era lo que estaban construyendo.

Faltando media hora para las tres, emprendi el viaje hacia la casa, entre por la puerta de atrás.

Subí y me dirigi hacia mi habitación. Habia una palangana llena de agua, verti un poco de ella y procedi a lavarme las manos.

Me cambie de ropa.

— Tan puntual, Ibran — el uludido entra.

— Deja la ironia sólo me retrace media hora.

— Vuelvo y repito eres muy puntual.

Ibran rodo los ojos y procedio a sacar muchas cosas de la bolsa de viaje, abrio una crema que olia asquerosamente.

—Acuestate, cierra los ojos y dejame examinarlas.

Ibran

— Bien — abro el frasco donde tengo el ungüento que he preparado, examinó la mano de Stéfano, está cicatrizando muy bien — Relajate, sólo voy a lavarme las manos muy bien — he sabido por su esposa que Stéfano se paraliza de miedo por los arácnidos, no es correcto lo que haré, pero deseo ayudarlo.

Sacó la araña de mi turbante, le he sacado el veneno, la coloco en el pecho de Stéfano, en unos minutos entraria Irina para «ayudarme a curar al conde»

Sacó un poco de crema y empiezo a aplicarla sobre la piel más dañada, él abre los ojos y sonríe.

—Se sienta fresca Ibran — la puerta se abre y entra Irina, pero en ese justo momento, Stéfano mira la araña, sus ojos se han abiertos como dos platos gigantes, no gesticula palabra. No se ha enterado que Irina ha entrado.

— Aplicala sobre su otra mano — estoy sudando y confiando en las palabras de su esposa «no morira por una araña»

Stefano está pálido, su mano esta helada,  pero respira.

Mi frente está perlada de sudor, pero estoy a la espera que Irina tome su mano entre las suyas... si ella no resultaba ser... yo mismo me daría una patada en el trasero ¿Cómo lo haria? Ni idea.

Irina con cuidado toma la mano de Stéfano, quién su mirada está fija en la araña, quién ni atención le pone, se ha quedado junto a un botón de su abrigo.

Escucho un jadeo y veo a Irina con los ojos abiertos, hay sorpresa en ella.

— ¡Me ha quemado! — Vrej mueve los ojos y me doy cuenta que es tiempo de liberarlo.

—Por Dios, Juana te has escapado de mi turbante, menos mal que no tiene veneno Vrej — sonrió haciendome el idiota, pero Stefano ha mandado el miedo de paseo.

— ¡Tú maldita crema me ha quemado, una corriente eléctrica me ha recorrido el brazo hasta llegar a mi corazón!

— Senti lo mismo — Stefano mira a Irina alarmado, su mirada se dirige a su peor mano, pero está cubierta por la crema — Pero no habia tocado la crema ni se la habia aplicado Conde Vrej.

Stefano me mira furioso.

— ¿Qué rayos fue eso Ibran?

— Magia mi querido conde.
 

 




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