La luz terminó de dibujar el contorno del recién llegado.
Era alto, delgado como una lanza joven, y su presencia tenía algo de inquietante… no por amenaza, sino por la forma en que parecía ocupar el espacio sin hacer ruido, como si hubiese nacido del mismo viento que agitaba las cortinas. Su cabello oscuro caía en mechones desordenados y sus ojos, demasiado atentos, se posaron primero en Illary… luego, brevemente, en Chaska para terminar ver a Suma con una sonrisa
La luz vibró un instante, como si el aire mismo contuviera la respiración. Illary no apartó la vista del intruso, y Chaska sintió que aquello no era un encuentro casual: había algo viejo, tenso, escondido entre ellos.
Wayra finalmente levantó el rostro. Sus ojos oscuros se encontraron con los de Illary, y la dureza que traía en el gesto se suavizó apenas, como un viento que se calma por respeto para luego imclinar la cabeza.
—Buenos días, ñusta Illary —dijo, su voz baja pero firme.
Illary no sonrió. Su expresión se tornó extrañamente solemne, como si aquel saludo removiera algo que prefería mantener enterrado
—Wayra —repitió ella, sin quitarse de en medio, interponiéndose entre él y Suma con una elegancia que solo alguien criado para ser guardiana podría tener—. No esperaba verte aquí… y mucho menos a tí
Suma, detrás de Illary, se aferró al tejido de su bolso con los dedos temblorosos. Chaska dio un paso instintivo para cubrirla mejor, aunque no entendiera del todo el peligro.
—No vengo a causar problemas —mencionó, aunque su mirada decía que los problemas lo habían traído a él.
El viento corrió entre ellos, levantando los flecos del manto de Illary. Ella respiró hondo, recuperando ese aire de autoridad dulce que solía llevar.
—Entonces habla —ordenó con calma—. ¿Por qué has vuelto?
Wayra desvió la mirada, como si el peso de la respuesta fuera demasiado para mantenerla en los ojos de la Ñusta
—Porque el Sapa Inca me llamó a su presencia… y me dio un encargo que no se puede ignorar
Chaska sintió un escalofrío, pero esta vez no por miedo, sino por el peso de aquellas palabras. Illary, en cambio, cerró los ojos un instante, como si algo dentro de ella se confirmara al fin
—¿El Sapa Inca? —murmuró, abriendo la mirada con una mezcla de sorpresa y tensión—. ¿Qué te pidió?
—Perdoneme pero es un tema que no puedo compartir con usted —respondió con una inclinación rrespetuosa
El silencio cayó pesado, hasta que Illary ladeó la cabeza con un gesto lento, evaluando cada detalle de la expresión del guardia. Sus ojos se entrecerraron apenas, sin agresión, pero con la elegancia de alguien acostumbrado a leer verdades escondidas.
—Wayra —dijo con firmeza tranquila—. No quiero un informe. Solo dime lo necesario
El guardia dudó si responder, para luego hablar para decirle que quería ver a Suma ya que lo extrañaba demaciado
La palabra cayó entre ellos con un peso diferente al que esperaba No fue dulce, No fue nostálgica. Fue incómoda
Suma se tensó como si lo hubieran pinchado con un cuchillo invisible.
Chaska lo vio retroceder un paso, pequeño pero desesperado, como si el suelo bajo sus pies se volviera incierto. Sus ojos se clavaron en Wayra apenas un instante… y se apartaron de inmediato, llenos de miedo.
Illary frunció el ceño al escuchar las palabras que Wayra mencionó, para darle una orden a Chaska y decirle que lleve a Suma a sus aposentos, Chaska obedeció las órdenes y se retiraron del lugar.
—¿Extrañarlo? —repitió, sin comprender del todo.
Mientras caminaban, Chaska vio como Suma temblaba, su rostro se veía con temor, sus ojos estaban a punto de llorar
Chaska aún sostenía la mano de Suma, sujeta como si soltarla fuera un error.
Sus ojos, cargados de inquietud, buscaban los del joven.
—Suma… –mencionó con una voz preocupada
Suma bajó la mirada. Respiró hondo, intentando calmar el temblor de sus dedos
—Chaska, estoy bien —susurró, aunque su voz no era tan firme como quería
—Pero tu cara… —insistió el
Suma negó suavemente para que Chaska no se preocupara mucho
—De verdad… estoy bien. Solo… necesito un momento. Los veré más tarde.
Esa frase, lo veré más tarde, cayó como un filo no sonaba a deseo, sonaba a resignación a un deber que había aprendido a cargar
Chaska sintió el impulso de detenerlo de nuevo, de decirle que no tenía por qué enfrentarse a nada. Pero Suma le dedicó una pequeña sonrisa triste, pero sincera y posó una mano sobre la suya.
—Gracias por preocuparte —susurró, con una calidez tímida—. En serio. Pero… déjame manejar esto a mi manera
El dudó… pero finalmente asintió, aunque la inquietud seguía marcada en su rostro. Suma retiró su mano con suavidad y dio un paso atrás. Hasta liberarse por completo de la distancia protectora que Chaska había creado alrededor de él.
—Ve con Illary, no quiero que este a sola con el
—Pero me pidió que te acompañe a tu habitación– mencionó preocupado
Suma le mencionó que estaría bien, Chaska otra vez estaba preocupado pero asiento y respiró hondo, enderezó ligeramente la espalda… y comenzó a caminar hacia donde estaba IIllary.
Al llegar esa persona llamada Wayra ya no se encuentraba.