CASSIDY MOORE DÍAZ
Me remuevo sobre la cama buscando una mejor posición para seguir durmiendo luego de haber dado con el celular y apagar el incesante sonido de la alarma pero como no todo confabula a mi favor esta vuelve a sonar, minutos después.
No debí quedarme a leer hasta altas horas de la noche sabiendo que tenía clases muy temprano en la mañana.
Para el próximo semestre tendré que escoger mi horario por la tarde.
Me quito las sábanas de encima con todo la flojera del mundo y me levanto de la cama viendo mi reflejo en el espejo de mi armario, mis ojos están levemente hinchados con unas leves ojeras que quieren hacer acto de presencia, tengo el cabello hecho un desastre sin contar en la crisis que entró todas las mañanas al no saber que ropa debo usar. Todo me parece que ya lo he usado o no me siento comoda usándolo ese día.
Debería hacerle caso a mi mamá cuando dice que debo alistar la noche anterior mi ropa para el día que me toca salir antes de las seis de la mañana, así no sufriría por probarme tres pantalones diferentes y algunas blusas, pero como chica rebelde que cree que todo saldrá en la hora, termino llegando tarde a clases y con una regañina de mi madre.
—Cassidy, niña, apura por que el bus pasara más lleno en unos minutos.
Bostezo mirando el pasillo vacío por donde acaba de pasar mi madre y corro hasta el baño para lavarme la cara y poder domar un poco mi cabello salvaje. Cuanto desearía volver a mi cama pero es imposible, sino salgo ahora mismo de mi casa, el tráfico se hará presente y hará muchas paradas antes de llegar a mi destino.
Vuelvo a mi habitación después de haberme aseado y estar presentable, viendo la ropa en mi armario me decido por lo más fácil y rápido un vestido negro con rayas blancas sobre la rodilla, calza corta a mitad de los muslos y mis preciadas Vans que ya están un poco despintadas de tanto uso que le doy, me coloco todo a la velocidad de la luz. Ó al menos hago el intento.
¿Han visto Boys Over Flowers o Los chicos son mejores que las flores? ¿Sí? Por que en estos momentos deseo ser Jun Pyo cuando le ayudan hasta para ponerse sus zapatos.
Salgo de casa con la mochila colgada en uno mis brazos el cabello a medio pienar, mi mama diciebdo que por lo menos beba akgo deljuehp que preparoy aún así no me da tiempo para tomar el bus.
—Estupida cama y seducción —pateo el banco de concreto y me lastimo el pie— Auch! Auchi! Duele.
Mumuro levantando el pie para así sobar la parte afecta sobre el zapato, se que no alivia mucho pero algo es algo.
—Ahora tendré que esperar diez a quince minutos para que llegue el otro bus.
Susurro a la nada, como si fuese aparecer un alma caritativa para llevarme o acercarme a la universidad.
Espero el tiempo que es necesario y llega el otro bus semi lleno, así que tengo que ir de pie siendo aplastada como sardina entre mochilas y estudiantes, después de media hora de trayecto llegó a mi destino la Universidad o como yo lo llamo de vez en cuando Recinto penitenciario estudiantil de grado superior, en resumen, la cárcel.
Es una manera más divertida de decirle. Sólo digo.
Camino a paso de apresurado por los pasillos que me llevan hasta la facultad y que también están atestados de otros estudiantes que al igual que yo llegaron tarde, algunos bajan de sus autos, panchos y sin preocuparse mientras yo debo apresurarme.
Miro la hora en el celular una vez más y me detengo al ver que ya pase los minutos de tolerancia que da el docente antes de cerrar la puerta.
Retomo la marcha está vez la marcha a paso de tortuga, regañandome por no poder ser más estricta en cuento a mis horarios de lectura y sueño.
—¡Hey Cass! ¡Chica del vestido! —grita mi compañera de clase y mejor amiga desde que comence la carrera, que al parecer también llegó tarde— ¿Qué haces vestida así? ¿Conquistaras a Marcus está vez? —se muerde el labio inferior, me mira y ríe pícara.
—Deja de reír así, espantaras a los chicos que pasan por aquí, pensaras que saliste de un manicomio —comentó seria y ésta cesa la risa mirando a los lados, ahora soy yo la que se ríe— Hubieses visto tu cara y si estoy vestida así es para seguramente ir a pedir limosna ¿no crees?.
—Verdad, no me había dado cuenta, que bruta — murmura com sarcasmo y golpea su frente burlesca— Contigo no se puede Cass.
—Así me amas Leandra —le mando un beso y giño un ojo en su dirección.
—No me llames así Cassandra, es Leah , solo Leah —reniega enojada como niña pequeña.
—Si tu me cambias el nombre ¿Por que yo no? ¿Eh? —la reto con la mirada altiva y los brazos cruzados sobre mi pecho— Leandra.
—Eres imposible, no se te escapa una, tú... agh! —paso una mano su rostro frustrada para intentar calmarse— Ya no importa, ahora me dirás que haces de Cenicienta.
—Si, si, si —asiento repetidas veces— La cama y yo disfrutábamos de nuestro amor único, placentero, me arropaba con las sabanas pero don despertador se puso celoso intento separarnos y lo asesine, dije que cinco minutos más dormiria pero se pasaron los cinco, hasta que sólo quedaron cinco minutos para levantarme, alistarme y venir... como mendiga. No pude ni desayunar el masaco de yuca que hacia mi mamá.
Hago un puchero, viendo como Leah aguanta la risa, ruedo los ojos y comienzo a caminar a la cafetería para calmar a mi estómago que ruje como Tiranosaurus Rex.
Cuando llegó pido a una de las señoritas un jugo de frutilla y dos tostadas de jamón con queso, Leah también hace su pedido y cuando nos lo entrega vamos hasta una mesa para sentarnos a comer.
—No seas tan gruñóna Cass, de todas maneras te queda lindo y mi deber como mejor amiga es pasarte una mano por ese cabello que parece nido de Pterodactilos —la miro alzando una ceja en su dirección, está sonríe inocente para levantarse dejando sus cosas sobre la silla, se coloca detrás de mi y comienza a peinar mi cabello mientras como mi deliciosa tostada.
Editado: 09.09.2020