El Conticinio

Estrategias

Las cuchillas de nigma volaban por los aires, haciéndolo susurrar hasta colisionar contra la corteza de un gran árbol. Algunas lograban clavarse, otras, solo atoraban la punta de su hoja, quedándose tambaleando; la mayoría solo chocaban y caían al césped.

Irene se irritaba al no poder clavar las cuchillas contra el árbol trasero de su casa. Sus axilas yacían ya bañadas en sudor, al igual que su espalda. Cuatro horas lanzando cuchillas agotarían a cualquiera...

Caminó hasta el árbol para recoger las cuchillas. Sus pasos eran pesados y lentos. Le habría gustado entrenar con la Aglaophotis, mas Petyr no lo consideró menester. Él se había quedado todo el día dentro de la casa, planeando una forma de emboscar a Carlos. Pero ninguna idea servía.

El kaly ya le conocía el rostro, y, dependiendo de qué tan lejos haya ido en sus memorias aquella vez, también el de Irene. Además, no podía arriesgarse a volver al hospital, o esperarlo siquiera en la salida para seguirlo, pues éste podía sentir las raíces de los älvor, y así su presencia. Esto hacía que enviar a Irene sea más arriesgado debido a la fuerza de las raíces de su hermana. Pensó mil ideas, todas buenas, pero siempre había un solo fallo: sus raíces. Carlos podía sentirlos.

—¿Ya pensaste en algo? —Preguntó Irene mientras entraba para buscarse un vaso de agua. El sudor le había perlado la frente.

—No... —Bufó Petyr—. No importa lo que piense, si Carlos llega a estar de día, nos sentirá. Necesitamos encontrar una fecha en la que esté en la calle, para así guiarlo a una emboscada. No podemos emboscarlo en el hospital porque nos sentirá al entrar, y nada garantiza que esté allí, y aunque estuviera, estaría en ventaja. En la calle podría huir de nosotros al sentir nuestras raíces, y así podríamos guiarlo hasta un lugar apartado como los Bosques de Pedro... Pero no veo forma. ¡Carajo, no hay forma! —Dio un golpe en la mesa— Nuestra única opción sería averiguar donde vive y atacarlo allí. O buscarlo y atacarlo de una vez por todas, pero nos arriesgamos a que haya testigos o que huya al sentirnos aproximándonos.

Irene bebió el vaso de agua con suma tranquilidad, como si no le preocupara la situación; fingiendo tener todo el tiempo del mundo. El agua estaba helada, y se sentía bien experimentarla pasar a través de su garganta, y luego por su pecho hasta llegar al estómago. Para su hermano era menester hacer todo lo más apresurado posible. Estaba más apurado que ella, y era Irene a quien se le acababa el tiempo. Si es que eso sucedía, claro. En ese momento recordó la «semilla» que mencionó Amarè, y con ello, el hecho de que está muerto. Pensar que el primer nefilim estaba muerto le llevó a pensar en los cadáveres... y ello la hizo nadar en sus memorias hasta casi un año atrás, cuando tuvo que engullir uno. En aquel entonces debía hacerlo para conocer el rostro del kaly...

—Tengo una idea —Dijo ella, quebrando el silencio—. Bueno, dos ideas. Una tiene dos variantes, y la segunda no te gustará mucho.

—Di las variantes de la primera —Dijo Petyr en un cansado suspiro.

—Bien, ¿recuerdas ese doctor o doctora que te reveló la identidad de Carlos? —Dijo, Petyr le dijo que era una doctora— Podríamos secuestrarla al salir el hospital. Bah, no secuestrarla, sino que podríamos dejarla inconsciente con la saliva de myon y allí leer sus memorias. Dijiste que era algo cercana al kaly, por lo que podría tener alguna información de cuándo va a, no sé, el cine o a comprarse ropa. La segunda opción sería matarla y comerla, lo cual nos daría todas sus vivencias, pero sería prácticamente lo mismo. Y realmente no se me antoja una doctora, se me va a los muslos y me genera empacho.

—Suena bien... —Suspiró Petyr, separando enormemente sus parpados en son de sorpresa. Rápidamente la línea recta de sus labios se curvó para esbozar una sonrisilla—. ¿Y cuál es la otra opción?

—La otra opción es la opción de los humanos. Nosotros hacemos un seguimiento a través de las memorias, ¿cierto? —Dijo ella. Petyr asintió— Bien, esto es, de cierta forma, limitado para seguir a este kaly debido a que no podemos acercarnos... y que sabe cómo matarnos. Pero con un humano común y corriente no pasa esto, él no sabría que lo está siguiendo un humano —Hizo una pausa para beber otro trago—. Verás, los humanos son muy acomplejados, y siempre contratan a alguien para que siga a su pareja y así averiguar si le es infiel. Lo vi en un programa de televisión...

—¿Propones que contratemos a un detective privado? —Interrumpió Petyr— No serviría. Ellos recaban información y luego te dan el informe. No nos daría en tiempo real la información de donde está, y si lo hace, entonces no es alguien confiable, pues no querría meterse en asuntos ilegales.

—Mira, con que sepamos dónde estará Carlos tal día, nos basta. Si pregunta, que lo dudo, le diremos que es nuestro padre. Si sigue preguntando o nos investiga a nosotros, entramos a sus memorias y las hacemos trizas, que se olvide de nuestra existencia.

—Veo que has estudiado, hermanita —Rió Petyr—. Me gustan ambas ideas. El detective requerirá dinero, cosa que puedo conseguir descomponiendo un cajero. En cuanto a la doctora... —Se puso en pie, dirigiéndose a su estudio—. Podría robar otro auto, y esperarla fuera del hospital para secuestrarla. Luego dejarla en un descampado o algo así. Aunque si tiene auto, la cosa podría ponerse violenta...

—Intenta que no sea violenta, Petyr. Él lo notará. Aunque me pregunto cómo manejarás con una sola mano.

—No... No hace falta que nosotros la secuestremos —Petyr esbozó una sonrisa tan macabra que la propia Irene se incomodó—. ¡Usemos a los humanos! Contratemos sicarios para que la secuestren, leemos sus memorias y borramos la de los sicarios, al menos cualquier memoria relacionada con nosotros. Luego que hagan lo que quieran con ella; que la violen, la maten o pidan rescate. Lo que quieran. Tengo su nombre en el turno de radiografía, podrán rastrearla con eso.




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