El continente número 13

Capitulo 3: Los 7 nuevos continentes: Estheriun y Pablumm

"Parte 1: Introducción al Nuevo Mundo"

Esther era la mejor amiga de Eva, y ambas compartían un profundo interés por estudiar biología marina en la universidad. Esther tenía el pelo rojo, piel blanca y ojos cafés. Su carácter era serio y respetuoso, con un toque de timidez que se iluminaba con una linda sonrisa. Provenía de una familia humilde, donde sus padres y hermanos unieron esfuerzos para reunir el dinero necesario que le permitiera asistir a la universidad. Por esta razón, siempre estaba enfocada en sus estudios y, en su tiempo libre, trabajaba para enviar dinero a su familia y ayudarlos en lo que pudiera.

El día en que Eva conoció a Camilo, Esther se encontraba en la biblioteca, ya que había olvidado hacer la tarea. Esa fue la única vez que le sucedió, porque el día anterior había conocido a Pablo en su trabajo.

Estheriun fue el tercer continente en ser descubierto, comparable en tamaño a Europa. Este continente poseía particularidades que lo hacían extraordinario. No tenía playas; de hecho, sus costas eran grandes muros que debían escalarse para acceder a él. Era literalmente una meseta, similar al monte Roraima en Venezuela. Una vez que lograbas alcanzar la cima, sentías la sensación de estar en otro planeta; su flora y fauna eran únicas. Allí crecían árboles ya extintos en el mundo conocido, y la mayoría de ellos eran frutales que ofrecían frutos durante todo el año. En este lugar se encontró un árbol excepcional, el cual sobresalía por su singularidad: daba frutos de diferentes tipos y tamaños, y solo se encontró uno en todo el continente. Lo llamaron "El Árbol de los Mil Frutos".

Los animales que habitaban Estheriun no eran comunes; todos eran híbridos de dos especies muy diferentes. Por ejemplo, encontraron un ser con cuerpo de perro y alas en la espalda, pero con la cabeza de un gallo. Lo llamaron GalliPerro. Estos animales eran fáciles de domesticar y cuidaban muy bien a sus amos; además, tenían la capacidad de volar y emitían un sonido que combinaba los cantos de gallos y perros.

También se encontraron caballos con cuerpos de vaca y águilas con cuerpo de león. Sin embargo, lo que más llamó la atención de los exploradores fue un animal al que todos los demás le tenían respeto: no era un híbrido, sino un perro común y corriente, de aproximadamente 2.5 metros de altura y color blanco. Cuando los exploradores lo avistaron, el miedo se apoderó de ellos. Sin embargo, el animal solo los miró antes de dirigirse hacia su hogar, junto a "El Árbol de los Mil Frutos", como si fuera su guardián. Por eso, los habitantes del lugar lo llamaban "El Yoni" o "El Guardián".

Cabe destacar que en este continente ningún animal representaba peligro para las personas, ya que todos se alimentaban de los frutos que caían de los árboles. Los animales fueron declarados patrimonio del nuevo mundo, y cualquier daño hacia ellos o intento de sacarlos del continente era castigado con exilio e incluso pena de muerte. Solo unas pocas personas estaban autorizadas a vivir allí: los habitantes de Kurutu, quienes se dedicaban a cuidar tanto a los animales como a los árboles y a recolectar frutas para enviarlas a otras ciudades del GNM. La empresa encargada de esta exportación se llamaba Fruits Fresh.

Pablo, por su parte, se sentía frustrado con sus estudios. Estaba en el último año de su carrera y la parte experimental de su tesis no estaba saliendo como esperaba. Se encontraba en el laboratorio de la universidad a las 2:00 am, sin lograr identificar qué estaba fallando en su experimento. —¿Qué estoy haciendo mal?— se preguntaba mientras se llevaba las manos a la cabeza. Pablo estudiaba Ingeniería Química y su tesis trataba sobre los cambios en el estado del agua. En ese momento recordó algo que su madre le había dicho:

—Cuando no encuentres la solución después de intentarlo varias veces, detente a pensar y luego vuelve a intentarlo.

—Es cierto lo que dice mi mamá— murmuró para sí mismo mientras miraba su reloj.

—Mira la hora que es, es mejor que ya me vaya a casa y lo intente mañana —dijo Pablo, recogiendo sus cosas. Cerró el laboratorio y se dirigió a su hogar. En ese instante, pasó por una cafetería que aún estaba abierta. Entró, se sentó en una mesa y llamó a la camarera.

—Señorita, ¿me puede poner un té? —pidió.

—En un momento se lo traigo —respondió Esther, quien era la camarera esa noche.

A pesar de ser un joven atractivo al que le gustaba coquetear con todas las mujeres que se cruzaban en su camino, esa noche Pablo no prestó atención a la belleza de Esther. Acostumbrada a que todos los hombres la miraran y le dijeran algo, Esther se sorprendió por la actitud de Pablo, viéndolo como alguien interesante y diferente.

—Aquí está su té, que lo disfrute —dijo Esther, mirándolo con intensidad. Sin embargo, Pablo no notó su mirada, ya que estaba sumido en la preocupación por su tesis.

Cuando Pablo estaba a punto de terminar su té, Esther sabía que si no hablaba en ese momento, sería difícil volver a verlo. Así que, desesperadamente, cuando iba a llevarle la cuenta, Pablo dijo:

—¿No le gustaría otro té? O quizás nuestro té no es tan bueno como pensamos.

Al escuchar estas palabras, Pablo sonrió y levantó la mirada para ver a la camarera. Al hacerlo, dijo:

—Lo que pasa es que me gustan otros tipos de té.

Dijo esto mientras sonreía y miraba a Esther a los ojos. Ella sintió una conexión y, sonriendo, le preguntó:

—¿Cómo cuáles?

—Como el té de: "¿Te gustaría conocerme?" —respondió Pablo, mirándola fijamente. Ambos sintieron una conexión que parecía real; aunque intentaban no hacerlo, no podían evitar mirarse a los ojos y sonreír.

—De ese "té" no vendemos aquí —respondió Esther, y ambos continuaron riendo. Cuando terminó su turno, Pablo y Esther salieron juntos a buscar un taxi. Cada uno se acostó en su cama esa noche, sonriendo y pensando en el otro, como si estuvieran viviendo una historia de telenovela...



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En el texto hay: tristeza, amor, odio dolor

Editado: 13.11.2024

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