El continente número 13

Capítulo 2: Persecución

Parte 2: El Explorador Negro
—Llegará un momento en que se dará cuenta de que no soy yo a quien le da patadas en el suelo.
—Debemos darnos prisa, pues apenas explote la bomberyan estaremos en peligro —le dice Noah a la Aurora, quien acto seguido apresurará su paso.
Las bomberyan eran unas frutas del árbol Bomber. Estas eran moldeadas y de su interior salía un néctar parecido a la sangre. Debido a su forma y a la facilidad de moldearlas, los cazarecompensas les daban la forma de cabezas humanas para venderlas al mejor postor. Aunque este efecto solo les duraba unas cinco horas hasta que la fruta explotaba, llenando todo de semillas.
—Según mis cálculos, nos quedan tres horas y media antes de que explote —comenta Noah luego de mirar su reloj.
Con un poco de temor, pues nunca había estado tan cerca del peligro, la Aurora le dice a Noah:
—En tres horas y media no nos dará tiempo a llegar al puerto.
—No te preocupes, dentro de cinco minutos pasará el tren Samgar. Tengo un contacto que nos ayudará a subir y nos dejará cerca del puerto sin ser vistos en menos de media hora.
El tren Samgar era uno de los siete trenes que transportaban minerales en el continente de Pablumm. Este era el menos vigilado porque transportaba los minerales más baratos de todos los extraídos en dicho continente.
Los dos llegan a la estación donde el tren Samgar se detenía a recoger algunos obreros para llevarlos a las minas. Entre esos obreros, con ayuda del contacto de Noah, los dos se pudieron introducir en el tren.
Los trenes del Nuevo Mundo alcanzaban grandes velocidades gracias al electromagnetismo en sus vías. El tren de Samgar recorría el continente de Pablumm en apenas 4 horas. Solo demoraba cuando estaba cargado en las minas y cuando recogía a los obreros en los cambios de turnos.
En menos de una hora después de montarse en el tren, Noah y la Aurora ya habían llegado al puerto, donde rápidamente montaron en un barco que se dirigía a Camilium.
Tres horas después se puede ver al número 7 con la supuesta cabeza de la rebelde agolpeada mirándola fijamente, mientras que de ella comenzó a salir un gas de sus oídos. Algo que llamó su atención; la acercó a sus ojos y en ese mismo momento explotó.
Su cara se llenó de semillas y masa de la fruta bomberyan. Entonces el número 7, lleno de ira, gritó muy fuerte y rápidamente entraron sus guardaespaldas a la sala en donde él estaba. Uno de ellos le dio su pañuelo y él se secó los ojos. Cuando limpió su rostro completo, le dijo a sus guardaespaldas:
—Tráiganme a Noah aquí. Él sabe dónde está la rebelde y la está protegiendo. Si alguien está en mi contra, aunque sea mi familia, debe pagar.
Sus guardaespaldas se movilizaron rápidamente para encontrarlo, pero fue en vano. No obstante, les llegó un rumor de que se había montado en un barco en dirección a Camilium.
—Señor, no pudimos encontrar a su sobrino.
—Cuando tengas buenas noticias o lo hayas encontrado, ven; mientras no me molestes —le respondió lleno de ira el número 7.
—Uno de nuestros informantes nos dijo que lo vieron montarse en un tren con destino al puerto, en donde salen los barcos para Eva y Camilium.
Pensativo, el número 7 dijo:
—Solo pudo ir a Camilium en busca de su hermano y entre ambos intentarán quitarme la presidencia de Los 7.
—Señor, ¿cómo puede pensar eso? Son su familia —le dijo uno de sus guardaespaldas.
Con un aspecto preocupante y lleno de ira, respondió el número 7:
—Esos dos hermanos son como mi hermano y mi padre. Piensan en los demás antes que en ellos mismos. De seguro Noah se dejó lavar el cerebro por esa sucia rebelde.
—¿Entonces se los traemos aquí esposados, señor? —preguntó el jefe de los guardaespaldas.
—Quiero que me los traigas muertos, pero que su muerte haya sido un accidente para volverlos mártires y así ganarme al pueblo —dijo el número 7, quien hizo una pausa y añadió— mejor aún, organiza todo para que parezca que la rebelde fue quien los mató; así terminaremos con su movimiento más rápido.
Luego de decirle esto, sonrió y mandó a sus guardaespaldas a la misión.
Mientras tanto, Noah y Anyela (La Aurora) se bajaban de un barco silenciosamente en Camilium:
—Antes de ir a la base secreta, debemos buscar a mi hermano, pues él tiene que saber que nuestro abuelo está vivo.
—¿Sabes dónde está tu hermano? —pregunta Anyela con dudas.
—Solo sé que se unió a una tribu, pero no sé a cuál —responde Noah con inseguridad.
—Entonces será como buscar una aguja en un pajar. Si sabes que es casi imposible tener contacto con las tribus y más aún entrar a las secciones prohibidas donde ellas habitan.
Noah, sabiendo todo esto, le dice a la rebelde, llena de dudas:
—Solo es imposible lo que no se intenta. Entrar a las secciones no será difícil; presiento que nos será fácil. Lo difícil será llegar hasta donde está mi hermano.
Los dos avanzaron por las calles de la ciudad de Pulibu en busca de pistas para entrar a las secciones prohibidas. Mientras tanto, en ese mismo momento, cinco guardaespaldas del número 7 bajaban de un barco que acababa de llegar al continente.
Los guardaespaldas se dividieron y cada uno tomó un camino distinto buscando información sobre Noah. Le enseñaban su rostro a las personas y les preguntaban si lo habían visto. Una persona reconoció a Noah y le indicó a uno de los guardaespaldas por dónde debía ir. Este, en vez de avisarle a los demás como tenían planeado, decidió seguir solo para escalar posiciones con su jefe, el número 7.
—Nuestra búsqueda se reducirá; mi hermano está en la sección 4, me lo dijo en la última carta que me envió, pero lo había olvidado —dijo Noah, lleno de emoción.
En ese momento siente a la rebelde algo tensa y le pregunta:
—¿Qué te pasa?
—Alguien nos está siguiendo hace rato. Debemos apresurar el paso.
En ese momento, caminan rápidamente y aprovechan un mercado que hay cerca para mezclarse entre la gente.
El guardaespalda que los seguía se confundió y pensó que ellos eran otras personas, pero cuando los intentó atacar por la espalda, se dio cuenta de que se había confundido y entonces se molestó mucho, maldiciendo su día.
En lo alto de una azotea desde donde se veía todo el mercado, Noah y Anyela veían la escena:
—Mi tío envió a sus guardaespaldas por mí. Debemos encontrar rápido a mi hermano e ir a la base Pirámide.
Anyela lo mira, asiente con la cabeza y juntos se marchan silenciosamente. Después de unos minutos caminando sigilosamente por la calle, Noah vio en una pared un símbolo y entonces le dijo a Anyela:
—Aquí encontraremos respuestas —señalando una casa que estaba medio destruida.
—¿Estás seguro que es ahí? —le pregunta Anyela confundida.
—No estoy seguro, pero vamos.
Entonces los dos entran en la casa y al final de esta encuentran un clóset, el cual abre Noah. Para sorpresa de los dos, en el interior del clóset había un túnel secreto por el cual descendieron y se encontraron con una serie de pasadizos secretos que al parecer recorrían toda la ciudad.
Noah, guiado por su espíritu aventurero, guió a Anyela por donde él creía que sería el camino correcto.
—¿Qué haces? Debemos volver.
—Para ser rebelde, eres muy temerosa —le responde Noah riendo—. No te preocupes, estoy seguro de que por uno de estos pasadizos llegaremos a la sección 4. El símbolo en la pared es el mismo símbolo que estaba en una esquina de la carta que me envió mi hermano.
—Le temo a los lugares cerrados; no soy tan temerosa como crees —le respondió a Noah justificando su temor y mirándolo fijamente con una pequeña sonrisa en su rostro. Luego añadió—: Pero ¿cuál pasadizo es el correcto? Hay muchos aquí.
—Notas que todos los pasadizos son iguales menos aquel —señala Noah un pasadizo aparentemente igual a los demás pero con algo diferente—. Ese pasadizo tiene algo diferente.
—Sí lo noto, ¿pero qué es? —responde Anyela con emoción.
—Cuando alumbró para ese pasadizo, algo en él brilla.
Hacen la prueba y sí, de todos los pasadizos, el único que brillaba cuando la luz lo alumbraba era ese. Entonces decidieron seguir por ahí.
Caminaron por el pasadizo un buen tiempo hasta que vieron la luz. La salida del pasadizo era una especie de cueva que los llevaba a la sección 4 del continente.
Al llegar afuera se quedaron asombrados por el lugar. Era un gran bosque lleno de frondosos árboles. Anyela miró hacia arriba y vio muchas aves volando y sonrió.
—Esto es muy hermoso, Noah—
Noah miró a todos lados porque sabía el peligro que representaba estar allí.
—No bajes la guardia, este lugar es muy peligroso. Ven, avancemos, vamos a ver si encontramos a algún miembro de una tribu y le preguntamos por mi hermano.
Cuando llevaban un gran tramo caminando, ambos resbalaron por un gran barranco, cayendo en otra parte del bosque aún más frondoso y tupido por los árboles.
—¿Estás bien?— le pregunta Noah, preocupado.
—Sí, estoy bien, solo fue el susto.
Noah la ayuda a levantarse y, en ese momento escucharon un gran ruido que los asustó. Los árboles se movían de un lado para otro; esto los asustó y decidieron correr a buscar refugio, el cual hallaron en una cueva. Cuando lograron entrar, delante de ellos se paró una bestia enorme y espantosa...



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En el texto hay: tristeza, amor, odio dolor

Editado: 21.03.2025

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