Axel Montgomery
Año 2144
Siempre me han dicho que soy diferente, aunque no sé si sea bueno o sea malo. Tal vez sea diferente en el hecho de que mis padres me hayan abandonado a la corta edad de 9 años, y desde entonces pasando de orfanato en orfanato; aunque ahora vivo en unos departamentos yo solo. Tal vez sea por ser muy introvertido y que prefiera quedarme en mi casa jugando videojuegos que ir a fiestas y emborracharme. Cuando suena el despertador sé que es hora de iniciar mi rutina de siempre. Me baño, me pongo los únicos pantalones que están en mi armario, junto con mis tenis azules y una playera gris con un robot al estilo de los 80; me pongo mis gafas color azul oscuro y luego trato de peinarme mis cabellos castaños muy desordenados. Aunque tengo 17 años los jefes del orfanato Mainfield me permiten tener mi propio apartamento, siempre y cuando tenga buenas calificaciones y no tenga ninguna queja de algún vecino. Después de todo, es algo raro estar encerrado con muchos niños de 10 años a mi edad, no podría hablar de temas de chicos de mi edad con nadie, porque solo hay gente menor o gente mayor que yo. Es preferible para mí poder estar sólo teniendo las visitas ocasionales de mi mejor amigo, John, incluso tengo un colchón extra cuando se queda a dormir. Apago todo antes de salir y cierro el departamento con llave mientras saludo a los vecinos que salen a recoger el periódico o llevan a sus hijos a la escuela, aunque también soy el único chico de preparatoria del edificio, muchos suelen mudarse a los 16 con sus amigos o parejas, pero como no tengo con quién ir y mudarme con John no es una opción, porque es mucho papeleo para que sus padres asuman mi tutela.
Pasando por las calles saboreo el gran estilo de la ciudad. Todo es muy tecnológico y muy histórico, no hay dos calles iguales en esta ciudad, cada una tiene su propia esencia. Así como cada calle es diferente y única, los ciudadanos son tan diferentes; unos llevan trajes elegantes a su medida, otros portan con orgullo su uniforme deportivo, otros llevan su cabello de colores al aire sin ocultarlo, otros llevan tatuajes con valiosos significados; todos tienen su lugar en esta ciudad les guste o no. A medio camino me encuentro a un contingente salvando a una chica que casi fue atropellada, tiene los trajes típicos de un contingente que se dedica a la seguridad, un traje blanco con una franja diagonal en azul y otra en roja que nunca se llegan a juntar, no logro distinguir su nombre por mi mala visión, pero es un contingente que se puede volver intangible, uno de mis poderes favoritos por lo curioso que es, pero muy peligroso si no se usa en el momento adecuado. En esta ciudad los contingentes llevan una dinámica diferente al resto del mundo, pueden tener una vida normal o pueden usar sus poderes para el bien público en una rama de cada servicio público enfocándose en asuntos más graves donde antes era imposible satisface; Mientras que en el resto del mundo los pocos contingentes que hay tienen que olvidar sus vidas como personas con ciertas habilidades especiales y ser un superhéroe quieran o no para formar un grupo, como una alianza de superhéroes, como la liga de la justicia. Escuché en México, donde nació mi padre, son menos unidos y trabajan por cuenta propia, pero son simples rumores que el país no confirma. Yo no tengo poderes, pero sería interesante ver cómo trabajan para evitar que la ciudad sea menos caótica y como eligen el destino de su vida, yo no podría elegir entre ambos, tendría que mantener una doble vida y la que ya tengo es demasiada complicada. Cruzo la zona departamental de la ciudad viendo como los edificios pasan a ser grandes estructuras de la zona cultural, donde está mi escuela, que sigue ahí por ser de las primeras escuelas en existir tras una terrible guerra que casi mata a todos, o a casi todos en el continente americano; aunque ya no sea la misma que en las fotos por tantas renovaciones que han hecho.
Llego a la escuela en una bicicleta y después de ponerle el soporte en el estacionamiento para que no la roben, llega un deportista y la tira con su carro.
— ¡Quita tu porquería Alexander! —me grita el deportista mientras los demás se ríen.
— Soy Axel, hemos sido compañeros desde primaria.
En el camino una chica con cabello naranja se cruza en su camino, y yo soy incapaz de mirarle el rostro por mucho tiempo, y solo alcanzo a ver su gran cabellera. Es muy bonita, tal vez sea nueva porque no la he visto nunca. Antes de que le pueda decir algo, se va corriendo, como si fuera algo de vida o muerte.
Todos me ignoran y solo me queda ira mi casillero esquivando las bolas de papel que se dirigen a mi rostro y quitando los letreros de “patéame”, “cuatro ojos” o “cerebrito”, es casi como una rutina.
Otra cosa en la que me distingo es que amo la clase de historia. Es simplemente inspiradora. Para los demás de la clase es tan aburrida que algunos compañeros se llevan almohadas a escondidas para dormir en clase. Más que la destrucción, a mí me gusta la gran transformación que ha tenido esta ciudad.
Antes era un pequeño pueblo entre las montañas de 201 habitantes, todos eran comprados por la empresa farmacéutica RedCell, que tenía un gran poder y era la responsable de todos los productos farmacéuticos y después empezó a vender productos tecnológicos. Pero empezaron a crear virus, armas grandes como bombas y mutaciones asquerosas y las vendían al mejor postor en el mercado negro. Cuando la policía local se enteró de lo que estaban haciendo, fueron a acabar con todo y cerrarlos de por vida. Los de RedCell no lo iban a permitir; así pues, cuando los policías llegaron, soltaron a los undersons y no contaban con el hecho de que se esparcirían por todo el continente y causaría la guerra purgadora. Los undersons son criaturas muy infernales, eran seres humanos que después de muchos experimentos mutaron, su piel se desgarro dejando su carne expuesta y decolorándola a un color naranja vivo; y les crecieron crestas hechas de sus propios huesos, como si fueran dinosaurios y con sus dientes hechos colmillos como los de un tigre dientes de sable. Ha sido una de las peores guerras, creo que más que la segunda guerra mundial. Muchas personas mataban para conseguir un territorio más grande, llegaron a las masacres y finalmente cayeron las bombas destrozando todo a su paso y a los undersons. Después de que las bombas explotaron, empezaron a aparecer personas con habilidades especiales, como volar y hacerse invisible, más tarde serian llamados contingentes. Cuando los contingentes acabaron con todos los undersons, las demás personas se pusieron de acuerdo y crearon el acuerdo de las 39 naciones y todo iba bien, pero para no repetir la gran tragedia los contingentes fueron asignados al servicio público y como recompensa les dan hasta el día de hoy en territorio cerca de la ciudad en donde habitan. Le dicen la cuarta ciudad por ser capaz de renacer entre las cenizas y volver a ser como era en solo 4 años; más rápido que Nueva York o Los Ángeles.