― ¿Como que no? Seguramente algo debe haber para mi en esa empresa tan grande ― insistía
Will mientras intentaba cortar el pollo que habían pedido para comer. Aisha resoplo impaciente y le saco los cubiertos para ponerse a cortar, ya que Will con su mano lastimada no podía hacerlo.
― Will, ni siquiera puedes cortar tus alimentos ― dijo pero en realidad lo que sentía era que no podría concentrarse en el trabajo si lo tenia rondando por la empresa y quería evitar un seguro enfrentamiento entre el y Demian.
Era mas que obvio que se llevaban pésimo
― Me aburro aquí solo, ¿se supone que debo pasear por la ciudad un año completo? ― viendo que con esa táctica no avanzaba, decidió ir por el lado que ella parecía tener en cuenta, el que dirán...
― ¿Que dirán tus amistades? Aisha tienen un esposo vago, un mantenido, seguro ese Demian aprovechara para decir que es la prueba de que no es real nuestro matrimonio, incluso esa chica Regina y su prometido...
Aisha soltó los cubiertos y lo miro con enfado.
― Esta bien, veré que hay para ti en la oficina, seguro encontrare algo.
William sonrió y tomo el tenedor para comenzar a comer, mientras ella se preguntaba como era posible que todos los hombres que la rodeaban siempre querían sacar ventaja de ella.
Al terminar el almuerzo, Aisha se dijo que mejor se hubiera ido a la empresa, aunque era sábado podría adelantar trabajo pero la sola idea de estar sola allí sabiendo que Demian siempre iba los sábados la atemorizaba, el podía ser un cruel y ese día en particular no estaba con animo para discusiones.
― ¿Tienes planes para hoy? ― pregunto de improvisto Will ― porque si no tienes nada que hacer me gustaría que me acompañaras a un sitio.
― ¿A donde?
― Es sorpresa.
― ¿Tu dices de salir de paseo?
― Si.
― No puedo.
― ¿Porque no?
― Porque... bueno porque yo...
― No tienes planes, por la hora que es veo que no iras a la oficina ― dijo mirando el reloj, que indicaba apenas las 10:30 de la mañana ― no seas gruñona, salgamos a tomar un poco de aire.
― Para eso esta el jardín.
― ¿A que le temes Aisha?
― Yo no le temo a nada ― respondió levantando el mentón con gesto orgulloso.
Will sonrió y dejo el cubierto para estirar la mano hacia la mano de ella, en un gesto afectuoso.
― Aisha ya no debes estar encerrada en tu castillo, ahora eres libre para ir a donde desees.
Sabia que se refería al encierro al que la sometió su padre por tantos años, quería gritarle que no se metiera, que el no sabia nada sobre su vida, pero la verdad era que incluso muerto su padre continuaba controlando todos los aspectos de su vida porque ella continuaba haciendo todo lo que el le inculco de niña.
― No lo pienses tanto, eres terrible cuando piensas ― bromeo Will y Aisha no pudo evitar sonreír.
― Esta bien, creo que podría cambiar la rutina por una vez.
― ¡Perfecto! Ve a cambiarte, ponte algo cómodo.
― Pero me encuentro cómoda de este modo ― replico Aisha poniéndose en pie para mostrarle su costoso traje de ejecutiva de corte masculino, sus zapatos de tacón de diseñador y su cabello sujeto en un moño severo y alto.
― Mira no te ofendas pero así mas pareces la encargada de una oficina del fiscal que una chica que se pasara el día divirtiéndose.
Aisha se mordió el labio inferior y lo miro con cierta preocupación.
― ¿Sucede algo?
― Es que... no tengo otra ropa.
― ¿Camisetas, pantalones de mezclilla, faldas cortas, blusas holgadas... nada?
― Nada.
William se pregunto que diablos hacia con el dinero si no lo gastaba en ropa como todas las mujeres.
― Pues entonces no queda otra opción ― le dijo tomándola de la mano y guiándola hacia la puerta de calle.
― Espera donde vamos, mi bolso... mis cosas...
― No necesitas nada.
― Pero William...
Se la llevo a la rastra prácticamente.
La llevo a una tienda, un lugar al que Aisha jamas había entrado, ya que ella solo compraba en boutiques exclusivas o hacia los pedidos de ropa al extranjero.
Miro a su alrededor con curiosidad, mientras Will sin soltarle la mano la lleva de un lado a otro de la tienda escogiendo ropa y entregándole todo para que lo cargue.
Cuando estaba tapada casi por las prendas que el había escogido, la guio hacia un pequeño cubículo y la empujo dentro.
― Pruébate todo y quiero ver como te queda.
― ¡Óyeme, no tengo porque hacer eso!
― Si tu no sales, yo entro ― la amenaza se escucho clara y concisa, así que resignada Aisha comenzó a probarse las prendas que el le había seleccionado.
Increíblemente le había dado al blanco con el talle en todas las prendas que escogió.
Hacer de modelo para el, la llevo a tener las mejillas terriblemente rojas mientras el la miraba, le pedía que gire y asentía o negaba cuando algo le gusta o le disgustaba.
Al final fue Will, quien escogió, dos faldas, varias blusas, camisetas y pantalones de mezclilla, zapatos deportivos y le soltó el cabello diciendo que así se veía mas relajada, aunque ella no se sentía relajada, se sentía extraña, sin sus tacones y sus trajes, era como si otra mujer hubiera tomado su lugar.
Dejaron todo en la cajuela del auto y Will se puso al volante conduciendo hacia las afueras de la ciudad.
― ¿Donde vamos?
― Con suerte llegaremos dentro de unas horas, es una sorpresa, descansa, intenta dormir algo, te despertare para almorzar.
Aisha estaba acostumbrada a manejar ella sus tiempos y su destino de cierto modo y el que Will llevara ahora la dirección de las cosas la hacia sentir incomoda, pero no dijo nada, recostó la cabeza contra la silla del pasajero y fijo la vista en el horizonte.
No se había dado cuenta nunca antes lo relajante que era viajar de ese modo. Will había puesto algo de música movida pero no estruendosa, conducía en silencio sin intervenir en sus pensamientos, solo transitar en un cómodo silencio que la fue relajando hasta que los ojos le pesaron tanto que los tuvo que cerrar...