El Contrato de las Almas Ⅱ

‘Un trazo así y una curva acá’ musito Sebastian terminando de escribir el mensaje en código de runas para que los padres de Sara lo encontraran, el sacar su daga de los escombros fue un poco complicado, pero la mayor parte de los mismos había sido removida por los equipos de búsqueda y rescate así que solo fue cuestión de buscar en el lugar correcto después de recuperarla busco el lugar perfecto para que las pudieran encontrarlo fue todo un reto que desapareció en el instante que encontró el lugar perfecto.

‒Runas angelicales y de cazador‒ dijo alguien alado de Sebastian ‒no sé exactamente qué significa ese trazo, pero supongo que es como un nombre‒ susurro aquella persona ‒si no les añades tu alma podrían pasar como garabatos para los humanos, aunque no sería la primera vez que los humanos intentan plasmar las runas como si buscaran un significado en ellas‒

‒Los humanos buscan significado en todas las cosas por eso no logran aprender nada en concreto‒ añadió Sebastian bajándose del techo de un auto desecho.

‒Si querías mandar un mensaje a…– el joven entrecerró los ojos tratando de desentrañar el significado de las runas ‒¿Sara?‒ dijo con poca seguridad ‒Deberías ponerla en un lugar un poco menos evidente‒

Sebastian miro sus runas escritas en una señalética de No Estacionarse, si buscaba el lugar perfecto para que vieran su mensaje, sería precisamente ahí, a veces si quieres ocultar algo era mejor ponerlo en el lugar obvio de todos.

‒El mensaje no te incumbe‒ corto Sebastian sin siquiera mirarlo, prefería ignorarlo e intentar ocultar el mensaje en otro lugar, sin antes borrarlo primero.

‒En realidad si me incumbe‒ dijo la voz jovial de aquel chico ‒sigo un rastro que me trae justo a este sitio‒ señalo el edificio derrumbado ‒y como aquellas runas apuntan directamente a ese lugar y de paso estás usando runas de cazador, creo que esto me incumbe más de lo que supones‒

Sebastian se irguió colocándose frente a frente de aquel chico, él vestía unos jeans azules y desgastados, una camiseta negra ceñida al cuerpo y una chompa de tela, pasaba desapercibido como un joven universitario con la excepción de la kusarigama que colgaba de su espalda y por llamar la atención al usar una máscara con apenas dos aberturas en la zona de los ojos por lo que no se podía ver alguna señal de su mirada o alguna facción de su rostro.

‒Si estás siguiendo un rastro significa que te abras topado con dos personas antes que yo, o que las has visto en tu camino, un hombre y una mujer, una pareja‒ dijo Sebastian con calma mientras se acercaba a aquel joven.

‒En realidad estoy siguiendo un rastro diferente, a aquella pareja la capturé escapando de una casa oculta en el bosque, fue algo difícil de encontrar, pero el caos que dejaron a su paso me facilito un poco el trabajo‒

Sebastian tuvo cuidado con sus palabras, era la primera vez que se encontraba con un cazador en mucho tiempo, la relación entre ángeles y cazadores es casi nula, además presentía que sus intenciones no eran del todo buenas ‒¡Fantástico! ¿Entonces ellos están contigo? Eso me facilita un poco las cosas, tenía que dejarles un mensaje, pero creo que tú podrías hacerlo por mí‒ forzó una sonrisa

‒Creo que sería mejor si tú y Sara le dieran ese mensaje personalmente, se me encargo llevar a todo aquel que tenga relación alguna con esa pareja‒ dijo el joven con una voz suave y natural.

‒Me temo que eso no se va a poder, prometí protegerla a toda costa así que no puedo dejársela a alguien que acaba de capturar a sus padres‒

La tensión aumentó entre ambos, ninguno hacia un movimiento sin despegar la mirada de su oponente.

‒Supongo que tendré que llevarte conmigo en tal caso, buscaré a Sara por mi cuenta, igual escribiste todo lo que necesito ahí‒ dijo el joven apuntando a la señalética ‒mis órdenes son absolutas‒ tomo la hoz por el mango mientras la cadena unida a ella se desperdigaba por el piso.

‒Y mi promesa inquebrantable‒ añadió Sebastian que estiraba su mano a la lanza tras su espalda.

El joven movía la hoz con soltura, la hoja relucía un naranja marrón el resplandor único del oricalco, Sebastian en cambio, mantenía la mano tras su espalda quería evitar llamar la atención de los que les rodeaban, la gente iba y venía llevando todo tipo de ayuda a las personas que rescataban y hacer una escena sería demasiado evidente además de que existían muchas cámaras de televisión reportando la situación del lugar.

El joven lanzó el primer ataque, su velocidad era incomparable se movió tan rápido que apenas le dio tiempo a Sebastian de tomar una posición de defensa, giro sobre sí mismo mientras la hoz giraba a gran velocidad sobre su cabeza extendiéndose gradualmente gracias a la cadena, dispuesta a cortar con su hoja a todo aquello en su camino, Sebastian siguió la dirección de la hoja si se descuidaba por un segundo esta podría clavarse en su cuerpo en un golpe mortal, algo que lo pago muy caro al sentir un golpe imparable y seco en su estómago, se había concentrado tanto en la hoja que olvido el peso atado en el otro extremo de la cadena la cual fue usada como proyectil dándole de lleno cerca del diafragma.

Sebastian tocio con fuerza, sintiendo la presión en su estómago, apenas podía inflar los pulmones sin sentir que algo le presionaba con fuerza.

‒La próxima no fallaré‒ dijo el joven sin cambiar el tono de su voz mientras se alejaba hasta dejar una distancia considerable entre ambos.



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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