A lo lejos se puede observar a la perfección una gigantesca esfera metálica, los ruidos de la batalla están penetrando en los oídos de Jessamine y los demás. Gotas de sudor perlan su frente, al tragar un poco de saliva siente un dolor de garganta, quizás generado por la preocupación de que Ban este bien. Aunque no tiene mucho tiempo para preocuparse por los demás, los gritos de Zephyro le devuelven a su realidad, una aún llena de peligro.
—¡Más adelante hay monstruos! —Con un grito potente Zephyro avisa sobre la presencia de Ruby Flasbat y lobos putrefactos, monstruos que saltan delante del camino con intensiones de parar a los caballos. Por lo que con fuerte azotes Zephyro tiene que ordenar que aceleren a los corceles que manejan la carreta.
Jessamine, con un movimiento tuerce su cuerpo y se sube arriba de la carreta, en dónde aplicando mana a sus pies logra estabilizarse sin caerse. Ahí saca una flecha de su mochila mágica, una con la punta roja, con la cual tensa su arco y rápidamente dispara. La flecha impacta en el suelo bajo los pies de la bestia, rápidamente brillando hasta generar una poderosa explosión que no solo aparta a las bestias, sino que levanta una cortina de tierra que permite a los caballos camuflarse cuando pasan por ahí.
Al salir a gran velocidad de la nube de tierra, Zephyro manteniendo los caballos corriendo a gran velocidad, también salen de la nube de tierra unas cinco pequeñas marionetas de madera con apariencia humana, las cuales miden un metro de altura y por lo visto no poseen un rostro más que una boca con colmillos filosos. Sus articulaciones crujen con el movimiento de sus brazos, mientras se acercan flotando en el aire, como si un ser invisible estuviera moviendo sus hilos.
Al escuchar el sonido grave de la madera crujiendo, los ojos de Jessamine se abren por completo y su iris comienza a temblar, reconociendo a esas marionetas. Rápidamente toma unas flechas y las dispara, dándole justo en el pecho y rostro de las marionetas, quienes proceden a prenderse en fuego, cayendo como troncos quemados al suelo mientras se retuercen tratando de levantarse.
Jessamine les está dando más prioridad a estás marionetas porque reconoce que de todos los monstruos que les siguen, éstas son las más peligrosas. Si se acercan lo suficiente a la carreta, fácilmente podrían hacerla volar en mil pedazos. No por nada son marionetas sacrificables.
Justo enfrente se encuentra un puente de pedazos de madera vieja y cuerdas desgastadas que tienen que cruzar para poder llegar a salvó al pueblo. Solo que es muy peligroso cruzarlo corriendo con los caballos, por lo que Zephyro jala las cuerdas con tanta fuerza que se rozan dolorosamente contra su piel, casi quemándola si no fuera por su barrera que le protege. Todo con tal de detener a los caballos, para así ordenarles que pasen lentamente.
—¡Crúzalo rápido, no podemos parar! —Claro que Jessamine le grita a Zephyro con desesperación, sus ojos puestos en los lobos putrefactos y los murciélagos que le siguen por detrás.
—Eso sería un suicidio, está todo destruido. —Comenta Zephyro mientras su rostro se llena de gotas de sudor, sus ojos atento a cualquier señal que indique que el puente caerá.
La desesperación de que las bestias les alcancen, más observar como salen del bosque más de esas odiosas marionetas provoca que Jessamine dispare hacia enfrente una flecha de agua que crea detrás de ella un camino de agua, para después congelar dicho camino con una flecha de hielo. Ahora el puente de tablas de madera podridas se ha convertido en un puente de hielo grueso, bastante resistente para cruzar, pero aún peligroso.
—Listo, ahora cruza. —Comenta Jessamine mientras dispara varias flechas que le dan a las marionetas, volándolas en mil pedazos por la fuerza de las explosiones que provocan.
Zephyro decide obedecer y azota a los caballos para que vayan un poco más rápido, solo lo suficiente para cruzar el puente rápido. Claro que su mente se está preparando para tomar a Kyara y huir hacia el otro lado, solo necesita un indicio de que este puente colapsara.
Aunque eso no sucede, dado que logran cruzar al otro lado sanos y a salvo. Justo cuando la carreta toca la tierra, Zephyro azota de nuevo a los caballos para que vayan a máxima velocidad, mientras que Jessamine dispara una flecha explosiva, que al impactar en medio del puente, logra hacer que explote y colapse, llevándose consigo a los lobos putrefactos y alejando a las demás bestias voladoras.
Es de esta manera que el grupo pudo evadir el peligro y cruzar al otro lado, llegando a salvo al pueblo.