La luz de la luna ha cubierto el bosque, quien ahora yace tan oscuro que incluso los adultos imaginarían a los monstruos más temibles por los sonidos que salen de ahí. En un claro particularmente grande nos podemos encontrar cientos de luces hechas por las antorchas puestas en tubos de metal, las cuales ayudan a alumbrar las cientos de tiendas de campaña. En una particularmente grande se encuentra unos muebles básicos, una mesa grande y unas sillas. Es en este lugar donde un hombre vistiendo completamente de negro llega corriendo, su frente llena de sudor y su boca abierta lo suficientemente para tomar el aire que sus pulmones perdieron.
— Capitán Ravage, recibimos el reporte de una entrada ilegal por el sendero del silencio. —Colocando su palma abierta en su pecho, el soldado informa mientras muestra las fotos de los intrusos que acaban de llegar al pueblo.
Los labios del Capitán se tuercen en una sonrisa diabólica, sus ojos puesto en la niña de la foto.
—Tráiganme a esta chica. —Señala la foto de la niña. —No se les ocurra hacerles daño alguno. —Con una voz áspera ordena.
—A la orden. —El soldado responde poniendo su mano abierta en su pecho para saludar, antes de retirarse. El Capitán se queda mirando la foto con bastante interés, sus ojos mostrando sus oscuras intensiones.