Justo delante de una pequeña y temblorosa Princesa, se encuentra un gorila con un pelaje tan blanco como la propia nieve que cubre las dos montañas. Sosteniendo una botella de licor de ciruelas, Kyara se la ofrece al gorila mientras se disculpa nuevamente por haber destrozado su hogar. —Lo siento mucho por haber destruido tu hogar, espero que esto sirva para olvidar el pasado y que en el futuro podamos ser amigos.
El Snowstrom toma la botella en sus manos, la cual termina midiendo lo mismo que la palma de su mano. Observa contra la luz del sol el líquido ámbar del licor, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa al ver el sello de autenticidad de la botella, para después guardarla en su bolsa de viaje.
—Ya te dije que no está molesto, puedes preguntarle cuando tú quieras. —Lo comenta Ban acercándose al oído de la Princesa, quien no puede dejar de mirar el suelo por lo que hizo. Aún así logra conseguir algo de valor al respirar profundamente, para así acercarse con pequeños pasos al gorila.
—Disculpe señor Snowstrom, se que esto puede sonar egoísta, sobretodo porque yo destruí su casa, pero quisiera tener una audiencia con su Rey. —Apenas con una voz tan baja como un ratoncito y sin dejar de temblar, Kyara le pide al Snowstrom, para inmediatamente cerrar sus ojos con fuerza, como si esperará el rechazo.
Una mano gigantesca acaricia con suavidad el cabello de Kyara. Aquel gesto de cuidado y amabilidad hicieron que la pequeña abriera los ojos, encontrándose con un pulgar arriba y una encantadora sonrisa mientras muestra sus blancos dientes.
De inmediato Kyara se alegra, sus ojos se iluminan con una luz de esperanza, reflejando la luz del sol. Para ella es una gran noticia poder entrar al territorio del Snowstrom, ya que sería un paso por delante del ejército del Duque.
Claro que ese rostro de alegría desaparece al momento en que ve un gran barril de madera que han construido Ban, Jessamine y él Snowstrom, mientras escucha como ella y sus guardaespaldas deben de entrar ahí. El barril es tan grande como el gorila, solo hacen falta pocos centímetros para superarlo, siendo incluso más grande que la propia Princesa. Solo que algo le dice que no lograrán caber o que como mínimo será un viaje muy incómodo.
Los tres tuvieron que meterse dentro del barril, contorsionado sus cuerpos hasta parecer esferas, sin poder estirar sus piernas o siquiera mover sus cuerpos un poco. Aunque la incomodidad no era un problema para Kyara, es pequeña, por lo que ella puede estirarse un poco a diferencia de Jessamine o Ban.
El barril se sacude cuando el Snowstrom lo carga con gran facilidad, solo que ese era el comienzo. Cuando el Snowstrom cargo el resto de sus cosas, comenzó a correr por la nieve, subiéndose a los árboles y saltando entre las ramas, acercándose a su hogar a gran rapidez. Dentro del barril los tres se movían de un lado al otro, siendo que Kyara por lo pequeña que es choque contra el cuerpo de Ban y Jessamine constantemente mientras siente como su espalda roza la áspera madera. Los movimientos son tan bruscos para la pobre Princesa que siente como sus ojos dan muchas vueltas y como el desayuno sube hasta su boca, teniendo que tragárselo a la fuerza para no ensuciar a Ban o Jessamine.
Cuando los movimientos paran, una agotada Kyara descansa en el pecho de Jessamine, quien la abraza mientras huele el olor característico de carne asada y pan recién horneado. Su instinto le dice que ya llegaron y no se equivoca, dado que el Snowstrom justo ahora acaba de entrar a su hogar, las dos montañas hermano. Justo ahora está caminando por unas calles hechas de la piedra de la montaña, la cual fue lijada y pulida para formar un camino recto. A su alrededor hay más gorilas como él, unos comprando en pequeños puestos de madera un poco de fruta o pan recién horneado, mientras otros caminan a su alrededor.
—¿Crees que nos vaya a llevar directamente con el líder? —Pregunta Kyara recuperando un poco la conciencia, está vez aliviada que ya no se están moviendo como si estuvieran dentro de un barco.
—Eso espero, realmente no quisiera salir de este barril y tener que pelear contra esos Snowstroms, todos tienen una presencia imponente. —Comenta Jessamine.
—En el debido caso que algo suceda, toma a Kyara y huyan. —Comenta Ban, su rostro calmado y a la vez serio, cerrando los ojos para tratar de reconocer el terreno tan solo sintiendo el mana que hay a su alrededor. Claro que esto le resulta muy difícil, no puede sentir más que solo los lugares que pasa el gorila que los está llevando.
Al ver el rostro de seriedad de Ban, un pensamiento llega a la mente de Kyara. “¿Realmente son tan poderosos los Snowstroms? Recuerdo que mi madre siempre trataba de evitar conflictos con ellos, pero siempre pensé que era a causa de su amabilidad. Aunque Ban es muy fuerte y luce muy serio.”
El lugar donde termina llegando no es exactamente con el líder, sino una habitación de cuarenta metros cuadrados, lo suficientemente grande para que los tres esperen sentados en el cómodo sillón grande. También hay una mesa de madera grande y unas lámparas con un cristal redondo transparente que guardan una piedra reluciente que ilumina toda la habitación.
El Snowstrom tan solo los deja en esa habitación, tratando de explicar con sus manos que en un momento vuelve, que esperen, para cerrar la habitación con una pesada puerta de roca.
—Así que tendremos que esperar. —Mientras alza sus manos lo más que puede, Jessamine suelta ese comentario.
—Si vamos a tener una audiencia con el Rey, primero tendrá que anunciarnos. —Comenta Ban a la vez que estira sus piernas. —Como sea, yo tomaré una siesta. —Para después reclamar el sillón, acostándose en el.
Durante unos cuantos minutos, casi media hora, Ban se quedó dormido en el sillón, a la vez que Jessamine y Kyara se sentaron en el suelo y jugaron con unas cartas que Jessamine siempre trae en su pequeña mochila, hasta que el Snowstrom vuelve, entrando por la puerta y moviendo sus manos en señales que a ambas les cuesta interpretar.