El corazón de Amelia.

Capitulo 9. Parte 4.

Cruzando el cielo como enormes dragones, cubriendo con una densa sombra las montañas, está una estructura metálica en forma de globo, la cual se mueve tan rápido como un caballo. Mientras asciende por la montaña, en su interior se encuentran cientos de hombres y mujeres vistiendo un uniforme negro, soldados del imperio que corren con desesperación para prepararse para la pronta batalla que se avecina.

Hay soldados llenos de sudor arrodillados para rezarles a los dioses de este mundo su protección, otros ya están ajustando las correas de una extraña maquina, mientras que en la cabina principal están un grupo reducido de soldados, unos diez hombres recibiendo ordenes directas de el Capitán Ravage.

Cuando el zepelín alcanza cierta altura, estando más alto que las propias montañas gemelas, los soldados dentro de la cabina principal confirman que están a la altura adecuada para no recibir daños, unos cien metros alejados de las montañas. Entonces, los labios de Ravage se tuercen en una sonrisa de victoria antes de lanzar la orden.

—Inicien el plan. Suelten las bombas.

Una fuerte alarma se escucha por toda la nave, su sonido es tan fuerte que incluso logra atravesar las gruesas paredes de la nave y extenderse por la montaña. Aquel ruido indica algo muy malo para nuestros héroes, quienes observan atentamente como debajo de la nave se abren varias compuertas y caen varias bombas, más de cien de ellas.

Nada más al tocar la mullida nieve, las bombas explotan, expulsando un potente ruido que hasta los habitantes del pueblo escuchan con temor, las madres abrazando a sus hijos con fuerza para protegerlos y algunos hombres cayendo todo el peso de la realidad en ellos, entendiendo a lo que se iban a enfrentar.

Una fuerte onda expansiva destroza las rocas de las montañas, provocando una gigantesca avalancha que se aproxima al pueblo como una cruda realidad de lo que es la guerra. Ban, Jessamine y Flamea tuvieron que invocar una poderosa barrera para resistir el gran paso de la nieve, la cual arrastra con todo, desprendiendo árboles y destrozando las grandes piedras que sobresalen del suelo, convirtiendo aquel hermoso bosque en un desierto nevado.

Dentro de la montaña no les fue mejor, los Snowstroms sintieron las explosiones como poderosos temblores, las casas colapsaron por completo, convirtiéndose en un grupo de enormes rocas del tamaño de un sillón. Los puentes colapsaron, cayendo al fondo del abismo. Y muchos de los Snowstroms sintieron terror, muchos corriendo a refugiarse con sus rostros llenos de sudor, otros protegiendo a los niños con sus corazones latiendo a mil por hora, pero todos pidiendo que el techo no colapse y los entierre vivos.

Sin darles tiempo para reaccionar o reorganizarse, el ejército del Duque bajo una maquina ovalada llena de luces azules, la cual al activarse generó un círculo mágico que cubre toda la montaña. Dicho círculo mágico comenzó a provocar confusión a los Snowstroms, muchos se les nublo la visión, otros escucharon un ruido molesto que casi les obliga a arrancarse los oídos, pero a la gran mayoría les afectó, cambiando el color blanco de su pelaje por un tono rojizo bastante oscuro. Los Snowstroms comenzaron a mostrar sus colmillos grandes y filosos, a golpear el suelo con fuerza como si de un tambor se tratase, mientras que sus ojos se pusieron de un color rojizo tan intenso como agresivo.

Al ser controlados por dicha máquina que va descendiendo hasta lo más profundo de la montaña, los Snowstroms comenzaron a adquirir una furia incontrolable, una que no les permite ver aliados, solo enemigos. Está furia les provocó que se atacarán entre si, alzando sus puños para golpear a sus compañeros que alguna vez llamaron amigos. Otros, que tratan de controlar mejor está furia, comenzaron a golpear las paredes con sus cabezas repetitivamente, provocando que sus frentes liberen un líquido espeso y rojo. Pero hubo unos que dirigieron su furia hacia sus enemigos de afuera, escalando las paredes rocosas para llegar a ellos.

Lamentablemente al salir de la montaña por el enorme agujero que hicieron las explosiones, los Snowstroms que salen, por la fuerza del hechizo, no saben distinguir quienes son sus enemigos. Unos ven el zepelín y de inmediato tratan de saltar para alcanzarlo sin éxito alguno, estando a escasos metros de lograrlo. Pero hubo otros que postraron sus ojos en el pueblo, entrecerrándolos y apretando sus dientes como si observarán la base del gran villano que destrozó su hogar. Así qué con gran furia saltan de la montaña y corren hacia el dichoso pueblo.

De la nave cayó varios objetos. Está vez no se trata de bombas, sino de monstruos exoesqueletos manipulados por soldados. Dichas bestias de metal poseen brazos extensibles como tentáculos, con pinzas filosas para tomar dichos objetos a distancia.

Los Snowstroms llenos de furia por el hechizo se lanzan sin pensarlo a golpear a dichos soldados. Pero son repelidos con facilidad por un par de cañones que están en la espalda de las maquinas las cuales se cargan con gran intensidad y les disparan un potente rayo de energía mágica que lanza a los Snowstroms hasta las paredes, mientras que sus cuerpos arden por las intensas quemaduras del rayo.

Claro que estos soldados no esperaban que el hechizo no afecte a todos los Snowstroms. Mientras los soldados están distraídos observando con sus gafas mágicas todo el terreno, analizando la cantidad de mana que hay en las distintas habitaciones, un par de Snowstroms saltan detrás de sus espaldas, logrando tomar a los soldados de la cabeza y con un golpe destrozándosela, para después soltar otros que destrozan el aparato que montan los soldados.

Lamentablemente los otros soldados se dan cuenta de la presencia de dichos Snowstroms y cargando sus cañones con mana, disparan poderosos rayos a sus enemigos. Pero estos Snowstroms no están tan confundidos por el hechizo como para no conjurar una barrera que fácilmente pueda resistir dichos rayos.



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En el texto hay: magia y aventura, fantasia épica, shounen

Editado: 04.11.2025

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