En la cima de una de las dos montañas está empezando a levantarse lentamente una nube densa y de un color oscuro como la propia muerte. Un enorme agujero provocado por la bomba que arrojo el ejército está provocando que la nube se levante lentamente, mientras que en su interior la luz brillante de ardientes llamas está iluminando el lugar. Tanto Ban como el Snowstrom escuchan con pesar el inconfundible sonido de la batalla, golpes intensos, gritos desgarradores que lentamente se están dejando de escuchar y el sonido de pequeñas explosiones.
Aquel lugar que era el hogar de bestias amables que no se enojaron cuando unos desconocidos entraron a su hogar, ahora se ha convertido en un abismo que da hacia las mismísimas puertas del infierno. El calor que desprende aquel agujero sería mortal para cualquier hombre común, dándole a entender a cualquiera que entrara a ese lugar que solo le espera una muerte segura. Pero Ban no es un hombre cualquiera, es un guerrero que ha entrenado su vida para esta clase de combates y circunstancias.
Los ojos de Ban se abren y entrecierran rápidamente, mientras que el Snowstrom muestra sus filosos colmillos y suelta un gruñido cuando sus ojos logran captar como una plataforma desciende lentamente, llevando consigo a diez soldados montados en golems metálicos, o eso es lo que cree ver Ban, mientras protegen a un hombre alto, delgado, con el cabello morado que usa unas gafas de armazón rectangular. Ese hombre, mejor conocido como el capitán Ravage le suelta una sonrisa de victoria y una mirada de desprecio a Ban, haciendo que los músculos de nuestro héroe se tensen hasta el punto en que sus venas sean visibles.
—No tenemos tiempo, hay que darnos prisa. —Con esas palabras Ban salta hacia el enorme agujero, siendo seguido por el Snowstrom.
Al caer en un suelo de roca roja bastante firme, el enojo de Ban se va en aumento al ver la situación, la cual es mucho peor de lo que se veía por arriba. La batalla de los Snowstroms y los soldados ha llegado a tal punto en que ni siquiera los jóvenes Snowstroms lograron salvarse del control mental del ejército, un grupo de tres Snowstroms de a lo mucho un metro están gruñendo con furia mientras se aferran a la pierna de metal de uno de los soldados, tratando de morder lo con sus dientes y destrozarla con su pequeños puños. Pero el soldado simplemente apunta su cañón hacia ellos, el cual comienza a brillar al ser cargado con bastante mana. Con un disparo los tres pequeños Snowstroms fueron mandados a volar lejos, sus cuerpos llenos de quemaduras negras como el carbón. Pero, a pesar del gran dolor que sienten, aún tratan de levantarse para continuar peleando.
Uno de esos soldados, montado en esas maquinas de metal, aparece detrás de Ban, con ojos bien abiertos e inyectados en sangre comienza a cargar los grandes tubos metálicos a su espalda, los cuales brillan con una luz tan intensa y amenazadora, preparándose para lanzar un ataque devastador. Con un grito potente de locura aprieta el botón que permite disparar dos potentes rayos de energía hacia Ban, la cual con su gran poder devastador destroza el suelo, convirtiéndolo en lava ardiente.
Pero dichos rayos no logran tocar a Ban, dado que su gran experiencia en el combate hizo que justo antes de saltar a ese lugar extendiera a su alrededor un campo eléctrico que le permite sentir y saber todos los movimientos de sus oponentes, en un diámetro de cien metros. Esto le permitió darse cuenta de la presencia de dicho soldado que ha perdido la cordura con el fragor de la batalla, llenando su cuerpo de intensas corrientes eléctricas que le permiten desplazarse en un segundo justo detrás de dicho soldado cuando esté dispara su cañón. Tomando con firmeza su espada, lanza un corte que no solo parte por la mitad a dicha máquina de metal, sino que el soldado es partido en dos, cayendo sin vida al suelo, el cual se pinta con la intensa y rojiza sangre derramada.
Los puños del Snowstrom que acompañan a Ban se cierran con fuerza, lanzándose con un salto hacia aquel soldado que disparó a los más jóvenes. Sus puños conectan una y otra vez con el rostro del soldado, su cara deformándose, mientras que sus manos tratan de disparar de nuevo el cañón que aún está comenzando a brillar. Pero el Snowstrom lo destroza con un par de golpes, antes de continuar golpeando al soldado, hasta que ya no se puede escuchar ni un solo gemido de dolor.
Aún si acabó con el enemigo, ver a aquellos tres jóvenes queriendo luchar, como si para eso hubieran nacido, solo hizo que el Snowstrom derramará lagrimas de frustración y dolor. Ver su hogar volverse cenizas solo provoca que su pecho arda con intensidad y sus manos tiemblen por la impotencia de no poder hacer nada.
—Apresurémonos a destrozar esa máquina. Quizás así está batalla termine. —Las palabras de Ban traen un poco más de tranquilidad al Snowstrom, el dolor en su pecho no se va, pero deja de doler un poco, mientras que el temblor en sus manos desaparece por completo. Esto le permite limpiarse las lágrimas con su antebrazo derecho y asentir, mientras que su mirada muestra la determinación de salvar a todos sus colegas y familia.
Ambos se desplazan por todo el lugar, esquivando los ataques de sus enemigos y aliados. Ban con su espada despedaza a los soldados que se le cruzan por su camino, dejando detrás de si solo cuerpo de aquellos que han provocado tanto dolor. Mientras que solo golpea conteniendo su fuerza a los Snowstroms en la cara, al igual que con su espada, corta los tendones de sus piernas o brazos, buscando su incapacidad para poder luchar. Lo mismo sucede con el Snowstrom, quien busca ser cuidadoso con sus amigos.
Ambos llegan a lo que parece ser un elevador de madera completamente destrozado, sin el piso de madera y con las paredes llenas de agujeros de golpes. Este era su medio de transporte que los llevaría abajo, aunque no es el único método. El Snowstrom le pide a Ban saltar abajo, como si ya conociera el camino.