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Capítulo 7: La Alianza Improbable
El camino hacia la Cueva de los Ecos Eternos resultó ser tan peligroso como esperaban. La comitiva, compuesta por Mei Lin, Wei Li, la princesa Mei Xing (ahora libre del control del Maestro Feng), Zhao Yun (aún adolorido pero determinado), y los recién reunidos Ken y Ye Ye, avanzaba cautelosamente por la ladera norte de la montaña sagrada.
La nieve dificultaba el ascenso, y el viento cortante parecía intentar empujarlos de vuelta al valle. Pero lo más inquietante eran las sombras que ocasionalmente vislumbraban entre los árboles: figuras oscuras que aparecían y desaparecían demasiado rápido para ser identificadas.
"Agentes de La Espada Oxidada", había explicado la princesa en voz baja. "O peor aún, manifestaciones menores de la Diosa, fragmentos de su conciencia que han logrado filtrarse a través del sello debilitado".
"Maravilloso", había murmurado Wei Li. "Justo lo que necesitábamos: fantasmas interdimensionales acosándonos".
Ahora, mientras se detenían para un breve descanso en un saliente rocoso que ofrecía cierta protección contra el viento, Wei Li aprovechó para examinar su "bolígrafo" tecnológico, que había estado emitiendo lecturas cada vez más extrañas a medida que se acercaban a su destino.
"Las fluctuaciones dimensionales están aumentando", informó a Mei Lin, mostrándole la pequeña pantalla holográfica. "Sea lo que sea esta cueva, definitivamente no es un lugar normal".
"Nada en esta aventura ha sido normal", respondió ella con una sonrisa cansada. "¿Recuerdas cuando nuestras mayores preocupaciones eran terminar proyectos de investigación y decidir dónde cenar?"
"Ah, los viejos tiempos... hace aproximadamente 48 horas", bromeó Wei Li, guardando el dispositivo. "Aunque debo admitir que prefiero enfrentar apocalipsis dimensionales contigo que reuniones de departamento sin ti".
Mei Lin rio suavemente, un sonido que pareció aligerar momentáneamente la atmósfera sombría que los rodeaba.
A unos metros de distancia, Zhao Yun observaba su interacción con una mezcla de emociones en su rostro. La princesa Mei Xing, notando su expresión, se acercó a él.
"Duele, ¿verdad?", preguntó en voz baja. "Ver a alguien que amas encontrar felicidad con otro".
Zhao Yun la miró sorprendido, no esperando tal franqueza.
"Es... complicado", admitió finalmente. "Parte de mí siempre amará a Lin Mei Hua. Pero esa mujer", señaló discretamente hacia Mei Lin, "no es realmente ella. Tiene su rostro, su voz, incluso algunos de sus gestos... pero es diferente. Más libre, más decidida. Y claramente, su corazón y Cuerpo pertenece a otro".
La princesa asintió comprensivamente.
"El destino tiene formas extrañas de guiarnos", dijo. "A veces, lo que creemos que queremos no es lo que realmente necesitamos".
Zhao Yun la estudió con renovado interés.
"Hablas con la voz de la experiencia, Alteza".
Una sonrisa triste cruzó el rostro de la princesa.
"Quizás. O tal vez solo soy una romántica incurable que ha leído demasiados poemas de amor prohibido".
-- No debo poner mis ojos en lo que me está prohibido.
-- Dónde está escrito lo que está prohibido y quién prohíbe? -- pregunto la bella princesa,dejando un camino totalmente abierto
Antes de que Zhao Yun pudiera responder, Ken se acercó al grupo, interrumpiendo todas las conversaciones.
"Creo que tenemos compañía", anunció en voz baja, señalando hacia un claro más abajo en la ladera.
Todos se tensaron, preparándose para un posible ataque. Pero lo que vieron los dejó momentáneamente sin palabras.
Una figura alta y etérea, vagamente humanoide pero con proporciones extrañas, avanzaba lentamente hacia ellos. A diferencia de sus apariciones anteriores, esta vez no dejaba un rastro de destrucción a su paso. La nieve bajo sus "pies" no se derretía, y los árboles cercanos no se marchitaban. Sus ojos brillaban con un resplandor verde intenso, el mismo tono exacto que el Corazón de Jade.
"El guardián", susurró Mei Lin, instintivamente llevando una mano al bolsillo donde guardaba el jade.
"Parece que ha aprendido a controlar su influencia en nuestro plano", observó Wei Li, fascinado a pesar del peligro potencial.
La entidad se detuvo a unos veinte metros de ellos, como si esperara una invitación para acercarse más.
"¿Qué hacemos?", preguntó Ye Ye nerviosamente, aferrándose al brazo de Ken.
"Yo hablaré con él", decidió Mei Lin, dando un paso adelante antes de que nadie pudiera detenerla.
"Mei Lin, espera", llamó Wei Li, pero ella ya estaba descendiendo cuidadosamente por el sendero nevado hacia el guardián.
A medida que se acercaba, Mei Lin sentía una extraña resonancia dentro de sí, como si algo en su núcleo respondiera a la presencia del ser dimensional. No era miedo lo que sentía, sino una especie de reconocimiento, como encontrarse con un viejo amigo olvidado hace mucho tiempo.
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Editado: 30.11.2025