El Ascenso Silencioso.
Kia y Vance iniciaron la agotadora escalada hacia el Santuario del Crisantemo. El terreno de los Alpes Japoneses era traicionero: roca escarpada, hielo y una densa niebla que abrazaba los picos.
Vance, a pesar de su condición física de "profesor", se movía con una sorprendente eficiencia, gracias al entrenamiento de supervivencia que Kira le había impuesto. Llevaba el equipo de montañismo y el escáner modificado para detectar artefactos atlantes.
—El Santuario debe ser un punto de alta energía, incluso si está camuflado —susurró Vance por el comunicador de casco.
—Seraphina y Atlas ya están adelante. Tenemos que ser más rápidos y silenciosos —respondió Kira, sus ojos escaneando la niebla en busca de cualquier rastro de mercenarios.
El Mensaje de la Cripta.
Mientras escalaban, Vance analizó la foto antigua que Ariadne le había dado a Kira en el aeródromo. La foto mostraba a una Kira de doce años junto al hombre conocido como "Sombra".
—Kira, este hombre, "Sombra", según los archivos que logramos rescatar de la Cripta de Londres, no era un mercenario cualquiera —dijo Vance—. Era un operativo de alto nivel de La Orden de Teseo.
—¿Qué tiene que ver la Orden de Teseo con el pasado militar de mi madre? —preguntó Kira.
Vance dudó antes de responder, sabiendo que cada palabra era una puñalada para ella.
—Seraphina usará esto. Los archivos sugieren que tu madre, antes de conocer a tu padre, estaba involucrada en el proyecto de re-localización atlante de la Orden. Ella no murió en un accidente, Kira. Ella fue ejecutada por la Orden para encubrir la existencia del Santuario del Crisantemo.
La noticia golpeó a Kira con la fuerza del viento de la montaña. El recuerdo de su madre, un pilar de su vida, se desmoronaba en una conspiración.
—Mi vida entera ha sido una mentira construida por los mismos que fundaron La Vigilancia —dijo Kira, su voz peligrosamente baja.
La Primera Grieta.
El escáner de Vance emitió un pitido agudo.
—¡Kira, espera! Detecto un rastro. No es una firma atlante; es una mina terrestre de proximidad con un sensor de carbono. ¡Es de El Fénix!
Kira se detuvo en el borde de un saliente estrecho. La niebla se disipó por un momento, revelando una línea de trampas plantadas por los mercenarios.
—Están protegiendo el ascenso —dijo Kira—. Seraphina quiere ralentizarnos.
En ese momento, la escalada pasó de una carrera a una escaramuza. Dos mercenarios con equipo de camuflaje aparecieron sobre ellos, disparando cuerdas de agarre electrificadas.
Kira reaccionó con la furia recién descubierta por la traición de su pasado. Ella cortó la cuerda electrificada que se dirigía a Vance con un cuchillo de cerámica.
—¡Vance! ¡Continúa! ¡Necesito que llegues al Santuario!
—¡No te dejaré sola!
—¡Protege el mapa! ¡Ella me quiere a mí, no al artefacto!
Kira se lanzó al combate. La lucha fue brutal, cuerpo a cuerpo, a cientos de metros de altura.
Kira no usó su arma de fuego, sino su pura fuerza y rabia. Ella neutralizó al primer mercenario con una patada al plexo solar, enviándolo a caer por el precipicio. El segundo mercenario era más fuerte.
Vance, sabiendo que Kira tenía razón, tomó una decisión dolorosa. Usó una pequeña carga explosiva de su equipo para derribar un pico de roca cercano, creando un muro de escombros y hielo entre él y el combate.
—¡Nos vemos en la cima, Kira! —gritó Vance.
Kira, mirando el muro de piedra, supo que Vance había escapado. Ella sonrió, su rabia enfocada en el único mercenario restante.
—Bien. Ahora, tú y yo —dijo Kira.