El CorazÓn De La Bestia (el Lobo De Albemarle) * B.I # 1 y 2

XXIII| PRIORIDADES

ADVERTENCIA: LOS SUCESOS QUE PASAN A CONTINUACION PUEDEN HABER SIDO VISTOS EN OTRO DE MIS LIBROS, PERO AL SER FUNDAMENTALES PARA LA TRAMA, Y PERTENECER A ESTA HISTORIA, TIENEN QUE SER DE IGUAL FORMA NARRADOS.

TIENE ALGUNOS CAMBIOS, PORQUE SE CENTRAN EN LOS PROTAGONISTAS Y NO COMO UN CONFLICTO SECUNDARIO.

SIN MAS QUE DECIR.

DISFRUTEN DE LA LECTURA.

LES AMA.

JEN <3

---

 

 

BESTIA

 

Estaba perdiendo el suelo.

Cayendo en su juego de dominio.

Dejándose arrastrar por todo lo que casi hace ponerla en primer lugar, por encima de sus ideales.

Pero, él sabía perfectamente lo que ocurriría si la volvía a tener de frente.

Los recuerdos aflorarían, mas vividos que cada segundo del día, y con el panorama tan claro en su cabeza.

Din importar nada, decidió arriesgarse.

Se estaba volviendo loco sin poder verla.

Porque nunca pudo sacársela de la cabeza.

Lo que no se esperaba es que su pecho se agitara de una manera tan vertiginosa, pese a echarle en falta.

Y lo peor del caso, es que, no conforme con tener que lidiar con su interior, debía ver la manera de deshacerse de Amelia, después de dejar a Abigail con el grupo de damas que iban a la jornada de caza.

El hada de Londres, desde la noche anterior, cuando se encontraron con Aurora, y ocurrió ese momento tan íntimo, imposible de ocultar para el ojo crítico.

Porque lo que ellos destilaban juntos era puro fuego.

Pasión y conexión desbordante que calaba en los huesos de un espectador inexperto.

Y la rubia de ojos azules no había dejado de atosigarlo, no solo con preguntas, si no con que la poseyera de nuevo como muestra de que lo que se imaginaba no era cierto, porque desde que había pisado Inglaterra, tocarle se le tornó imposible por el mismo motivo que se lo exigía, pero ya no podía huir, si quería que las cosas continuaran encaminadas.

Con Fleur Somerset, siendo la misma Yanet Price poniéndose la soga al cuello cuando le pidió ayuda para separar a Freya Allard de su hijo adorado.

La tenía dónde quería, no podía simplemente considerar poner a Bella de primero, cuando a paso lento pero seguro llegaba a su objetivo.

Merece que por una vez sacrifiques algo.

Tu madre está muerta.

Y nada hará que la tengas de vuelta.

¿O esperaras a que todo termine para recoger unos pedazos, que a esas alturas mereces ni merecerás rememorarlos?

Seria tan sencillo dejarlo todo por la paz, y luchar por lo que lo estaba jalando con más fuerza que antes cuando avistó después de un largo tiempo esos ojos boreales que le regresaron la vitalidad, pero…

No podía.

Empezando, porque de esa manera también conseguiría algo de retribución para su sufrimiento.

Solo esperaba el momento exacto.

La paciencia hacia verdaderos sabios, pero en ese instante la estaba perdiendo, porque desde la noche anterior cuando la supo de otro.

Cuando movió la ficha de manera peligrosa, y ganó.

Desde ese momento se dio por enterado, que en cualquier escenario sin importar el público o las represalias le mostraría de quien era, porque no importaba quien la tocara.

No era el cuerpo lo que verdaderamente le interesaba, cuando la auténtica e irrepetible marca quedaba en el alma.

Y esa era suya.

De nadie más.

Es que ni siquiera supo cómo se controló medianamente para no mandar todo a la mierda.

—Fue sorprendente como Aurora por fin aceptó las atenciones de Lord Portman —Amelia colgada a su cuello a punto de despréndeselo de las extremidades inferiores, precisamente tenía que sacar a relucir ese tema, del cual había huido ni bien desaparecieron de su vista, con la excusa de regresar a los brazos de Abigail para no levantar sospechas, al perder tiempo en el intercambio con los nuevos amantes.

Es que, si lo veía de nuevo tocándola corría el riesgo de arrancarle las manos a ese imbécil, que ni siquiera era capaz de mirarle por el miedo que le profesaba.

Por eso es por lo que lo había escogido.

Era tan maleable que haría lo que a ella se le viniera en gana, pero de igual manera tenía que saber más.

No le bastaba con especular.

Eso había hecho todos esos años, y claramente se quedaba corto, porque esa no era la mujer que dejó de lado.

La que aparentemente nunca escogería, ni le despertaría las entrañas marchitas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.