El CorazÓn De La Bestia (el Lobo De Albemarle) Inadecuados I

XXVI| DEBILIDAD

Hola mis amores.

Antes de que empiecen a leer quiero disculparme por no actualizar ayer.

Tuve algunas movidas y no pude llegar a tiempo.

Otra cosa que quería decirles es que he leído comentarios sobre las actitudes de Bella o Aurora sobre lo que hizo con Portman, pero todo sabemos que esto no es un romance vainilla.

No es la típica protagonista abnegada como Ángeles, o loca y entregada a un solo hombre como Freya.

Esto es una relación mas oscura.

Una montaña rusa.

Y eso no es manchar su amor, porque no están juntos.

El siguió pese a lo que siente por ella acostándose con Abigail y también con Amelia.

Y suena como algo poco genuino, pero es lo que pasa en nuestro diario vivir.

Seguimos amando, pero avanzamos.

Si llegan a estar juntos es algo que tendran que resolver, dejar atras porque todos tenemos un pasado, y ella tambien.

Se que la época era en extremo machista, pero Aurora no es un dechado de virtudes ni la típica mujer que cubre la espalda del hombre que ama, esta demasiado rota para aparentar perfección donde no la hay, y si Sebastien la quiere a su lado tendrá que aceptarla de esa manera. 

Porque para ella solo es el, y le estaba dando algo de goce al cuerpo entre otras cosas mas profundas.

Ustedes me entienden o espero que lo hagan y sigan leyendo porque no todos los romances crecen y se forman de la misma manera y con las mismas bases.

Sin mas que añadir.

Espero les guste el cap.

Les ama.

Jen <3

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BESTIA

“Queridos y respetados lectores de alta alcurnia.

Sin dejar de lado a los muy dotados de vida al no pertenecer a este círculo de arpías.

Pero no se preocupen realeza inglesa, que me incluyo en su sofisticado grupo.

No soy de dar malas noticias desde el punto en que se le mire, pero no puedo hacerme la de la vista escasa como ciertas matronas septuagenarias, porque primicia o no, debe ser informado para que no les tome por sorpresa, cuando el oscuro y muy atractivo Lord Sebastien Keppel, Conde de Albemarle haga acto de presencia solo en las veladas, cuando en un par de semanas se de inicio a la temporada social.

Y espero no se me hagan los mezquinos al ser más cotillas que su servidora, y saben de antemano la reciente desaparición de su esposa, la siempre odiada Lady Abigail Keppel, que de nuevo haciendo de las suyas lo abandonó como en su tiempo a Lord Adler Somerset por su mejor amigo.

Lo que me hace preguntarme, al igual que a ustedes.

¿Quién es su próxima víctima?

Lo único seguro en todo esto, es que nadie está triste por su ausencia, porque a la mayoría de las mujeres se nos antoja servirle de paño de lágrimas.

Por lo menos yo me apunto, sin importar que su aura parezca sacada de un cuento de terror, porque su belleza es imposible dejarla de lado.

Tengo una fijación por los villanos, y dandis presuntuosos que les encanta estar de boca en boca y de amantes de nula reputación, asi que, las que tengan esa inclinación pueden tomar su turno detrás de su servidora.

Sin más que añadir queridos lectores, porque he sacado esta edición especial, para darle a conocer mis más fervientes intenciones con respecto al Conde de Albemarle, espero que no me olviden y me mantengan en sus pensamientos.

Recuerden que nada se escapa de mi ojo de matrona cotilla por si creen que se han salvado de ser víctimas de mi lengua, pues, tengo un par de chismes bajo la manga, pero será para la próxima gaceta que no demorara en hacer acto de presencia.

Extráñenme poco, y témanle mucho a mi lengua.

Lady Chatty se despide hasta una próxima oportunidad, sin importar si tiene que ser de urgencia”.

Gaceta informativa de Lady Chatty.

 

ʚɞ

(Londres – Inglaterra)

Octubre de 1805…

 

A veces odiaba como la sensatez se cruzaba con sus verdaderos deseos, haciéndolo actuar acorde a unos principios, que sinceramente no poseía.

Pensando en la mejor manera de resolver el asunto al ver que en cualquier momento explotaría, al apreciar todo inconcluso.

Seguía sin poder darle un golpe certero a Yanet, porque tenía de aliado a alguien poderoso.

Esa mujer no era tonta, y ya le estaba colmando la paciencia, dándosela de madre abnegada y mujer devota, cuando abrir las piernas antes de conocer a Henry Somerset era su divertimento particular, aparte del deseo de conseguir un plato de comida.

Y no denigraba el trabajo, solo que en ella se apreciaba todo lo repulsivo que nunca le había parecido.




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