Hola mis amores.
Tiempo sin leernos, pero hoy comenzamos con la maratón de los capítulos finales de la bestia y su belleza.
De ante mano les pido que no me odien por este capitulo.
Trae escenas fuertes que me han hecho erizar y llorar.
Pero no me alargo mas, porque les daré spoiler y quiero que disfruten la lectura.
Espero sus reacciones.
Les ama.
Jen <3
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BESTIA
(Paris – Francia)
Beaumont – Louestault.
Terreno colindante entre el castillo de Beaumont y el Babette Palace.
Abril de 1808...
Desconfiaba de ella.
De al guan manera, por más de que lo quisiera la situación se estaba volviendo insostenible en su cabeza, pese a que el comportamiento de Aurora seguía siendo el mismo a su alrededor.
No le ocultaba ninguna de las misivas que le habia hecho llegar ese hijo de puta lunático, ni mucho menos las de Alicia, dándole a entender que estaba pensando como él.
Sin embargo, eso le parecía más extraño que la revelación en sí, en donde al perder los papeles le manifestó que sin él se moría.
Era impulsiva, caprichosa y voluntariosa. Por eso, es que tenía los ojos puestos en su comportamiento, pese a que aparte de la ansiedad de que Warrington le hiciese algo a la niña seguía actuando conforme a lo que estaba acostumbrado a percibir en ella, cuando no paraba un segundo.
Cosa que le hacía pensar mal por lo mismo, con la zozobra constante que en cualquier momento la situación se complicaría, y el miedo a perderla lo inundaba de la sensación de abandono más aniquiladora que habia sentido en la vida.
Soltó el aire que no sabía desde hace cuánto le faltaba para tratar de calmarse, mientras la veía pasear con Lady Eunice de Borja, con los brazos entrelazados como si fuesen amigas intimas, que no dudaba que tuviesen ese vínculo al compartir cierto tipo de pensamientos.
No teniendo argumentos para alejarlas cuando en al pasado fue la que evitó que el Prusiano la desgraciara, y ahora con su lengua bífida de alguna manera la calmaba para que no fuese a cometer una locura.
Lo cual también comprendía, porque él se estaba rebanando los sesos pensando en la pequeña Alicia.
Esa niña que se habia ganado su voluntad en el corto tiempo que compartieron, demostrándole, que, de la escoria podia nacer una luz de esperanza, que si no fuese por Aurora ya se hubiese convertido en un parche más de oscuridad.
Aunque no podia estar seguro de que siguiese asi cuando estaba en manos de ese malnacido.
¿Cuánta influencia poseía Aurora sobre el ángel caído?
La suficiente, pero no estaba seguro de que fuese contundente para frenar sus aberrantes instintos.
Meneó la cabeza notando que estaba siendo admirado, por dos flancos, y al analizar la espalda de su belleza, advirtió que a ella tampoco se le habia pasado por alto, pese a que continuaba paseando y charlando de manera animada con la culebra Borja.
Apuró el paso, y dejó de ser el vigía a agarrarla por la cintura de manera posesiva, mientras analizaba que los hombres que cuidaban los alrededores habían desaparecido, provocándole un vacío en el estómago, sintiendo como una rabia posesiva nociva se apoderaba de su cuerpo, consiguiendo que la rubia ahogase un grito cuando la apartó de la castaña madura girándola para que quedasen enfrentados, dispuesto a pedir explicaciones no sin antes plantarle un beso absorbente que la hizo temblar en sus brazos.
—Esto te lo pienso cobrar —la amenazó, y la rubia no tuvo tiempo de responder porque en ese momento fueron separados de manera abrupta por el que pensaba que alguna vez le había pertenecido su mujer.
—Creí que al lobo de Albemarle le había quedado claro en América, que jugar con lo ajeno trae consecuencias —rió ante la locura escupida de la boca del rubio, que estaba hecho un manojo de nervios y emociones, al igual que su indumentaria que quedaba muy lejos de la pulcritud que lo caracterizaba.
Claramente la había estado pasando fatal, y eso solo significaba una cosa.
Se estaba conteniendo para no hacer a Alicia víctima de sus perversiones, aunque si lo miraba por un lado menos jalado por la esperanza, lo habia llevado a cabo, y aquello no lo dejaba dormir, no precisamente por los remordimientos, más bien, porque habia fallado, y de alguna manera tenía que enmendarlo.
Deducciones que le no le servían para una puta mierda si la zozobra crecía, al igual que su risa ronca al escuchar las estupideces que podia decir, pese a ser catalogado como un ser inteligente.
Se pasó la mano por la barba de tres días mientras en un par de zancadas se acercaba al rubio, y sin pensarlo, porque no habia nada que recapacitar, le plantó un puñetazo, que a otro lo habia arrojado al suelo, pero el hijo de puta tenía entrenamiento adecuado, que no se dudaba cuando le fascinaba matar por el mero placer de ver aullar de dolor a un ser que no se le podia igualar.
De igual manera trató de atacarle, pero de forma verbal después de escupir la sangre, sin dejar la sonrisa sádica en el rostro que le indicaba que la disputa, como en el pasado, la tenía ganada desde antes de siquiera considerar sortearla.
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Editado: 24.12.2023