El CorazÓn De La Bestia (el Lobo De Albemarle) Inadecuados I

XLIII| ALGO POR ALGO

“Mis estimados cotillas, que para vivir del prójimo están.

Los saludo en esta oportunidad con unas no muy gratas noticias, teniendo en cuenta que las opiniones son variadas, y como siempre no me reservo el derecho a opinar.

Sin contar con que medio Europa ya debe estar enterada, pero de igual manera no puedo dejar pasar por alto el suceso sin dar mi punto de vista al respecto, y destacar por qué ya no está Lady Genevieve Harris con nosotros.

En esta oportunidad la dama no huyó de su marido como Lady Abigail Keppel, si no, que se especula que uno de sus amantes la desvivió, y no era para menos, teniendo en cuenta su prontuario pese a que ángel un ángel como marido en todos los sentidos.

Aunque las apariencias engañan.

No todo lo que brilla es oro, ni lo que vuela celestial.

Lo cierto es que, las investigaciones no lo señalan como autor intelectual del deceso provocado de su difunta condesa, y por ende está disponible, y esperemos que presto al consuelo, cuando es su segunda perdida en un tiempo considerablemente corto.

Algo atractivo para las damas que no les importa que el cuerpo de su disoluta esposa siga caliente.

Me apuntaría, pero señalando respetuosamente, posee una belleza que no puedo manejar.

Pasando a otras noticias, Lord James Smith, como al principio de la temporada, sigue en búsqueda de su marquesa, al fracasar con su ultimo prospecto, que ni recordar su nombre vale la pena, y me da una nueva oportunidad para dejar de vestir santos en la siguiente temporada a esta estar por terminar…”   

Fragmento de la gaceta informativa de Lady Chatty.

 

ʚ•☪•ɞ

BESTIA

 

(Londres – Inglaterra)

Puerto de Plymouth.

Mayo de 1808…

 

Se habia obligado a trabajar en los encargos de Luisa y el ajedrecista, metiéndose de lleno a las responsabilidades que no daban espera, mientras lograba capturar pequeños retazos del estado de Aurora, y Alicia.

De las que no habia tenido noticias desde que dejó que Harris se las arrebatara.

Siguiendo a regañadientes el consejo de la culebra Borja, pero era difícil cuando su familia estaba corriendo un riesgo innecesario, o eso pensó cuando la primera nota llegó a sus manos un par de semanas después de su separación.

«Pese a todo… estamos bien»

Miles de escenarios se formaron en su cabeza cuando aquello llegó de la mano de un puñetazo que lo hizo tastabillar no por la fuerza del impacto, más bien por la sorpresa y la rabia que iba impregnada en este cuando de la nada le fue propinado.

No tuvo intención de preguntar al respecto.

Sintiendo que no era el momento, pese a que era tentador arrancarle lo que sabía a puñetazo limpio, pero se reservó sus preguntas y fue a buscarlas por sí mismo, obteniendo muy poco, aparte de las siguientes notas con el ánimo de darle tranquilidad, pero hacían todo lo contrario, y por eso, ahí se hallaba.

Ultimando los últimos detalles para la partida del buque con la mercancía restante según lo planeado, mientras miraba el horizonte desde el muelle apreciando desde un punto estratégico sin ser notado como, siendo de madrugada, como las personas rezagadas se internaban a su respectivo barco, para emprender rumbo a un nuevo destino.

Suspiró sacando del bolsillo interno de su abrigo un puro y mechero para calmar la ansiedad que le creaba la espera, y el no sentirse en el lugar correcto, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo como un ser inservible.

Es que simplemente no concebía la idea de dejarlo todos en sus manos, pero lo tenía atado de pies y manos, cuando le estaba cerrando todos los flancos, frustrando sus esfuerzos para librarle de ese hijo de puta que no tenía el derecho a respirar su mismo aire.

Quedó a medio camino de espabilarse con la nicotina cuando advirtió de reojo compañía, no siendo precisamente la que esperaría en esos momentos, teniendo en cuenta que era la mano derecha de Edmund Harris, un hombre imposible de sobornar.

Se mandó la mano a la espalda por sentido de supervivencia, siendo inútil cuando el castaño ya tenía la boca del artefacto en un punto vital de su cuerpo, haciendo que se tensase esperando su próximo movimiento.

—Solo quiero hablar, Albemarle —soltó en el mismo tono inhumano que lo caracterizaba, aunque distinguió en este un deje de rabia a la par de preocupación, que pudieron haber sido especulaciones, si no sintiese la manera insistente en como miraba una embarcación en específico, esperando quien sabe que carajos.

Pudo haberle quitando el arma al apreciarlo distraído, pero ese hombre era una máquina que no necesitaba estar consciente de las cosas para actuar.

Asi que no se arriesgaría a dar ese paso hasta que le revelase que hacía en ese lugar.




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