El corazón de Rubí

Camino al parque

Rubí subió rápidamente a cambiarse a su cuarto, cuando entro no se sorprendió en lo absoluto encontrar a su doncella preparando el baño, se desvistió y se metió en el baño de agua tibia con aroma a lavanda, luego de bañarse su doncella le mostró dos vestidos para que eligiera uno era rosa palo y el otro color melocotón, al no estar casada y ser debutante debía ocupar vestidos de colores suaves, ya que las mujeres casadas o viudas ocupaban colores más fuertes, Rubí al mirar los vestidos decidió colocarse el rosa, ya que no tenía ánimos de llamar la atención ese día ella solo quería pasar de ser percibida, pero su madre tenía otros planes para la joven ese día ya que irían a pasear al parque con sus amigas, y así poder dar a conocer más la belleza de la joven.

Su madre Lady Amelia era una mujer de una belleza sorprendente a su edad aunque la mujer era bastante joven, su madre se casó a la edad de 16 años con el marqués de York y al poco tiempo quedo embarazada de Rubí luego de eso no pudieron volver a tener más hijos por motivos desconocidos el cuerpo de la marquesa rechazaba a esa pequeña vida y al tiempo los perdía. La mujer después de eso cambio mucho ya que el dolor que sentía por no poder darle un heredero al marques era inmenso se encontraba defectuosa. Al poco tiempo el marques empezó a serle infiel, la mujer al ver que el marques llegaba con perfume de otra mujer en su ropa se fue marchitando poco a poco hasta volverse fría.

Rubí al bajar las escaleras fue a tomar desayuno con su familia la cual ya estaba en la mesa esperándola, al entrar al salón saludo a sus padres de manera respetuosa, al terminar de comer su madre le comunico que se cambiara por un vestido de color más llamativo ya que saldrían en unos momentos al parque de York con sus amigas.

Sentado en su despacho Gideon  revisaba unos papeles que le había traído su contador para que firmara, aparte de eso le había llegado una carta de su capataz que no había podido  leer aun, unos golpes en la puerta lo sacaron de su concentración.

- Buenos días lord Hamilton  como se encuentra esta mañana

- Buenos días lord Aldrich.

- Vamos hombre déjate de payasadas ¿Cómo has estado?

- Mi buen amigo Claus como siempre tan inoportuno ¿a qué debo tu inoportuna visita?

- Anda ya así tratas a tu mejor amigo de la infancia, toma tu abrigo y salgamos a dar un paseo necesito recrear mi vista

Los dos hombres se miraron por un rato y estallaron en carcajadas, los dos eran los solteros más codiciados de todo Londres, pero también los mujeriegos con más experiencia.




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