Una reunión con mi consejo hizo que me alarmara la idea de una posible emboscada humana. Todas las medidas de seguridad posibles fueron tomadas, y eso, que solo teníamos 6 días en este lugar y cada una de mis alarmas ya estaban disparadas.
Hubo otro momento de densidad con los gobernantes, pero, en esta oportunidad no fue partícipe de ninguna disputa. Aunque solo me quede sentada escuchando a los demás deliberar sus diferencias y sacar décadas de odio, estaba aturdida.
Después de aquellas reuniones, tuve que reunirme con algunos de los jefes de línea de sangre para atar cabos sueltos. Asimismo, tuve que indicar los límites de los servicios de mi gente, conocía a los humanos, si le daban la oportunidad y la confianza tomarían todo.
Hubo reglas como; No hechizos de amor, fertilidad, no darle ninguna medicina de gran espectro a ninguna raza si no estaban autorizados, no deben crear armas... etc. En realidad, cuando la pasión envolvía a dos seres, sin importar la raza, siempre culpaban a las brujas.
En la monarquía humana se dividía por rangos y títulos, en mi nación los rangos se dividían por líneas de sangre. Tanto, brujos como hechiceros mantenían una línea de sangre intacta para su siguiente generación, aunque hubiese mestizos de ambas razas, siempre un don solía ser más fuerte y prevalecía con los años de entrenamiento.
Había algo que siempre estaba presente en las nuevas generaciones, nuestra historia, aunque se hubiese distorsionado un poco, ya que después de la guerra; las brujas que debían enseñarnos murieron.
Mi gente no tenía escobas, todos los recordábamos y anhelamos que una bruja madre nos enseñara, pero, no queda ninguna. Los hombres humanos quemaron nuestros libros y dejaron a un pueblo de nuevas brujas sin la mayoría de sus costumbres.
Tome algunas cosas, para después introducirlas en una bolsa de tela y colocarla en mi hombro. Ordene mis pensamientos y verifique que nada se me haya olvidado. Aunque, podría utilizar magia para transportarlas hacia mí, pero, la magia estaba distante y era consiente que aquello no atraía nada bueno.
Comencé a caminar hacia la salida, pero, antes le pedí a la magia un favor.
— ¿Podrías indicarle a Feredik que estoy en el bosque?—cuestione, mirando como la densidad de la magia desaparecía.
Ahora que Feredik sabía mi ubicación, podría irme tranquila.
No hubo demasiada emoción que pudiese relatar entre la caminata entre la cabaña y la parte densa del bosque, aunque fue agotador llegar a esa zona y tuve algunos percances. La magia del bosque protesto en cada paso que daba, había ramas que me magullaban, pájaros molestos, tal vez alguno que otro camino que se negó a que pasara.
Había una posibilidad que le hubiese gritado al aire, pateado arbustos y que hiciera una pataleta cerca de una cascada. Pero bueno, ¿Qué mujer de casi 200 años estaría cuerda tratando de tener una conversación con hombre de diferentes razas?
Después de algunos minutos, saque una manta de mi bolsa, colocándola sin problemas en el pasto. Me recosté en la manta, dejando sobre ella algunos libros, lápices, algunas semillas para picar, melocotones y sin duda, una de mis agendas para realizar observaciones.
—Veamos que logró conseguir— exprese, abriendo uno de mis libros— ¿Si yo fuese un humano que deseara; tener un don en especial, pero, que mis descendientes no fuesen calificados como mestizos, que línea de sangre elegiría para relacionarme?
Comencé a leer uno de mis libros que; relataba la historia de las brujas más fuertes, a los hechiceros más despiadados, siendo nombrados por mis antepasados como “los cínicos que alteran la vida”
¿Qué pensarían si por casualidad se enteraran de que ahora no existen dos naciones, y dos razas que se mataban para lograr mantener la batuta, sino una nación de magia y alquimia? Seguro robarían las costumbres humanas y me quemarían viva, pero, ya están muertos.
No había ningún registro de un mestizo, ni siquiera el bisnieto de un mestizo hace mínimo 100 años. Leí en repetidas ocasiones los árboles genealógicos de distintas casas, no conseguí información que llamara mi atención.
Comencé a leer dones olvidados por mi gente, no encontré nada parecido a lo que observe en él. Y si una cada de hechiceros se trataba, no había registro actual.
Después de algunos minutos, que se convirtieron en horas, alcance lo que había traído conmigo para picar y poder distraerme. Al paso del tiempo tuve que desabrochar el corset dorado y dejar la tela de mi vestido azul marino, algo holgada, también deje mis pies libres, desatando los cordones de mis botas.
Me levantaba cada que era necesario, mi cadera dolía y mis rodillas fallaban cada poco, pero pude evitar el dolor estirándome cada tanto tiempo. Me negaba dejar el bosque tan fácil, pero, aunque no estuviese incómoda mi cuerpo dolía por la dureza de mi lugar.
Con un chasquido de mis dedos, una llama azul se materializó. Coloque la vela seleccionada en un platillo y después la encendí con la flama. De mis agendas favoritas, arranque algunas hojas para comenzar a escribir una carta.
¿Qué debería escribirle a mi prometido?
“Espero que la memoria de las brujas imperiales y te guie”
Tache la idea de inmediato. Conocía a ese hombre desde que estábamos en la guerra, debería escribir algo amigable.
“He tomado un reisel, pero, no debes preocuparte, no le he ordenado nada”
Descarte la idea. Si yo me fuese a casar, y mi pareja tomaba un reisel, mínimo le cortaría las manos. Además, no debería avergonzarme, él había visto en mí aquellas cosas que repudiaban a los demás y aun así, se quedó en la etapa más inmadura de mi mandato y me guio.
“El mundo humano es diferente, todo lo que conocíamos es un recuerdo. Los humanos siguen siendo raros, tienen costumbres extrañas, pero, creo que te gustaría este lugar después de todo. El festival también es diferente, pero, de buena manera.