El corazon de una bruja maldita

-Mis pensamientos cruzarían un límite que jure de rodillas.

POV: GENEVIEVE

Había muchas circunstancias que, aunque fuese la máxima autoridad de las brujas no podía evitar.

Para darle inicio a las festividades tradicionales, el reino de las brujas tendría que abrir la primera fiesta oficial. Aunque solo era una excusa para que todos se pudieran vestir bonito y desmayarse de la borrachera, de nuevo, pero con una excusa.

Era una soberana que había atravesado una guerra. Una maldición se extendía por mi cuerpo, tantas cicatrices que cualquiera podría vomitar fácilmente.

Además de eso, estaba atravesando un luto, por desgracia quien se muere soy yo. Sabía que iba a morir, pero, al parecer hoy me afectaba más que nunca.

Como si fuese poco, un grupo de jóvenes me atropellaba para saber qué color elegiríamos para el evento dentro de tres días. Para ellos ahora no era su reina, era su problema. Di mi valioso punto de vista, pero fue ignorado.

Después de la pelea que tuve ayer con Feredik, no tenía demasiada paciencia. Tal vez se haya extendido demasiado.

Observe como todos continuaban discutiendo, pero, una pequeña tensión se instaló en mi mano, una cuerda dorada se colocó en mi meñique.

¿La magia? ¿Por qué se estaba materializando?

Sin darle demasiadas vueltas, comencé a seguirla a través de los seres que me rodeaban. Quise quitármela de encima después de haber salido del lugar, pero, ella se había colocado con fuerza en mi muñeca.

Sin esperar una respuesta de la magia, comencé a seguirla a través del camino indicado. No preste atención si tenía algún truco que me hiciera pasar desapercibida, solo continúe caminando.

Ella me guio por algunos lugares que no conocía, limites que muchas razas habían pasado, todo era territorio neutral para todos, excepto para los reyes. Muchas brujas y hechiceras estaban hablando con humanos, elementales y vampiros

Realice una encuesta antes de salir de mi nación, fue positiva. Cada ser que saliera de la nación con destino a este lugar, debía tomar un té algo especial. No me molestaban los niños, todo lo contrario, las brujas éramos madres por excelencia, pero lo mejor era evitar crías no deseadas.

Gire para mirar otro grupo, había una pareja muy apartada. Vampiro y humana estaban teniendo una conversación amena.

— ¿Están en una cita?— pregunte a la magia—Si una corona no se posara sobre mi cabeza y mi pasado no fuese tan molesto, tal vez podría tener una.

Un sentimiento profundo me recorrió. La envidia era antigua, pero esta agonía era tan nueva y amarga.

Continúe mirando los lugares a mí alrededor. Me di cuenta de que la magia no me estaba ayudando, solo todos estaban distraídos.

Un grupo de mujeres de diferentes razas se reunió a las afueras de una taberna. Dos brujas que conocía estaban ahí, eran algunos años mayor que yo, estaban acompañadas de una vampira y tres elementales.

Ellas levantaban las copas y brindaban. Todo se veía cálido a su alrededor, tanto, que mi corazón se apretó en mi pecho.

—Tal vez estaban esperando este reencuentro. ¿Crees que hice mal en cerrar las fronteras tanto tiempo?— de nuevo, hable con la magia.

Un nudo se formó en mi pecho y se deslizó por mi garganta. El sentimiento que se acumulaba en mí ser, era tan denso, que no podía respirar.

En un momento de mi vida tuve amigas, antes que la guerra estallara, pero ellas solo me dejaron cuando se dieron cuenta de que todos a mí alrededor eran un blanco fácil. Nadie se había quedado tanto tiempo a mi lado, solo el hombre que era mi prometido, solo él.

Después tuve una amiga de armas, la princesa vampiro, pero, ella también se alejó con el tiempo, dejándome tan sola como el principio.

Había algo que odiaba con cada centímetro de mí, aquel momento sucedía cuando Feredik mencionaba que debía cumplir mi deber. ¿Qué hacía cada maldito segundo? Sacrificaba los pocos días que me quedaban para que mi tierra fuese próspera y él solo veía a una descuidada.

Nunca me habían elegido sin mirar mi poder, ni siquiera yo misma me he elegido durante toda mi vida.

Era una de las razones para estar aquí, no encerrada o dando órdenes. Me gustaba como se sentía la vida a través de las texturas. Siempre había ignorado vivir con intensidad, pero, ahora que mis días avanzaban con rapidez, solo deseaba que un frenesí me envolviera completamente.

Todos me miraban como una autoridad, pero nunca como una mujer. Observada como una reina y no como una hermana. ¿Estaría condenada al dolor en cada centímetro de mi cuerpo y mi alma por la eternidad, aunque desapareciera?

Arrastrando mi tristeza, continúe caminado por el lugar. Aunque sentí que había alguien a mí alrededor, lo ignore, pero distraída no pude evitar tropezar con un cuerpo cuando estaba cerca del bosque.

Ella era una bruja, podría sentir como su magia se tensaba al mirarme. Ella tenía ojos marrones con un destello rojizo y el cabello negro hasta los hombros, su piel bronceada y rasgos redondos eran tiernos.

—Lamento haberte tropezado— se disculpó, algo agitada.

¿Me estaba tuteando? ¿A mí?

—No debes lamentarte, yo estaba distraída— dije, intentando adivinar quién era.

¡Yo no conocía a esta mujer y sabía quién había venido! ¡Yo misma los elegí!

—Soy nueva en el campamento— volví a hablar, acomodando mi camisa— Tuve un retraso y es mi primer día.

—Oh, espero que lo disfrutes— respondió, pareciendo más calmada— Me llamo Leah, por cierto.

Que nombre más humano...

—Mi nombre es Gen o así me dice mi hermano.

Comencé alejándome, demasiado consiente que la barrera mágica la había dejado pasar con naturalidad cuando ni siquiera permitía a los animales.

¿Acaso ella seria quien las creo?

—Nos veremos luego, Leah.

Me moví rápido. Aun pensando en aquella mujer y alejándome un poco del campamento. Mis pasos acompañados de la magia me llevaron al límite más cercano. Aunque la barrera me dio un momento tedioso, no me dejaba pasar porque la magia quería jugar en ese momento.




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